Las mujeres sauditas resisten en el mundo laboral frente a los obstáculos

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  • Ni el ultraconservadurismo social ni el confinamiento por la pandemia de COVID-19, nada puede con las ganas de Fatima al Dakhil de trabajar

Por Redacción AmecoPress

SemMéxico/AmecoPress. Madrid, 05 may. 20.- El ultraconservadurismo social ni el confinamiento por la pandemia de COVID-19. Nada puede con las ganas de Fatima al Dakhil de trabajar, de ingresar al mercado laboral al que las mujeres de Arabia Saudita tienen acceso desde hace muy poco tiempo.

Recién licenciada, Fatima al Dakhil fue contratada en enero como responsable de compras en una filial de una empresa francesa en Al Khobar, en el este del país petrolero.

Durante mucho tiempo, el reino ultraconservador ha mantenido alejadas del mercado laboral a las mujeres, sobre todo por estar bajo un sistema de «tutela» que da a sus «guardianes» el derecho de oponerse a sus aspiraciones profesionales. Las pocas mujeres que tenían acceso al trabajo era en los sectores de la salud y la educación.

Pero en 2016, el príncipe heredero Mohamed bin Salmán presentó el plan «Vision 2030», con el objetivo de diversificar la economía del país, totalmente dependiente del petróleo.

Abrió entonces las puertas del mercado laboral a millones de mujeres.

Pocos meses después del lanzamiento del plan, las primeras sauditas accedieron a puestos de responsabilidad o empezaron a trabajar en el sector de los servicios.

Hoy en día, algunas de ellas dirigen bancos, son empresarias, guardias fronterizas, policías o camareras.

Sarah Al Dosari, de 23 años, buscó empleo durante seis años, hasta encontrar un puesto de vendedora en una tienda de ropa en Riad dirigida por tres mujeres.

«La gente no nos respetaba pero, ahora, los clientes dicen que están orgullosos de nosotras», comenta.

El azote de la pandemia

Tras romper los tabúes, las sauditas tienen que hacer frente ahora a las consecuencias de la pandemia de COVID-19.

Arabia Saudita, el país del Golfo más afectado por el virus con cerca de 19.000 casos de contagio y 144 fallecimientos oficialmente declarados, impuso el confinamiento a su población, y la mayoría de los empleados tiene que trabajar desde casa.

«Al principio de la crisis, me sentía frustrada como nueva empleada y tenía miedo de perder mi trabajo. Pero intento estar tan implicada en casa como si estuviera en la oficina», explica Fatima.

«La crisis del coronavirus pasará», espera la joven licenciada, de 25 años, cuya mayoría de amigas «ha accedido al mercado laboral».

Su colega, Malika Abdelhamid, asumió la dirección de recursos humanos sólo cuatro días antes de que las autoridades bloquearan Qatif, en el este, donde reside.

Desde entonces, ha multiplicado sus entrevistas telemáticas con la aplicación Zoom.

«Construir el futuro»

En el tercer trimestre de 2019, había más de un millón de mujeres sauditas en el mercado laboral, es decir, el 35% de la población activa.

Ellas también son mayoría (84%) entre los desempleados del país, cuya tasa de desempleo es elevada.

La presencia de mujeres en el trabajo es algo muy positivo, asegura sin embargo Rodina Maamoun, a quien desde hace tres años el dueño de cinco comercios de accesorios para mujeres le encargó «feminizar» el personal.

«Los clientes, sobre todo las mujeres, se sienten más cómodas con vendedoras femeninas. Las ventas y los beneficios han aumentado», explica.

En total, ha contratado a 19 mujeres, para substituir a unos efectivos formados antes exclusivamente por hombres.

Hoy en día, además del acceso al mundo laboral, las sauditas pueden conducir y obtener un pasaporte sin la autorización de un familiar masculino.

Pese a estos cambios en la sociedad, las oenegés denuncian al príncipe heredero, especialmente por la fuerte represión que sufren las personas críticas con el reino, como las activistas que lucharon para obtener el derecho a conducir que, según sus familias, habrían sido detenidas y torturadas.

La evolución del país ha hecho que algunas sauditas, que vivían en el extranjero, volvieran al país para encontrar trabajo.

Es el caso de Rania Nashar, presidenta del grupo financiero Samba y primera mujer saudita en ocupar un cargo tan elevado. A su juicio, sus compatriotas «son ambiciosas y están entusiasmadas con la idea de tener un papel en la construcción del futuro de su país».

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