Mujer y Poder

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Violento día…¡ el Día en contra de la Violencia!

Natalia Vidales Rodríguez

SemMéxico. Sonora. 27d e noviembre de 2019.- El  lunes  pasado fue el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y, en aparente contradicción, en  la CDMX  se realizaron,  durante la marcha para recordar las  agresiones  a los derechos  (incluido el de la vida)  y a  las libertades de las mujeres,   actos de violencia,  disturbios y daños. 

Al respecto, lo primero que habría que aclarar es que esos días no son celebraciones  propiamente dichas, como  por ejemplos  las fechas patrias de la Independencia , de la Reforma o de la Revolución;  o como se festejan  los cumpleaños,  los aniversarios de bodas y  demás felicidades. En este caso  –como en otros igual de indignos–   se trata de manifestarse  en contra de agresiones, desapariciones y muertes, y el pasado lunes,  particularmente en contra de las mujeres. 

Se trata de un día de reivindicaciones, de exigencia de Justicia y de esperanza en que, mediante la acción en conjunto y aprovechando una fecha especialmente establecida para hacerlo, pudiera lograrse la aparición de aquellas mujeres  ( así  ya sea solo de  sus restos) de las que, de un día para otro ya no se supo nada  y, en general,  de la erradicación de la violencia de todo tipo y en toda clase de lugares  ( ancestral, por cierto) en perjuicio de la mujer: las agresiones físicas, morales, económicas,  en el hogar, en los centros de trabajo, en la vía pública, etcétera.

Si deseas la paz…prepárate para la guerra, decía el emperador romano Julio César (dato cultural: la frase, en realidad es del estratega militar del imperio,  Vegecio,  en su Epitoma Rei militaris), refiriéndose, obviamente, en que tal vez tengas que recurrir  a la violencia  –si el reclamo legítimo  no fue suficiente–  para lograr que llegue la paz.  Y no existe demanda más legítima que dejar a las mujeres en paz (pero ya no invocando al “por el amor de Dios”), sino reclamando el  orden y  la Justicia aquí en la tierra.  

La condena a las pintas en monumentos públicos (al Palacio de Bellas Artes y  al Hemiciclo a Juárez, entre otros, defendidos sin violencia por parte de mujeres policías que fueron agredidas por mujeres manifestantes,  y que afortunadamente pudieron ser aseados y que no hubo lesionadas)  y a los destrozos a comercios ( los más lamentables e injustos  dado lo ajenos al conflicto), en realidad palidecen ante la indignación por las cifras de feminicidios y de agresiones impunes  a las mujeres en todo el país y durante tanto tiempo. 

Al parecer la indignación brotó precisamente por el número de agentes que custodiaban muy celosos los monumentos y los comercios, al grito de que lo que deberían de garantizar era la seguridad pública, pero en realidad  la reacción no fue espontánea, porque un grupo de alrededor de 50 activistas ( de entre más de tres mil marchantes pacíficas)  ya iban encapuchadas y  preparadas con tubos para causar destrozos y aerosoles para las pintas.

El reclamo tuvo –como en otras ocasiones–  su momento de sarcástica realidad: una reportera le preguntó a quién pintarrajeaba el hemiciclo porqué lo hacía,  y le contestó que eso le pasaba a Benito Juárez  “por andar en la calle tan tarde” ( en alusión a lo que se “merecen” las mujeres por salir solas en la noche). 

Ciertamente que los daños causados son reprobables, pero más cierto es que los feminicidios y las agresiones de todo tipo  son incomparablemente peores,  y que la marcha del pasado día 25 fue una alerta de que las autoridades no están cumpliendo con su tarea elemental en materia de seguridad pública, y mucho menos tratándose de la protección a las mujeres,  cuando después de una agresión son revictimizadas en las barandillas de las policías a donde acuden a denunciar los hechos. 

Y tampoco ayuda el acuerdo recién emitido por el Presidente López Obrador en la víspera del evento, en que decretó  que el machismo ya no existe en México ( cuando lo primero que hizo al llegar al  poder fue eliminar las Estancias Infantiles en perjuicio de las mujeres trabajadoras,  y  los refugios para  mujeres agredidas). 

Decía Ortega y Gasset que cuando los hombres echan a perder las cosas…aparecen las mujeres para componerlas.

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