La salud sexual tiene que dejar de ser solo cuestión de mujeres

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  • Muchos dirán que la maternidad es la razón principal por la cual cuidar la sexualidad es un asunto femenino. De ser así indicaría que la salud es secundaria o no importa a la mayoría de las personas pero, las enfermedades sexuales son asunto de todas y todos

Por Carolina Domínguez González-Besada

SemMéxico/AmecoPress. Madrid, 19 dic. 19.- Las mujeres gastan una media de 238 euros al año por el simple hecho de serlo. Un sobrecoste por puro nacimiento del cual la mayoría, hasta hace poco, vivían sin ser conscientes. La desigualdad que eso supone no es percibida por muchas personas, pero la realidad es que está ahí y es parte de nuestro día a día. Aunque esta desigualdad se refleja en las cifras económicas, va mucho más allá.

A los 30 años la mayoría de las mujeres se han gastado unos 1.800 euros en anticonceptivos como la píldora, el método más utilizado en España, o el anillo vaginal. Pero además del gasto económico que conlleva, ¿Qué pasa con el tiempo que se pierde comprándolos? ¿Y los quebraderos de cabeza para acordarse? ¿Y las horas que se invierten en acudir a citas médicas para controlar la salud sexual? Desde bien pequeñas todas tienen claro que la responsabilidad de la sexualidad es suya. Las citas en ginecología se aconsejan una vez al año, deben saber si todo marcha bien desde que se comienza a tener relaciones sexuales.

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El mundo masculino es radicalmente distinto. A ellos nadie les dice nada sobre esos temas, no asumen responsabilidad alguna, al menos hasta que aparece algún problema. Parece que la prevención no es asunto suyo. En el caso de los hombres la situación no es ni siquiera parecida, porque solo tienen la recomendación de ir al urólogo a partir de los 50 años a causa de problemas prostáticos, a pesar de que son ellos los que más enfermedades de transmisión sexual padecen. Pero, ¿hay algún porqué para esta diferenciación? Según Francisca García, ginecóloga en la clínica GineMálaga y presidenta de la Asociación de Clínicas Acreditadas para la interrupción del Embarazo (ACAI), la recomendación no tiene ninguna base médica: «No hay ninguna razón médica para indicar que a partir de la primera relación sexual una mujer tenga que ir a la ginecóloga o al ginecólogo. Supongo que socialmente se piensa que a partir de ahí tienes que empezar a cuidarte, entiendo». Y así se comprueba que una vez más la sociedad hace responsables a las mujeres de una cuestión que debería ser, también, asunto de ellos.

«Cuando una mujer o un hombre se inicia en las relaciones sexuales deberían de ir a un profesional, tanto los hombres como las mujeres. Ir al urólogo a los 50 es porque empiezan con problemas de próstata, pero antes también deben ir a su médico. Lo que pasa es que la responsabilidad del anticonceptivo se considera, en la sociedad en general y desde todo sector sanitario o educativo, que reside en la mujer porque es la que se queda embarazada. Creo que es así de duro», afirma Francisca García. Y sí, así de crudo es. Esa es la realidad del machismo que aún es parte de la sociedad española. Ellos padecen un 60 % más de gonorrea que las mujeres. Hay un 53 por ciento más de hombres con sífilis. Y las ladillas afectan tan sólo al 18 por ciento de mujeres frente al 81 de hombres. Mirando estos números, ¿no sería lógico que fueran los varones los obligados a acudir a consulta más frecuentemente?

Las revisiones sexuales deberían ser obligatorias para ambos sexos

Muchos dirán que la maternidad es la razón principal por la cual cuidar la sexualidad es un asunto femenino. En el supuesto de que eso fuera así, indicaría que la salud es secundaria o no importa a la mayoría de las personas. La realidad es que las enfermedades sexuales no afectan tan solo a aquellas personas que van a ser madres, así que de importar realmente la salud y el hecho de curar las infecciones sexuales que se puedan presentar, volveríamos a tener que estar obligados, hombres y mujeres, a ir durante toda nuestra vida con periodicidad al médico.

