Letra Clara

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¡No somos invisibles! 

Teresa Valdés Betancourt 

SemMéxico. Cd. de México. 23 de octubre de 2019.- El silencio constituye una severa manifestación de violencia. Ignorar a una persona, hacer como que no existe, dejarle de hablar, de responder a sus mensajes, constituyen acciones frecuentes y forman parte de la cultura de ruptura, y anuncian que la comunicación interpersonal se quebró. Estas manifestaciones asumen un valor social especialmente, cuando se prescinde desde tiempos inmemoriales, la existencia real de un grupo humano por una apreciación de discriminativa excluyente de la cultura sexistamasculina

La posibilidad de lo invisible se puso de moda en la literatura desde 1897 en Inglaterra, con la edición de la novela de ciencia ficción: El hombre invisible, escrita por Herbert George Wells, con seudónimo H. G. Wells, de la Editorial: TERRAMAR EDICIONES, y como se acostumbraba, se publicó en entregas para la revista Pearson’s Magazine. El texto relata las acciones de Griffin, científico que se cambia el índice refractivo de una persona para coincidir exactamente con el aire y su cuerpo, no absorbe ni refleja la luz. Dejar de ser visible. Después de lograr su aspiración no puede volver a ser visible lo que produce en su pueblo curiosidad y miedo. Por su parte el científico se desestabiliza en el plano emocional y ocurren sus acciones agresivas porque cambió su condición humana.

Después de 36 años, El hombre invisible se llevó al cine 1933 por Universal Pictures, dirigida por James Whale y el personaje es interpretado por el actor Claude Rains. Muchas serán las adaptaciones de esta obra de ciencia ficción que ha llegado a la actualidad en otros medios comunicativos, televisión, teatro, radio e historietas entre otros. La trama fue considerada como una de las grandes películas de terror producida de todos los tiempos.

La referencia literaria y artística reclama la reflexión acerca de cómo la historia de la humanidad ha mantenido invisible en la construcción histórica social y en las ciencias, al grupo humano de las mujeres. Múltiples son los estudios que analizan cómo resultaron excluidas de las valoraciones que se justifican con las palabras y el lenguaje gramatical todavía vigente en la RAE.

Resulta inadmisible la resistencia que se aprecia en ciertos grupos culturales integrados por hombres y algunas mujeres incluidas, que niegan el valor de vocablos para representar la diversidad de sexos existentes y participantes que han evolucionado en conceptos que se presentan en otras formas de hablar y de escribir para transformar la representación de la presencia femenina. 

Mientras la ciencia logró multiplicar al átomo, aquella partícula minúscula e indivisible de la materia, que hoy sirve hasta para la medicina y cura, aún se debaten viejos esquemas lingüísticos que reflejan lo femenino como imagen estereotipada, minimizada, infravalorada, asentada en el entramado social como parte de la violencia cultural y estructural.

A diario se publican normas medidas afirmativas temporales encaminadas a acortar las profundas brechas de desigualdad entre mujeres y hombres, que se manifiestan en el lenguaje sexista excluyente que invisibiliza las acciones de ellas. Vale recordar el anexo 4 de Lenguaje No Sexista Y No Discriminatorio en el Manual de estilo y elementos editoriales, publicado por el INE https://www.ine.mx/

donde se propone la conveniencia de comprobar las concordancias con el género gramatical, si el sustantivo es femenino o masculino. 

Definiciones que identifican la resistencia a la visibilidad con las llamadas “reglas gramaticales” que violan lo establecido pues usan palabras en masculino como la juez o la presidente, que niegan la relación entre el artículo y el sustantivo con el mismo género gramatical: la jueza y la presidenta, porque ellas existen en esas funciones como personas y como palabras. 

Muchas veces se requiere reclamar desde el todos y todas, porque cuando se usa un vocablo varonil para identificar o nombrar a una mujer o a varias, se las invisibiliza por costumbre o involuntariamente, se repite el esquema de exclusión presente en la representación simbólica y real de la sociedad. 

El lenguaje y sus palabras cambian como ejercicio humano activo según los tiempos, la sociedad, la geografía, las costumbres, y hoy con el desarrollo de la vertiginosa tecnología digital. ¡Las mujeres estamos vivas, no somosy ni seremos invisibles nunca más!

@Letra Clara

Maestra en Ciencias de la Comunicación   

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