16 Días| Ante una sociedad patriarcal, ser defensora es un compromiso de vida

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  • La ONU-DH insta a todas las autoridades a redoblar esfuerzos para reconocer la labor de las mujeres que buscan como defensoras de derechos humanos, así como a sus colectivos, a desarrollar políticas de prevención y de protección integral que incorporen el enfoque de género en todas sus etapas y a asegurar un entorno seguro y propicio para sus labores.
  • En toda la región, desde los poderes opresores pero también desde nuestros entornos cercanos, se nos sigue discriminando, acusando de ser “malas mujeres”, agrediendo sexualmente, negando nuestro derecho a organizarnos y a alzar la voz: mujeres defensoras.

Redacción

SemMéxico/Agencias, Ciudad de México, 30 de noviembre del 2022.- El 29 de noviembre del 2022, fue la conmemoración del Día Internacional de las Defensoras de los Derechos Humanos, celebraron a las mujeres fuertes y valientes que forman la columna vertebral de la lucha por una vida más justa, por lo que desde la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) llaman a las autoridades mexicanas a redoblar los esfuerzos para reconocer a las mujeres buscadoras como defensoras de derechos humanos y asegurar su protección ante los múltiples y graves riesgos que se ven obligadas a enfrentar en la búsqueda de sus familiares desaparecidas y desaparecidos y por exigir justicia.

La definición de la ONU sobre las defensoras y los defensores de derechos humanos reconoce como tal a toda persona que realiza una labor de defensa de los derechos humanos, independientemente de su edad, raza, género y ocupación. En este sentido, a través de su lucha por encontrar a sus seres queridos/as y exigir justicia, las buscadoras han promovido con éxito transformaciones concretas para la creación de normas, mecanismos e instituciones en materia de justicia, búsqueda, acceso a la verdad, memoria, reparación integral y garantías de no repetición.

Guillermo Fernández-Maldonado Castro, representante en México de la ONU-DH, resaltó que “las mujeres que buscan a sus seres queridos, especialmente las madres, siguen enfrentando riesgos extraordinarios e indebidos en México. Ellas son un permanente recordatorio de las miles de familias que no aceptan la resignación y exigen respuestas efectivas a sus derechos, sobreponiéndose al inmenso dolor ocasionado por la desaparición de un familiar”.

Ser defensora es un compromiso de vida, implica romper los estereotipos marcados por la sociedad patriarcal en un contexto de desigualdades estructurales, impunidad, corrupción, crimen organizado, misoginia, lgbtffobia, discursos de odio, extractivismo, políticas neoliberales y cierre de espacios democráticos. Ser defensora es enfrentar una doble violencia desde lo cotidiano, hasta la acción pública, por el hecho de ser defensoras de derechos humanos y por el hecho de ser mujeres.

Debido a las múltiples agresiones que sufren las mujeres defensoras, han identificado  varias herramientas clave como las redes interpersonales, el autocuidado y el empoderamiento como la base del proceso de protección.

Este año, en México, fueron víctimas de feminicidio cinco defensoras que buscaban a personas de su familia desaparecidas. En Nicaragua, veintiún mujeres siguen presas por luchar contra la deriva totalitaria del gobierno de Daniel Ortega, mientras muchas otras han sido desterradas, se han tenido que exiliar, han visto cómo sus organizaciones eran ilegalmente canceladas o viven, junto con sus familias, bajo un ambiente de miedo y persecución. En Honduras, terratenientes, empresas extractivas y poderes institucionales racistas y corruptos no cesan de agredir y criminalizar a defensoras y comunidades que resisten ante el despojo de sus tierras. En El Salvador, las defensoras y las periodistas viven bajo un régimen de excepción en el marco del cual cualquier arbitrariedad es posible, enfrentando ataques digitales que las señalan y las ponen en el punto de mira de la violencia que sacude el país.

