Se limita la libertad y se infringe violencia en los cuerpos de las mujeres

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  • Investigadora del CIESAS CDMX presenta sus hallazgos sobre pueblos indígenas nicaragüenses
  • Explica en Costa Rica como la violencia tiene efectos sobre las mujeres

Redacción
SemMéxico, Cd. de México, 27 septiembre 2019.- Cuando hablamos de la crisis actual de Nicaragua es importante tomar en cuenta que la violencia que sucede hoy en día tiene efectos muy claros y en el caso de las mujeres indígenas de la costa atlántica está relacionado con la falta de acceso a la tierra y a procesos internos de desplazamiento muy fuertes.

La investigadora mexicana Dolores Figueroa señaló lo anterior en una entrevista realizada para la Universidad de Costa Rica, donde se presentó con motivo del encuentro “Nicaragua 1979-2019: de la revolución a la insurrección”, organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) tanto en la Sede Rodrigo Facio como en las sedes de Occidente y el Pacífico.

La académica del Centro de Investigación y Estudios Avanzados en Antropología Social (CIESAS) en Ciudad de México presentó el papel de las indígenas nicaragüenses a lo largo de los últimos 40 años de revolución, problemática de la que es experta gracias a sus trabajos en la costa del caribe de Nicaragua.

Su referencia –dijo- está basada en lo que sucede con la invasión a las tierras comunitarias indígenas en gran parte de la costa norte de Nicaragua, sobre todo, en territorios ancestrales del pueblo Miskito. Se dan encontronazos de violencia en el momento que pobladores campesinos mestizos en busca de un lugar dónde vivir invaden tierras indígenas, porque ellos perciben que son territorios que no son de nadie.

Algunos de estos campesinos van solos o con familia, pero otros también van auspiciados por algunas fuerzas políticas y parte de esa gente va armada, entonces van empujando a los comunitarios que usan esas áreas y sus recursos naturales para su subsistencia.

Las mujeres son afectadas porque ya no pueden ir a las fincas, ya no pueden ir a recolectar frutos, si van a los ríos a pescar son secuestradas, son hostigadas o son violentadas. A las mujeres se les limita su libertad, se infringe violencia a sus cuerpos.

Los que se quedan en las comunidades son los líderes varones, las mujeres, los ancianos y los niños son desplazados a otros lados que se consideran más seguros, entonces las comunidades comienzan a moverse de manera forzada cada vez más hacia la costa o buscan refugio en cascos urbanos.

Ha habido también un gran acercamiento por parte de defensores de derechos humanos costeños que están tratando de hacer visible el reclamo de paz de estas familias.

La socióloga retrata en sus trabajos la violencia que sufren constantemente los pueblos indígenas, quienes han sido desplazados de sus tierras históricamente como resultado del contexto de crisis política que enfrenta su país y que han resentido no sólo el abandono que sufren por parte de los gobiernos, sino también las mentiras de jerarcas actuales para mantenerse en el poder mientras pagan el precio los pueblos autóctonos, dice en la publicación hecha por la Universidad de Costa Rica.

– ¿Cómo se expresa la violencia hacia las mujeres indígenas actualmente? ¿A cambiado en algo en los últimos años?

– DF: Yo tengo la perspectiva de que es importante segmentar los hitos históricos en estos 40 años, es un lapso de tiempo muy grande. Para hablar de la afectación de las mujeres indígenas en la costa atlántica es importante hacer una distinción entre el conflicto contrarrevolucionario de los ochentas y el conflicto de invasión de tierras de hoy.

La revolución de los ochentas fue un clima de total hostilidad con presencia militar en las comunidades, donde la gente vivió en carne propia desplazamiento, tortura y hostigamiento debido a la presencia de militares que limitaban su libertad y se sospechaba de ellos por ser indígenas y por supuestamente representar un apoyo para la contra revolucionaria. Todo esto fue propio de la guerra de los ochentas.

Sin embargo, al terminar el conflicto de los ochentas mucha gente intentó reconstruir los daños, recuperarse espiritualmente, en especial los comunitarios indígenas que vivían a lo largo del río Coco (o río Wanki en Miskito), fueron familias que perdieron personas y nunca volvieron a estar unidos. Esa vida anterior no fue posible reconstruirla.

Ocurrió también que alzaron los índices de alcoholismo, drogadicción, o incluso violación en los hogares indígenas. Todo esto fueron manifestaciones de la violencia hacia la mujer.

– ¿Qué postura toman las poblaciones indígenas en el contexto de insurrección actual? ¿Buscan tener un rol activo o prefieren mantenerse distantes?

–DF: Desde 2007 cuando el frente sandinista volvió a tomar poder en el gobierno, se empezó a implementar una nueva política hacia la costa atlántica que descansó en alianzas estratégicas con YATAMA (partido político del pueblo Miskito).

YATAMA controla el 35 % del electorado en la costa atlántica, entonces a principios de la campaña electoral hicieron una alianza con Daniel Ortega, quien aseguraba el voto indígena a su favor y ganaba el poder, tal como ocurrió.

Daniel fue al río a pedir disculpas por el enfrentamiento que sucedió en los ochentas y los simpatizantes de YATAMA votaron por él. Pero una vez que llegó al poder él empezó a implementar mecanismos de control político en la costa atlántica, es decir, a violar sistemáticamente el principio de autodeterminación y autonomía política de los pueblos de la costa.

Lo que han vivido los pueblos costeños es como un robo por parte del frente y eso a generado otras dinámicas como que gente del pueblo costeño esté metida en toda una dinámica de especulación de tierras y son tierras indígenas que deberían ser reserva ecológica, pero están siendo vendidas a particulares.

Los costeños se oponen a estos procesos con los medios que ellos conocen: denunciar, oponerse y sufrir en carne propia. Ellos denuncian que hay grupos de campesinos mestizos que llegan armados y los obligan a desplazarse.

Ahora bien, en el contexto de las crisis del 2013, los medios de comunicación pusieron mayor énfasis en lo que pasaba en la costa del pacífico, en la figura de los estudiantes en las manifestaciones públicas, lo cual está muy bien porque así el mundo supo del autoritarismo de Daniel.

Pero por otro lado ese enfoque en el pacífico de alguna manera deja en segundo plano lo que sufren los pueblos indígenas de la costa atlántica, es decir, no se conoce, no se sabe, es una situación compleja y además es una región aislada y de escasos recursos. Nadie lo ve.

SEM/UdC

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