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En lugar de justicia, campaña contra los LeBarón

+ El Presidente que se cree Dios

+ Lazarsfeld y líderes de opinión arrepentidos

Por Martha Elba Torres Martínez

SemMéxico. 07 de noviembre 2019.- La madrugada del lunes 4, en la zona de Bavispe, Sonora, tres camionetas conducidas por mujeres y sus 14 hijos, fueron rafagueadas. Ellas murieron junto con 6 de sus pequeños. Horas después, el presidente López Obrador apareció sonriente, como si nada, para su mañanera.

Abrió con el “quién es quién en los precios de la gasolina”, presentó videos de sus obras en Santa Lucía y Dos Bocas, e intervino la secretaría de Energía, Rocío Nahle. Enseguida, el show de las cuentas de bots, a cargo de Alejandro Mendoza, titular de la Unidad de Información, Infraestructura Informática y Vinculación Tecnológica de la Secretaría de Seguridad y Participación Ciudadana, que poco disfrutó sus minutos de fama, al descubrirse luego luego que atrás de los ataques a periodistas, están cuentas de simpatizantes de Amlo y Morena.

Fue una retahíla de preguntas cómodas. Que Argentina –nada sobre la ayuda que proporcionará para pagar la deuda de ese país-; que el golpe de Estado, que quemó el tiempo con sus clases de historia; que si las becas de la Universidad “Benito Juárez” en Chihuahua. Bla bla bla.

La noticia de la masacre de inocentes en Sonora, sobrevino en el transcurso del día y fue de relevancia mundial. El gobierno de México respondió hasta la mañanera del martes 5, que entonces sí abrió con la información hasta el momento. Según Alfonso Durazo, la tragedia se registró entre las 9.30 y una de la tarde de ese lunes, lo que no coincide con la información difundida en redes; que fueron dos camionetas, cuando se trató de tres y que pudo ser consecuencia de una confusión.

A las 48 horas, el miércoles 6, le cargaron los muertitos, primero a “Los Jaguares” y luego a “La Línea” o “Los Salazar”, que se disputan la zona limítrofe ente Chihuahua y Sonora.

Donald Trump, por el homicidio de nueve ciudadanos estadunidenses –tienen la doble nacionalidad los Le Barón-, ofreció su apoyo a México para combatir el narcotráfico. López Obrador no da un paso atrás: abrazos no balazos, a los criminales.

Dos medios de gran influencia abrieron la ventana a la mirada que tiene el mundo sobre el gobierno de López Obrador:

«¿Alguien puede terminar con la guerra por las drogas en México?», pregunta el británico The Guardian Weekly en la portada de su revista de esta semana, con fecha de hoy viernes 8.

«La guerra contra las drogas que ha paralizado cientos de miles de vidas mexicanas por más de una década muestra pocas señales de desaceleración. El país es testigo de casi 100 asesinatos relacionados con pandillas de narcotraficantes todos los días y de la batalla para detener la carnicería que ha sido la ruina de las administraciones presidenciales de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. En las pasadas elecciones presidenciales de 2018, el presidente Andrés Manuel López Obrador se comprometió a finalizar la larga guerra contra los cárteles combatiendo de raíz el crimen con política social. Sin embargo, casi 30 mil asesinatos después, se han hecho pocos progresos y una ola de ataques de alto perfil ha sacudido al Gobierno de AMLO».

Así el editorial de anteayer, de ‘Wall Street Journal’ tras la masacre de mormones: «No se puede descartar una operación militar de EEUU».

El periódico hizo un llamado al gobierno estadunidense para proteger a sus ciudadanos en ambos lados de la frontera y no descartar una posible intervención militar, ante la inoperancia que presenta el gobierno de México para hacer frente al crimen organizado.

Bajo el título “The Cartelization of Mexico”, el editorial señala que los cárteles de la droga controlan una gran cantidad del territorio mexicano y que el gobierno «está a menudo abrumado» por el poder económico y el armamento con el que cuentan las organizaciones criminales.

Es entendible la lógica de estos medios y la reacción estadunidense, países donde las leyes se acatan y punto. Sin concesiones ni cuentos de hadas, como dijo el senador Tom Cotton. Vale gorro cuál sea la célula delictiva que masacró a mujeres, niños y bebés. El tema es que existen, que se mueven y asesinan con total impunidad y el gobierno de México no hace nada al respecto.

