Dejar de ser una víctima para ser una superviviente

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Por Carolina Domínguez González-Besada

SemMéxico/AmecoPress. Madrid, 26 nov. 19.- «Cuando salí de la casa de acogida solo tenía un certificado de que era una víctima de violencia de género. Con ese papel yo podía solicitar una ayuda de 320 euros, pero con tan poco dinero era imposible pagar una fianza o una casa. Así que miré el papel y pensé…¿Soy una víctima? Es lo que me dice la sociedad. Me acordé de cuando yo era una víctima, de todas las noches sin dormir, de las palizas, de los correazos, de las humillaciones, de las preocupaciones y pensé que si yo estoy viva, hoy, con mis cuatro niños, estoy sana y, después de todo eso, no me he vuelto loca… Yo no soy una víctima, soy una superviviente. Y como superviviente voy a luchar para tener una vida digna, para mis cuatro hijos y para mí. Así que rompí ese papel que me acreditaba como víctima, logré tener un trabajo, conseguí una casa y todo gracias a que me atreví a denunciar una noche».

Este es el relato de Ana Bella Estévez. La crónica de una superviviente. La historia de una mujer normal y, a la vez, una valiente que un día reunió el valor suficiente para salir de una vida de violencia y comenzar una nueva llena de oportunidades y felicidad, en la que el maltrato y el dolor quedó atrás.

Si Ana Bella pudo, tú también puedes

Y como ella sí lo consiguió, decidió utilizar esa experiencia para tender la mano a todas aquellas mujeres que, como ella, quieran dar un paso adelante y dejar de sufrir la violencia de género, haciendo realidad para ello el proyecto Fundación Ana Bella. Una red de Mujeres Supervivientes voluntarias que desde el año 2002 actúan como amigas de las mujeres maltratadas, y que a día de hoy han logrado que 25.000 mujeres rompan el silencio, se empoderen con un trabajo digno y vuelvan a ser felices. «Nosotras, entre otras muchas iniciativas, tenemos un programa que es la Escuela Ana Bella para Empoderamiento de la Mujer, donde formamos mujeres supervivientes de la violencia de género para que todo el potencial que han desarrollado para resistir y superar un maltrato lo enfoquen en su inserción laboral. Realizamos talleres de empoderamiento y de formación profesional. Les ofrecemos un trabajo «trampolín» de embajadoras de marca, que es como una especie de promotora, pero de más alto nivel. Es un trabajo de cara al público, no un trabajo invisible que nos lleve a la exclusión», explica su fundadora.

«Queremos que la sociedad nos vea, no como un problema a resolver o como una pobrecita víctima a la que hay que darle una discriminación positiva o facilitarle el que empiece a trabajar, sino como lo que somos: mujeres muy fuertes, acostumbradas a trabajar bajo presión. Mujeres que nos sobreponemos rápidamente a los fracasos, que toleramos la frustración y que nos reinventamos cada día para seguir adelante. Si todas estas estas cualidades las enfocamos al mundo laboral, nos hacen trabajadoras muy eficaces», afirma Ana Bella con gran convicción.

4.008 supervivientes han sido embajadoras de marcas este año

El trabajo «trampolín» como embajadoras de marcas es uno de los proyectos que consigue devolver la confianza y la autoestima a todas sus trabajadoras: «Lo hacemos con la empresa Momentum Task Force. Las mujeres que acuden a nosotras comienzan siendo embajadoras para empresas como Danone, Pepsi, Chanel, Louis Vuitton, Sephora, Campofrío, American Express…vendiendo distintos productos. En él las mujeres nada más ponerse el uniforme de la marca ya sienten que confían en ellas, les ayuda en su empoderamiento gracias al contacto con el cliente y ya con este «trampolín» les ayudamos a que en un futuro consigan el trabajo de sus sueños y que coincida con sus aspiraciones personales. Ya son mujeres con una experiencia que valoran otras empresas. 4008 mujeres han pasado por este proyecto hasta junio de este año».

