División de poderes… no de mexicanos
*Natalia Vidales Rodríguez
SemMéxico. Sonora. 6 de diciembre de 2019.- Tras un año de pasmo de la oposición ante el arrollador triunfo de López Obrador y de un ejercicio del poder de corte autoritario parece que , por fin, se advierte un camino que podría llegar a contrapesarlo, y el cual quedó evidenciado con la marcha ciudadana del pasado día domingo primero ( el mismo del festejo de AMLO tras un año de gobierno).
Y, como suele suceder ante la imprevisibilidad del futuro, por cercano que sea, la vía no provino de los partidos políticos, ni de sus actores estereotipados (algunos, de plano, impresentables y representando papeles de villanos), sino de la sociedad civil: para que la cuña apriete, dice el refrán, ha de ser del mismo palo. Y, así, parece que un Movimiento popular en contra del gobierno actual podría compensar el poder del Movimiento que llevó a la Presidencia a AMLO, y lograrse el afán de que la Democracia no puede y menos debe, ejercerse de un solo lado.
Si a divisiones vamos — se escuchó durante la marcha del domingo — que la separación sea, como dice la Constitución, de poderes, precisamente para equilibrarlos. Pero no el fraccionamiento de la sociedad como mexicanos –que promueve el Presidente– sino en virtud de las diferencias de pensar y de actuar que aporten lo mejor de cada cual a la colectividad, desechándose lo pernicioso al pasarlas por el cedazo de la opinión pública.
La división que conviene hoy al autoritarismo es la de los mexicanos, no la de los poderes. Contando con una base fiel de seguidores ( con alguna dotación de “fans”, abreviatura de fanáticos) distinguiéndola maniqueamente de los opositores, se intenta la discordia nacional entre dos Méxicos, cuando, en realidad, existen decenas e incluso miles de ellos.
Ortega y Gasset decía que “en los pueblos hay tanta mayor energía cuanta más grande diversidad de pareceres…en el cúmulo de las visiones individuales o de grupo, comunicadas de mil modos en la conversación, en los periódicos, en los libros, en los discursos –y ahora también en las delirantes redes sociales– se forman las grandes corrientes políticas”.
El “divide y vencerás” de Maquiavelo en favor del gobernante prehistórico, y que es la tónica del actual régimen, va en contra de la conseja de separar y de fortalecer a los poderes en bien de la Democracia que defiende Montesquieu en pro del bien común.
Sin embargo el divisionismo de AMLO es discrecional: ahora que Cuauhtémoc Cárdenas lo calificó como ajeno al cardenismo (uno de los símbolos de la 4T), y previno sobre un “sexenio perdido”, el Presidente no lo llama fifí ni conservador ( con que hubiera fulminado a cualquier otro), sino que “lo respeta” (pues sí, porque con el líder moral e ícono de la izquierda no le conviene enemistarse, aunque le diga sus verdades).
En la marcha del domingo en contra del afán separatista del Presidente y del fracaso de la política en contra de la inseguridad y de la violencia en México, así como por la falta de crecimiento económico, fueron las organizaciones civiles y colectivos ( de todo tipo ), así como ciudadanos espontáneos quienes la encabezaron, llevando a remolque a los directivos y militantes de los partidos políticos de la oposición y no como podría esperarse ( o como ocurría antes), al revés, en que aquellos lideraban ( o acarreaban) a las personas.
Esa marcha de disímbolos juntos, así fuera por la circunstancia que los convocó en contra del actual régimen –por sus excesos de poder, por un lado, y por sus deficiencias por el otro– fue un primer paso concreto y efectivo para que, a contrapelo de AMLO, los mexicanos estemos unidos…pero los poderes separados.