Norma Loto
SemMéxico/SEMlac. Buenos Aires. 5 de mayo de 2020.- Cuando empezó el confinamiento a causa del COVID 19, la romantización había llegado a tanto que hasta se animaron a decir: “Esta pandemia nos hará mejores personas”. Pero no, no fue así porque el odio busca cualquier excusa para lucirse.
Ayer, en 4 horas elHashtag #LenguajeInclusivo fue TT en Twitter. El motivo: días atrás se conoció la intervención de un pasaje de la Martín Fierro de José Hernández por parte del filósofo Darío Sztajnszrajber. Esta obra es considerada un valor criollo, nacional. Algo que parece una digresión en el actual contexto de pandemia, no lo es al menos en Argentina que en los últimos días se cacerolea desde los balcones para manifestarse a favor de empresarios, en contra de la prisión domiciliaria a la población carcelaria y la lista podría seguir.
Es decir, ni la pandemia que parecía que había llegado para aleccionarnos humanamente impide que el odio explote como maíz pisingallo al convertiré en pororó. Cualquier excusa es razón para atacar y hoy le tocó al lenguaje inclusivo no sexista.
Hace muchos años que estudio el lenguaje inclusivo no sexista. Lo enseño y materno con él en todas sus variantes, porque creo que su peso es mucho mayor de la discusión gramatical. No uso solo la E para incluir, soy de la generación que luchó porque nos nombren con la A, y no creo necesario desaparecerla ni englobarla en la E. Politizar es nombrarnos y por eso uso la E y la A, para politizarnos todo el tiempo. Digo esto a riesgo de ganarme enemigues. Y, digo bien: enemiguEs.
Por lo demás, no creo en el determinismo lingüístico, pero sí puedo dar fe que el lenguaje influye en un encuadre de la realidad.
Sin embargo, es más, los medios de comunicación recurren a lo que en retórica llamamos Falacia ad populum. Es decir, tirar información errónea para alimentar algunos idearios que se basan no sólo en el odio sino en la falta de conocimiento por parte de la sociedad. Algunas de las falacias que circularon fueron por ejemplo que: una docente calificó con un une a un examen de un estudiante que estaba escrito en inclusivo no sexista; otra fue la publicación que asevera que la RAE puso fin al uso de la E. Y no fue así, la Academia solo se pronunció y recomendó; no prohibió y no puede prohibirlo.
En medio del aislamiento social y obligatorio el lenguaje inclusivo no sexista tuvo su momento. Y fue entonces cuando recordé al poeta y escritor brasilero Luis F. Verissimo que hace tiempo escribió un microrelato llamado SEXA, y trataba de un niño que interrogaba a su padre:
–¿Cómo es el femenino de sexo?
–No tiene.
(…)
–¿Sexo no tiene femenino?
–No.
–¿Sólo hay sexo masculino?
–Sí. Es decir, no. Existen dos sexos. Masculino y femenino.
–¿Y cómo es el femenino de sexo?
–No tiene femenino. Sexo es siempre masculino.
–Pero vos mismo dijiste que hay sexo masculino y femenino.
–El sexo puede ser masculino o femenino. La palabra «sexo» es masculina. El sexo masculino, el sexo femenino.
–¿No debería ser «la sexa»?
–No.
Y luego de un engorroso ida y vuelta, el padre se cansa y dice al hijo: –¡Basta! Andá a jugar.El muchacho sale y la madre entra. El padre comenta: –Tenemos que vigilar a este chico…
–¿Por qué?, pregunta la madre.
–Sólo piensa en gramática.
Recordé a la Saxa, lo releí y rememoré un encuentro previo al aislamiento #COVID19 con #SeñoraHater de mi barrio. Ella me saluda amablemente en el gimnasio y me pregunta:
-¿Cómo es el inclusivo de sexo?
– Hmmm. Sexe
– No, usted se equivoca.
– El sexo es masculino o femenino
– Habito en una realidad no binaria. Pero si lo desea puede decir: sexa.
– Pero usted me dijo que el inclusivo de sexo es sexe.
– Sexe, sexa, sexo; dígalo como quiera.
– Ah, querida vos con sexe te referís a esa cosa feminista, de los gays y todo eso. Odio el “todes”. La RAE lo prohibió.
La vecina se retira enojada y entra amigx
-Tenemos que cuidarnos de la vecina.
– ¿Por qué? Ignorala, sólo piensa en la gramática.
– No, ella piensa con odio.