El trabajo es algo imprescindible, pero además de este aspecto hay muchas otras cuestiones que son una barrera para conseguir ayudar a las que están siendo víctimas. Una de las realidades más importantes a tener en cuenta es que la mayoría de las mujeres no denuncian, ni siquiera consiguen hablar de ello. Tan solo el 23% de las mujeres maltratadas se atreven a pedir ayuda. Lo que significa que el 77 por ciento son invisibles.

Por ello, desde la Fundación Ana Bella quisieron pensar en una solución que consiguiera hacer real un apoyo para todas ellas. La idea, convertida en realidad a día de hoy, ir a todas las empresas posibles formando a sus plantillas enseñándoles a actuar como agentes de cambio frente a la violencia. Les muestran qué es la violencia de género, la forma en que se ejerce y también a identificar las señales de alarma, que les pueden dar la pauta, para saber si una compañera está siendo maltratada y así tener la oportunidad de ayudarla a romper el silencio.

Medidas como esta son totalmente imprescindibles si tenemos en cuenta que una de cada tres mujeres a nivel mundial sufre violencia en algún momento de su vida. Una realidad que afecta a 1.200.000.000 de mujeres maltratadas en el mundo, por el simple hecho de ser mujer. En España el número de las que sufren esta lacra asciende a 2.150.000, pero tan solo 166.961 se atreven a poner una denuncia.

Ikea cuenta con un sistema de protección privado para las empleadas que sufran maltrato

Ante todos estos datos hay fundaciones y empresas que reaccionan. Ikea, junto con Ana Bella, han puesto en marcha el II Plan de Igualdad pensado para integrar aún más la perspectiva de género en la empresa y avanzar en la igualdad de oportunidades. «En nuestro caso fue a partir de un caso real cuando nos dimos cuenta de cuánto podíamos contribuir y ayudar en este tipo de situaciones. Asegurar un entorno inclusivo, igualitario y justo para nuestras empleadas y empleados es una de nuestras prioridades y queremos inspirar también a otros agentes a tomar partido en la visibilización y a luchar contra este tipo de violencia», explica Elena López de Andrés, responsable de Diversidad de Ikea en España. Una empresa en la cual el 52 % de la plantilla con la que cuenta en España es femenina y que, con este Plan, inicia un protocolo para acompañar, proteger y apoyar a las mujeres víctimas de violencia de género que trabajen en la compañía. Además de presentar 27 medidas más allá de lo que exige la Ley, han creado un dispositivo de seguridad hasta que a las mujeres le den el oficial, ya que suele tardar. «Incluso la seguridad de Ikea la acompaña en todo lo que necesite», resalta Ana Bella.

Algunas de esas acciones que ya se están llevando a cabo son, por ejemplo, el asesoramiento profesional por el servicio de trabajo social de sus tiendas a todas las mujeres que lo necesiten. Han creado un sistema de protección privado mediante un dispositivo de seguridad a través de Ikea. Les dan también la posibilidad de una flexibilidad horaria para hacer efectiva su protección. Ofrecen la preferencia a la hora de ocupar cualquier vacante que exista en otro centro de trabajo para poder alejarse del maltratador y medidas de carácter económico que las ayuden cuando sea necesaria la movilidad. Todas estas son solo algunas de las realidades que ya están empezando a ser el día a día en Ikea.

Louis Vuitton ha puesto esta formación obligatoria

Pero no solo la multinacional sueca está en pie de guerra contra la violencia de género, sino que otras muchas empresas están tomando la iniciativa que la Fundación Ana Bella ha puesto en marcha. «El lunes estaré en el Grupo Dia, dando una formación en Madrid. El miércoles estaré en Seat con 200 personas de su plantilla. Lo hemos hecho en la manufactura de Louis Vuitton, donde han puesto esta formación obligatoria y resulta que en un solo un mes nos han llamado con doce mujeres que han detectado las jefas y jefes de sección, después de haber aprendido las señales que lo indican, y nos las han puesto al teléfono, ayundándolas a romper el silencio». Así la fundadora Ana Bella cuenta, con gran ilusión, los avances que están viendo gracias a esta iniciativa.

