Invisibles las víctimas colaterales del narco

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* Katia perdió a sus amigas, en menos de un año ha enfrentado 10 cirugías

*  Ella buscaba trabajo en una empresa eólica, las autoridades no responden

Patricia Briseño

SemMéxico, Oaxaca, 16 de marzo 2020.- Katia, de 24 años de edad, originaria de Unión Hidalgo, localidad ubicada en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, el 20 de mayo de 2019 despertó entusiasmada ante la posibilidad de conseguir ese día un empleo en el parque eólico de La Venta, en la municipalidad vecina de Juchitán de Zaragoza.

Este trabajo le permitiría poner en práctica sus conocimientos en el área de técnica en recursos renovables, y salir adelante en los gastos de la crianza de su hijo, de dos años de edad.

En compañía de cuatro amigas, igualmente interesadas en conseguir una plaza laboral, Katia llegó a la vieja bodega donde el contratista habría de entrevistarse con los aspirantes.

“Al llegar nos encontramos una fila conformada por unos 40 hombres. Fue un poco incómodo porque únicamente éramos cinco mujeres, pero decidimos permanecer a pesar de los comentarios y miradas de los señores”, recordó.

Sin embargo, mientras esperaban la hora de recepción de documentos, un grupo de hombres uniformados bajaron a prisa de una camioneta para dispararle a quienes aguardaban en la fila. Unos corrieron, mientras que otros cayeron al piso. “Yo tomé la mano de mi amiga, Lucia, para correr y escondernos”, contó Katia en entrevista a este medio.

“No dejes a ninguno vivo, se decían unos a otros», recordó.

Refirió que ella se escondió debajo de una camioneta, pero un sicario la encontró e intentó sacarla, pero después se desistió para dispararle por la espalda en varias ocasiones.

La chica aún tiene presente esa voz que le gritó: ¡“Ya valiste madre”!

El ataque de los sicarios arrojó seis personas muertas, entre ellas, las amigas de Katia, además de varios heridos, quienes esa mañana acudieron a la cita para contratarse en el parque eólico.

Los proyectiles que recibió Katia le fracturaron la columna –T9, T11 y T12—lo que provocó quedara parapléjica. Otros, le atravesaron el estómago, el pulmón y deshicieron el intestino grueso y delgado.

Tras el atentado, la joven madre fue ingresada al Hospital local “Macedonio Benítez Fuentes”, en Juchitán, donde el descuido clínico y falta de asepsia del lugar le provocó peritonitis.

 “Los médicos me desahuciaron. Me dijeron que no había nada que hacer”, recapituló la joven técnica en ingeniería y madre soltera. 

Destacó que su familia hizo un video exponiendo su situación, y como ella era una víctima colateral de la delincuencia organizada en la región del Istmo; el mensaje llegó a la Secretaría de Salud de Oaxaca, que la trasladó al Hospital de Especialidades, una institución federal, ubicada en la zona metropolitana de la ciudad de Oaxaca.

En ese hospital de tercer nivel le practicaron diez cirugías, una de ellas fue por la peritonitis adquirida en el hospital de Juchitán, también le salvaron el riñón y cortaron parte del intestino necrosado

En este sentido dijo que su familia decidió abocarse a salvarle la vida, por lo que no siguieron el proceso judicial ante la Fiscalía General de Justicia del estado.

 “Durante cuatro meses estuve postradas en una cama, además tenía miedo de que llegaran al matarme”, subrayó.

A diez meses del ataque armado ocurrido en la agencia La Ventosa, en la región del Istmo, que acabó con la vida de sus amigas y a ella la dejó parapléjica, Katia, no ha encontrado justicia ni consuelo.

“Desgraciadamente me pasó a mí; yo solo aspiraba a un trabajo que me permitiera salir adelante. Las autoridades locales se deslindaron y la empresa contratista huyó y tampoco regresó”.

Ante esta situación, Katia acudió a la representación del programa Bienestar en Oaxaca con el objetivo de aspirar a la pensión para personas con discapacidad, sin embargo, desde septiembre, espera la respuesta. «Me llevó mi familia, en la silla de ruedas. El responsable vio que no puedo mover medio cuerpo, que estoy atada a una sonda y que dependo de terceros».

La joven también tocó las puertas de algunas fundaciones filantrópicas que rechazaron apoyarla debido a que su paraplejía es resultado de un accidente, y no de un mal congénito.

¿Por qué las víctimas colaterales no contamos con la atención gubernamental? , terminó.

SEM/pb/sj

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