Pero sigue sin ser así. Preguntes al médico que preguntes, te contestará que los hombres están obligados a ir al urólogo a partir de los 50 ó a los 40 si tuviera antecedentes familiares de cáncer, en ningún momento se plantean recomendar revisiones por enfermedades derivadas de relaciones sexuales a ningún hombre.

Y es que está claro que la discriminación no es solamente económica, incluso eso sería lo de menos. Más de seis horas al año es lo que pierde cualquier mujer en ir al supermercado para comprar cualquier tipo de producto para el periodo. Otras seis en acudir a la farmacia de turno para hacerse con el método anticonceptivo elegido. Y el incalculable tiempo que se invierte en asistir a las citas obligatorias en el departamento de ginecología, porque si no es una consulta privada, seguramente serán siglos esperando. Todo esto es solo una cuestión femenina. «Las mujeres que acuden a la consulta para solicitar anticonceptivos siempre lo hacen solas, en muy contadas ocasiones están acompañadas por sus parejas. A los hombres no se les educa para formar parte de ese proceso», afirma Clara Iglesias, médica de familia en un centro médico privado.

Hay que compartir el gasto de los anticonceptivos

«Parece una tontería, pero en realidad no lo es. Tomar la píldora te tiene atada a un recordatorio día a día. Yo tengo una alarma en el móvil para acordarme y aún así a veces me despisto. Es como una carga mental de la que solo somos responsables nosotras, ellos dejan esa obligación en nuestras manos cuando también es su compromiso». Marta, estudiante de la Universidad Complutense que prefiere no desvelar su apellido, explica así la manera en la que ella y su pareja manejan los anticonceptivos cada mes. Es curioso la extrañeza con la que reaccionó al preguntarle por este tema. Ella tiene ya 23 años y hasta ahora no se había planteado que la responsabilidad es de ambos, tanto la económica como la psicológica.

En España más del 72 por ciento de las mujeres toma algún tipo de anticonceptivo. La edad a la que deciden comenzar con ellos es a los 20 años de media. Esto implica que unas 11.420.000 mujeres están actualmente siendo las únicas responsables de la sexualidad de millones de parejas estables y esporádicas que hay en este país durante más o menos unos 30 años. Once millones de personas que invierten un tiempo, más o menos 240 horas a lo largo de su vida, y unos pensamientos que les quitan tranquilidad y tiempo libre para hacer otras cosas. Si esa responsabilidad fuera compartida la calidad de vida de las mujeres, sobre todo psicológica, aumentaría exponencialmente.

«En mi vida he ido al urólogo, ni me lo he planteado»

Ellas tienen que informarse. Son ellas las que van a ginecología desde que tienen su primer contacto sexual. Son las responsables de tomarse el método anticonceptivo correspondiente, en el momento adecuado, para que no se produzca un embarazo no deseado. Son las mujeres las que casi siempre bajan a comprar ese método y en muchos casos las que lo pagan. Tristemente a los hombres les han enseñado que solo tienen que sentirse responsables de evitarlo en el momento en el que ya es un hecho, y no en todos los casos. Ellos de manera subliminal han entendido que el único momento en el que deben acudir a un médico es cuando una enfermedad sexual se ha manifestado. En consecuencia es posible que la enfermedad se haya pasado a otras personas, ya que los síntomas en ellos suelen tardar más en ser visibles. «Es cierto que hasta ahora a mí nadie me ha dicho que debo ir regularmente al médico. En mi vida he ido al urólogo, ni me lo he planteado. Supongo que son costumbres que hay que empezar a cambiar», cuenta Manuel (nombre ficticio por decisión del entrevistado), residente en Madrid, de 27 años que tiene novia desde hace un año.

Los datos dejan en evidencia la gran desigualdad que existe a la hora de responsabilizar en cuestiones sexuales, pero está en la mano de cada una de nosotras y de nosotros cambiar la realidad en la que vivimos. Las enfermedades sexuales son cuestión de cualquier sexo. La salud no puede ser solo asunto de las mujeres. Y el compromiso con la toma de anticonceptivos deben estar en manos de ambas personas, al menos, dentro de una pareja. El camino a la igualdad pasa por muchos detalles del día a día que hay que cambiar.

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