Estas iniciativas son innovadoras, rompedoras y seguro cambiarán para siempre el ambiente laboral en las empresas. Y es que hay que tener en cuenta que para una mujer maltratada lo más crucial es romper la dependencia emocional que arrastra de su maltratador. Lo más importante es romper ese silencio que les ahoga y las paraliza, para así poder seguir avanzando. «Cuando tú te libras de los malos tratos, tú te buscas la forma, porque somos mujeres muy fuertes. Lo primordial es ayudarla a salir de ahí y quién mejor te puede ayudar que los que pasan contigo ocho horas al día. Una formación que gracias a empresas comprometidas y a nuestra fundación ya es una realidad para 200.000 trabajadoras y trabajadores», describe Estévez.

Frigo es otra de empresas que está queriendo aportar su granito de arena en esta lucha contra la violencia machista a través de la iniciativa #SoyFrigo. Junto a la Fundación Ana Bella, Soy Frigo ha querido contribuir en la inserción laboral y social, empoderando a mujeres supervivientes, ayudándolas, formándolas y acompañándolas durante sus jornadas de trabajo. “Con esta iniciativa, que nació en 2014, siempre hemos ayudado a diferentes colectivos en riesgo de exclusión social. Este año, gracias al acuerdo con Ana Bella y desgraciadamente por ser también un colectivo con mucha vulnerabilidad, hemos puesto especial hincapié a ayudar a mujeres supervivientes, mujeres como Maribel Fernández. Y lo hacemos a través de bicicletas, carritos, kioscos o puntos de venta de helados que nosotros tenemos a lo largo de la geografía española le damos preferencia a estas mujeres para que trabajen en los meses de verano vendiendo helados”, así explica Miguel Marti, responsable de la campaña #SoyFrigo a nivel Europa, el proyecto que hará real un empleo para 100 supervivientes en la época estival del próximo 2020.

La Fundación Integra es otro de los lugares donde se hace posible el sueño de muchas mujeres que han sufrido violencia de género. Cuentan con una iniciativa que las ayuda a formarse para conseguir un trabajo, siempre de forma anónima, y que así logren comenzar desde cero una nueva vida, sin una etiqueta de víctima. Un total de 55 empresas forman parte de Compromiso Integra, una red de empresas comprometidas con el empleo socialmente responsable que creó la Fundación en 2015, 40 de ellas este año, han ofrecido un puesto de trabajo a 400 mujeres víctimas de violencia de género. Un dato interesante, el 27% del empleo que se ofrece en la Fundación es para mujeres víctimas de violencia de género.

Fundación Integra se encuentra de intermediaria entre entidades sociales y empresas. Trabajan con más de 90 entidades sociales especializadas en violencia de género, las cuales les derivan las mujeres candidatas al puesto de trabajo. Lola Sato, responsable del área de empleo de violencia de género, relata el gran éxito que están teniendo con este proyecto: «Tenemos acuerdo con empresas como Iberia, Barceló, Bankia, Bankinter, Banco Santander, Acciona, Alsa, FCC, Ferrovial, Grupo Eulen, Samsic, El Corte Inglés, Sareb, Mutua madrileña, UFV, Sacyr…. Las cuales en un 90 % de los casos hacen una valoración excelente de todas las mujeres que incorporan a sus plantillas».

Además de esta red de empleo esta Fundación también cuenta con una Escuela de Fortalecimiento. «En Integra tenemos una escuela a la que vienen mujeres durante una semana donde voluntarios de empresas les imparten talleres sociolaborales en el que aprenden cómo hacer un currículum, cómo preparar una entrevista… Todo muy focalizado a la empleabilidad y al fortalecimiento personal de las mujeres. Queremos que las víctimas de violencia que acudan a nosotros vean que estamos ahí y que esa guía las ayude a conseguir una oportunidad», afirma Rosa María Granero, responsable de Comunicación de la Fundación.

Es cierto que aún queda mucho por hacer en cuanto a la erradicación de la violencia machista, una lacra que ha asesinado a 1.028 mujeres desde el año 2003. Pero hay salidas. El paso que tienen que dar las víctimas para convertirse en supervivientes es muy difícil, pero siempre podrán encontrar el apoyo de mujeres como Ana Bella, que siempre estarán dispuestas a guiarlas en el camino que las llevará a esa nueva vida libre de violencia.

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