Ante la violencia de tales poderes, instancias internacionales, entidades supraestatales, mecanismos estatales y otras instituciones se han demostrado, cuando menos, impotentes. El Registro de Agresiones constata como en toda la región, los Estados son los principales agresores a través de la acción de policías, militares, instituciones y autoridades de diferente nivel. Esto no ha hecho sino reafirmar la convicción de que la mejor protección es la que se da entre las mujeres, en comunidad, desde los territorios y desde el enfoque de la Protección Integral Feminista. Las vidas no pueden depender de instituciones incapaces o cómplices. Por ello han creado redes de protección entre y para defensoras de diferentes movimientos sociales para cuidar las vidas, las organizaciones y comunidades y, así, seguir luchando juntas por el futuro de la red de la vida.

Hace trece años, defensoras de diversos movimientos sociales de Mesoamérica y otros países se reunieron en Oaxaca, México, para compartir la preocupación e impotencia ante la violencia que tocaba cuerpos y vidas. De ahí nació un pacto para proteger y cuidarse unas a otras al que llamaron Protección Integral Feminista (PIF).

La PIF es la manera en la que se acompañan entre defensoras y comunidades cuando son agredidas; la manera de hacer análisis de riesgo con una mirada feminista que atienda a todas las dimensiones del contexto; de construir espacios de acogida; de documentar las violencias, denunciarlas y buscar justicia; también es la manera de sanar y cuidarnos colectivamente y de fortalecer las capacidades para protección. Construirla y llevarla a la práctica no ha sido fácil, ha sido y sigue siendo un proceso plagado de retos y aprendizajes, con sus logros y desafíos, encuentros y desencuentros, dolores y pequeñas victorias.

Hoy, casi trece años después, nuestra región sigue siendo el lugar violento y hostil que era, incluso puede que más; las políticas capitalistas, racistas y patriarcales que desde hace siglos buscan subyugar y expropiar las vidas siguen tan vigentes o más que antes. La crisis climática, la pandemia por COVID-19, el auge de la extrema derecha y los fundamentalismos religiosos, el poder de las empresas y grupos mafiosos y el autoritarismo cada vez más desacomplejado de algunos Estados dan testimonio de ello.

En este día de las defensoras, también invitan a conocer cómo han enfrentado la violencia y cómo han venido construyendo la Protección Integral Feminista, anunciando la próxima publicación, “El pacto de cuidarnos”, que presentaran públicamente el próximo 9 de diciembre de 2022, a las 10 am de Mesoamérica, a través del canal de Youtube.

Mujeres buscadoras para recordar

Teresa Castellanos

Teresa Castellanos del FPDTA en Huexca, Morelos, es un ejemplo de las mujeres que llegan a la resistencia en contra de megaproyectos, gracias a un entendimiento profundo del valor de la vida y la necesidad de vincularse a los movimientos que luchan por el bienestar, y  asegurar  así un futuro para nuestros hijos e hijas. Durante su acercamiento a la resistencia contra la hidroeléctrica y todo lo que implica el proyecto impuesto en territorio indígena, Teresa empezaba a entender que la opresión no solo se vivía en grandes escalas, sino también en la casa. 

“Me di cuenta que estaba siendo violentada por parte de mi expareja y que mis hijas estaban en peligro”.

Al narrar la historia de su involucramiento en el movimiento, por el cual han sufrido amenazas ella y su familia, permite ver lo que tienen en común los ataques en contra de las mujeres defensoras:

A pesar de su reconocimiento actual como mujer luchadora clave del movimiento de resistencia, su llegada a este rol no ha sido fácil. Las mujeres defensoras no solo se enfrentan con el machismo cotidiano de la sociedad, sino también con el rechazo a su liderazgo por movimientos de organización política. Tere se enfrentó a comentarios que ponían en duda sus convicciones, que cuestionaban sus motivos políticos, diciendo que estaba buscando hombres no más. Sin embargo, poco a poco se fue ganando la confianza de sus compañeros.

