Especial: 30 años de la caída del Muro de Berlín; el país, aún en guerra, dice el líder de los verdes

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  • La integración alemana causará miedo en poco tiempo: Heilmann
  • A mediados de la década de los 80 se identificaron grupos y pequeñas tendencias ultraderechistas

Esta indagación periodística no habría sido posible sin el apoyo de la Fundación Friedrich Ebert y la cooperación decisiva de Isabel Basterra, Elizabeth Klose, Mariane Braig y Peter Sthorandt por sus orientaciones y traducción de charlas, entrevistas y sondeos en ambas Alemanias.

Séptima y última parte

Sara Lovera, enviada. Berlín, 3 de mayo.- En la República Democrática de Alemania, 160 mil vietnamitas empezaron a sufrir las consecuencias de la xenofobia. A 300 metros de la frontera se les arrincona y hostiga. Una semana después de la apertura del muro de Berlín, en algunos cementerios aparecieron abiertas fosas de judíos.

Los primeros días soleados sirvieron en la zona de la embajada de la Unión Soviética aparecieran los individuos de cabezas rapadas y chamarras negras: neofascistas.

Estos grupos empezaron por solicitar que desaparezcan los nombres de ciudades y calles de héroes o sitios comunistas. La casa donde, en Berlín, vivió algunos meses Federico Engels y en la que existe una placa conmemorativa, apareció una mañana llena de grafitis de punks, que se confunden los skinheads en ambas partes de la frontera, pidiendo que desaparezca cualquier vestigio comunista.

Como se informó en abril, ya se hizo una primera incursión de “cabezas rapadas” contra los comercios del barrio Krenzberg, donde viven turcos, polacos y bohemios del occidente berlinés.

“la integración alemana causará miedo dentro de muy poco tiempo”, advierte nervioso, en el quinto piso de la Casa de la Democracia en el Este, Friedrich Heilmann, miembro de la presidencia del Partido Verde.

Renata Rott, profesora –eso significa el nivel universitario y académico más alto- de la Universidad Libre de Berlín, de unos 60 años, pregunta: “¿Por qué no se quieren dar cuenta de esto nuestros políticos’”?

Peter Vollmannn, del Partido del Socialismo Democrático, relató que se está hostigando a muchos polacos que empezaron a llegar desde hace tres años; que 160 mil vietnamitas, que realizaban labores especiales en la RDA, son hasta apedreados; los problemas sociales y de delincuencia se multiplican.

La actitud contra los extranjeros en la RDA, señala Vollman, era un problema latente, pero sin peligro; ya no es así. Ahora el miedo al desempleo origina esta situación. No está exenta de la participación de los neofascistas, admite.

Adicionalmente, desde mediados de la década de los 80 se identificaron grupos y pequeñas tendencias ultraderechistas. El partido de Estado siempre propuso sólo observarlos, no se tomó en serio esta situación y ahora ahí andan por las calles. Está creciendo la inquietud.

Lo que afirma Vollmann lo relatan día a día los diarios berlineses de ambos Estados alemanes; se discute en la televisión y hay muchas llamadas telefónicas al nuevo edificio del Parlamento, antes sede del partido oficial.

Pero existen otros problemas, relacionados entre sí, respecto del significado político-social de la llamada a la unidad y del “sentimiento de gran país”.

Mientras se discuten los acuerdos, se admite el artículo 23 de la Constitución de la República Federal de Alemania y los acontecimientos continúan con gran rapidez; tanto, que la Comunidad Europea ha dado el visto bueno a la reunificación alemana y “nadie ha tomado en cuenta que nunca se firmó el acuerdo de paz tropas soviéticas y estadunidenses”. Los vecinos pueden reaccionar un día de estos, dice, por su parte Heilmann.

En cuanto a la macropolítica, se olvidó que las dos Alemanias aún están ocupadas por las tropas de los aliados. El hecho de que aún existan aquí y ahora, evidencia que no ha sido clausurada la Segunda Guerra Mundial y que también habrá que llegar a un acuerdo en este sentido.

Efectivamente, en el Land de Baviera, cerca de Diessen, a pocos kilómetros de la frontera con Austria, en lo que s conoce como zona prealpina, algunos pueblos viven aún del consumo y la actividad que realizan las tropas estadunidenses. Sus elementos están en todo el país. Se les ´pudo ver bajo el sol berlinés paseando por la RDA durante los días de asueto de Semana Santa.

Las cosas, agrega Heilman, no serán sencillas. Habrá que resolver diversos problemas. Cada una de las partes pertenece a un bloque militar distinto; habrá que firmar la paz para dar seguridades reales a Polonia; el ejército en la RDA se está deshaciendo y no hay trabajo para los soldados desocupados; y todavía no se discute si la RDA pasará, sin más discusión, al bloque de la OTAN. Estos son problemas prácticos.

Los verdes, dice, opinan que lo primero que debe hacerse es desmilitarizar Alemania, disolver las dos alianzas militares y dar seguridad real a Europa, como compromiso de base para la unificación.

Los verdes creen necesaria en lo inmediato la realización una Conferencia de Seguridad y Paz que dé garantías a los vecinos; medidas para apaciguar a los cabezas rapados y otras que garanticen la paz social.

