Además de los atentados contra su vida, a Guadalupe la separaron de sus hijos, quienes se quedaron bajo la custodia de familiares de Juan Pablo. Durante una década no pudo verlos, hasta que sus hijos cumplieron la mayoría de edad y la buscaron. (Testimonio de una mujer asistente a la marcha. Sobreviviente de múltiples violencias).
Organizaciones, colectivos y grupos académicos condenan el asesinato y piden al gobierno garantice la supervivencia y desarrollo de la niñez y las juventudes y generen de forma sostenible condiciones para el acceso y disfrute pleno de sus derechos.