“Me veían como una mujer que se estaba posicionando y que tenía firmeza en lo que quería. De repente este machismo que estaba tan arraigado en la comunidad se fue yendo”.

Maricela Vásquez

Maricela, abogada de CDH PdN fue reconocida, en 2017, con el premio Sir Henry Brooke Awards for Human Right Defenders en el Reino Unido. Comenzó su lucha ya hace años en el ámbito de los derechos humanos, defendiendo los derechos de comunidades indígenas, aunque desde hace 5 años su ámbito de actuación es el de la justicia en la búsqueda de personas desaparecidas, uno de los grandes retos en materia de derechos humanos que tiene México hoy en día. El interés por la defensa de los derechos de las personas más vulnerables y desprotegidas es lo que la llevó a esta labor y se mantiene ahí porque siente que es su vocación y convicción.

“Hay momentos muy tristes, momentos llenos de desesperanza, pero también los hay que te van dando alimento y eso son las familias, son y serán lo más importante y quienes me animan a seguir adelante”.

Para Maricela de PdN también el gran reto es trabajar con autoridades, quienes consideran que son la principal barrera a su labor. Su organización ha tenido que interponer diversas quejas ante Ministerios Públicos por obstaculizar sus investigaciones. Tener que confrontar a autoridades para defender los casos es lo que más le quita el sueño:

“Lo que nos frustra, lo que nos llena de rencor, odio, es la propia autoridad, el cómo no hacen las cosas, el cómo no hay interés, no hay voluntad, sí hubiera voluntad para esclarecer los casos, de otra cosa estaríamos hablando”.

Carmen González

Carmen es originaria de una comunidad rarámuri de la Sierra Tarahumara, pasó largo tiempo trabajando en la ciudad pero desde que volvió a su comunidad se dio cuenta que hay muchos problemas y necesidades. Participando de las asambleas comunitarias sintió que debía ser parte de la defensa. Lucha por lo que siente, por su familia, por su nieta.

“Algunos compañeros me dijeron, anótense, y me invitaron a ir a Chihuahua con ellos y dije: sí tengo tiempo. Me animé a unirme a esta defensa porque también mi mamá participaba y eso la acabó. Me nació coraje y mucha tristeza a la vez, que mi mamá se acabara en esta lucha y dije: pues yo también le entro.”

En el caso de Carmen, se desanima al sentir que no comprende algunas cuestiones legales y como es difícil hacer entender la lucha a otros miembros de la comunidad. En muchos casos también su comunidad siente miedo ante las amenazas.

“Tengo que esforzarme para que todos tengan ánimo, algunos se sienten muy tristes, hay muchas amenazas, no vivimos tranquilos, les da pendiente las niñas. Si denunciamos no hacen caso. Vienen los ministeriales a llevarte por ser defensora. Nos amenazan con que si decimos algo nos van a llevar o nos van a aventar”

Judith Gonzáles

Judith trabaja en el área de comunicación de la organización Alianza Sierra Madre (ASMAC), la cual apoya a varias comunidades de la Sierra Tarahumara en Chihuahua en la defensa de sus derechos. Ella procede también de una comunidad indígena del norte del país y creció viendo a su mamá participar en las luchas de los pueblos indígenas. Comenzó su andadura en el campo de los derechos humanos como reportera, y vio que lo que más le llamaba eran los temas de Tierra y Territorio a pesar de que apenas había apertura para esas temáticas. Para ella la defensa del territorio es también una lucha por la dignidad. Ahora, la Sierra la siente como su hogar.

Judith siente que por ser mujer y muy joven, las autoridades que ya de por si no atienden a las organizaciones de la sociedad civil, no le ponen tanta atención, como si no tuviera bastante conocimiento de lo que hace. Por eso, cree que es muy importante documentarse bien y no dejar de alzar la voz para denunciar lo que sucede.

SEM/MG

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