Problema adicional, que también es de la RDA y que tienen que ver con la seguridad y la paz social es el asunto de la Stasi, policía secreta del régimen derrocado, y que ya ha sido disuelta. La Stasi contaba con seis millones de expedientes, dice en otra entrevista Ulrike Helwerth, editora de la sección de mujeres del diario Taz (la “Jornada”, o el “Periódico de un día”, que circula actualmente en todo Berlín), y agrega que las pesquisas periodísticas descubrieron que la mitad de la población adulta era investigada por esa policía y que fueron encontrados cien kilómetros de archivos.

La Stasi provocó uno de los primeros escándalos cuando cayó el muro todo ciudadano disidente en la RDA estaba investigado y muchos que no lo eran, también.

Sí. La Stasi, con 32 mil elementos, investigó en los últimos años a las dos terceras partes de los adultos de la RDA. Según la periodista, su técnica era la tortura psicológica y el acoso, pero no se encontró ninguna denuncia de tortura física o maltrato. Claro que la Stasi hacía detenciones. Muchos ciudadanos están ahora reclamando al régimen recién instalado de la devolución de cantidades diversas de dinero, que muchos germanorientales pagaron por multas injustas impuestas por ese organismo policiaco.

Para la profesora Waltraud Falk, ex directora de la Facultad de Ciencias Sociales, el episodio de la Stasi debe ser analizado, inscrito en la memoria “para que no vuelva a suceder”. Lo que no puede hacerse es una nueva persecución, lesionar a los individuos y a sus familias. El escándalo de la policía secreta, en el ambiente berlinés, se ha ido disipando. Falk, sin embargo, cree que no sería conveniente destruir los expedientes y olvidar el problema, sino que debe saberse, porque no sería justo que se hundiera simplemente en la memoria, como sucedió, en muchos casos, respecto de los que hicieron los soviéticos tras de la guerra contra los nazis y contra los opositores de la socialdemocracia.

Precisamente sobre este problema, el que se refiere al descubrimiento de los asesinatos stalinistas que ocupa diariamente grandes espacios en la prensa de ambas Alemanias, la sicoanalista Helga Schubert presentó el 14 de abril un libro de entrevistas a diez mujeres que cuentan cómo fueron estos asesinatos y dónde estaban las fosas, que fueron presentadas a la prensa internacional durante las semanas siguientes a la caída del muro.

Schubert declaró a la periodista Ulrike que una mujer le dijo, en el diván, que durante cinco años estuvo en un campo soviético donde convivió con cientos de presos políticos; otra mujer le informó que trabajó en el Servicio de Seguridad; otra, que fue recluida por haber sido miembro de la Gestapo, como “soplona” y que vivió un juicio militar.

Lo más sorprendente, dice la periodista, es de Schubert, que trabajaba hace muchos años en el consultorio, sabía que existían esos campos, porque hubo ocasiones en que sus pacientes le dijeron dónde estaban. Nunca lo dijo antes; no habló y ahora simplemente publica un libro. Este libro, 10 casos sobre el III Reich Alemán, ya debe estar circulando en toda Alemania.

Para los casos secretos de la RDA, tanto relativos a los campos soviéticos –cuyas fosas abiertas han sido fotografiadas por la prensa- como para el asunto de la Stasi, existe una sola posición: amnistía general, porque muchos colaboradores de la Stasi y cientos de personas que sabían de los crímenes soviéticos, son ancianos, gente sin techo social que los proteja y nadie, dice Ulrike, quiere profundizar las heridas.

Los verdes creen que no debe profundizarse en la división interna, porque ello facilitará la anexión sin resistencia. No debe renacer la culpa colectiva y coinciden con Falk en el sentido de analizar los cien kilómetros de expedientes levantados por la Stasi y exigir su archivo. Respecto a la actividad soviética, habría que escribir la historia sin buscar culpables.

La desestructuración no sólo ha dado fuerza a los grupos neofascistas y a otros, francamente de derecha, en el este, sino que al lado de un aumento en los precios de los diarios también desapareció La Jornada del Pueblo, editada por el partido de Estado y empezó a aparecer la pornografía; se ha incrementado el número de incidentes callejeros y los punks, durante la segunda semana de abril, tomaron por la fuerza las casas abandonadas y exigían, mientras se formaba el nuevo gobierno, garantías de tenencia de esas casas. Para atender esta nueva realidad el gobierno de la alianza cristiana, con la participación de socialdemócratas, deberá actuar con mucha cautela. La violencia, según los entrevistados, no ayudaría en nada a este proceso de ajuste.

En los meses que vendrán, advierte el dirigente político de la presidencia de los verdes, uno de los nueve que la conforman, la defensa del derecho al trabajo, a la vivienda, la ley sobre servicios médicos; la que garantiza una educación gratuita, el acceso de los jóvenes a las instituciones de educación superior y el derecho al aborto, requerirán de mucha energía para la población y de mucha templanza para el nuevo gobierno.

El 6 de mayo son las elecciones comunales en la RDA y, según el dirigente, habrá que sacar fuerzas para que “nos podamos salvar”, para que después se pueda volver al tema de la unificación. Hacerlo al contrario hará sobrevenir el desastre.

SEM/sl

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