Y a la demanda de justicia de la familia LeBarón, como todas las que se escuchan en el país, el gobierno lopezobradorista responde con campañas moralinas. Que es polígama y que merecían morir. Federico Arreola, en su mismo frenesí: se automataron para hacer quedar mal al Presidente y a Durazo; el editorial “Bajo Reserva” de El Universal: ¿para qué están asentados en un territorio que se disputan los cárteles de la droga? Es su culpa; las armas son gringas. ¡A qué novedad!

No nos hagamos. Es el México donde los únicos con licencia para matar son los criminales. Por eso el malestar en las fuerzas armadas, por eso la crítica periodística. Pero son temas tan terrenales, que quien se cree Dios, el Cristo, no los concibe…

                                                                                              ***

Y es que si a esto vamos, es diabólica la fantasía de Alejandro Solalinde de comparar a López Obrador con Dios y hacerle creer que esta haciendo un “milagro” con su 4T, como lo declaró el sacerdote el pasado 28 de octubre a Milenio.

Entendemos entonces, porque el Presidente, como Jesús Cristo, se siente espiado y perseguido. ¿Por qué lo sacrificaron? Preguntó ante indígenas mayo y yaqui, Sonora. “Por defender a los humildes, por defender a los pobres, esa es la historia real. Entonces, que nadie se alarme cuando se mencione la palabra cristianismo. Cristianismo es humanismo. Todas las religiones tienen ese propósito: el humanismo, el amor al prójimo, esa es la justicia social. ¡Uta! A ver. ¿Era el Presidente de México el que hablaba, o el predicador? ¿En qué momento me perdí, que mi país dejó de regirse por leyes seculares para imponer la moral cristiana?

Coincido con el coordinador del programa de periodismo en el CIDE y articulista de Expansión, Carlos Bravo Regidor, en su colaboración del 27 de agosto pasado: “somos una sociedad legítimamente diversa y la suya (del Presidente) es una autoridad de carácter civil: el país no es una congregación, ni su investidura la de un cardenal o un ministro. No importa que la mayoría de los mexicanos comparta sus preferencias religiosas, esa no es justificación para que dichas preferencias rijan sobre nuestra vida en común”…

                                                                                              ***

Y he planteado en diversas entregas, mis serias dudas de que López Obrador mantenga esa masa crítica empática de los 30 millones. Para doña Olga –mi madre-, ya debe tener 20 millones de arrepentidos, pero es su cálculo. Opuesto, desde luego, a lo que dictan las encuestas en redes, el espacio de las más cruentas batallas entre partidarios y opositores.

Como sea, dos eventos también esta semana, me recordaron a Paul Lazarsfeld (1901-1976) y su teoría del “flujo de comunicación en dos pasos”: los tuits “¿para qué chingados votamos por ustedes?” dirigidos a Amlo y Morena, por parte de Gael García, una de las muchas celebridades mexicanas que hicieron campaña para ambos, y que en minutos obtuvo 29,8 mil me gusta y 10,1 mil personas hablaban de ello. El segundo, otro reconocido actor que apoyó la campaña, Daniel Giménez Cacho, a nombre de la comunidad artística, anunció un paro nacional, si el gobierno no incrementa significativamente el presupuesto para esta actividad. Este año, este año el recorte fue de 7 por ciento el gasto programado.

Otras de las arrepentidas y que lo expresaron en sus redes, han sido Susana Zabaleta y Claudia Lizaldi. Belinda, que hasta le cantó a Amlo, por lo menos hasta junio pasado, con el “un Presidente no es Dios para cambiar todas las cosa que están mal”, le ratificaba su confianza. Desde entonces, ni pío.

Pero estaba con Lazarsfeld.

Sostiene su teoría la existencia de un flujo de comunicación en dos niveles: la información que pasa de los medios a los sujetos más expuestos en los propios medios –lo que los convierte en líder de opinión- y con predisposiciones retransmiten esa información por canales interpersonales –sus redes, por ejemplo- a otras personas sin tanto contacto directo con los medios. Evidentemente es un mecanismo de persuasión comunicativa y por eso son tan usadas las celebridades en las campañas políticas.

A lo que voy, es que sí hay elementos teóricos para confirmar que la masa crítica de votantes de López Obrador se está moviendo, aunque sus comunicólogos le aseguren lo contrario…

                                                                              ***

LA COMIDILLA

López Obrador a los industriales de la radio y televisión: realmente no los necesito. Me bastan las dos horas de las mañaneras todos los días y las benditas redes, para comunicarme con la gente…

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