Perdió Bonilla… ¿sigue AMLO?
Natalia Vidales Rodríguez
SemMexico. 13 de mayo de 2020.- Todas las reacciones ante la reciente ejecutoria unánime de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, SCJN, que declaró inconstitucional la extensión del mandato del gobernador de Baja California, Jaime Bonilla — para limitarla a dos años, en vez de los cinco que pretendía– han sido a favor.
Sobre todo porque se temía que, de validarse ese exceso, sería un precedente para que, más adelante, el Presidente López Obrador promoviera –y lograra– su reelección el 2024 (cuando constitucionalmente termina su mandato).Todas las opiniones, salvo la del propio Bonilla, por supuesto, quien dijo que “acataría” la sentencia pero que “no la compartía”, en el clásico ejercicio del derecho al pataleo de quien pierde un juicio.
Se decía que la ahora llamada “anti ley” de Bonilla, era una especie de sonda de exploración para medir el ánimo ciudadano –y sobre todo el criterio de la SCJN– respecto de la extensión de un mandato ( el del gobernador de Baja California) para, más adelante, lograr la reelección de AMLO.
Pero eso es falso: las dos situaciones son del todo distintas, así como sus efectos, tanto formales como materiales: la ejecutoria de la corte se fundó, en síntesis, en que los bajacalifornianos votaron por Bonilla para un período de un año y ocho meses (no dos, como se generaliza) y no por cinco como lo extendió una ley espuria (en contra de la Constitución General de la República) del Congreso del Estado. Pero en el caso del eventual interés del Presidente López Obrador por reelegirse, se haría apegado a la Constitución mediante la reforma correspondiente, y se iría a las urnas por un nuevo periodo de seis años ( muy diferente a lo ocurrido en Baja California).
La única manera de “parar en definitiva” una intención reeleccionista del Presidente el 2024, sería que en las próximas elecciones del 2021 la oposición lograra quitarle la mayoría absoluta en el Congreso de la Unión a MORENA, el partido de AMLO. Hoy, Morena, con sus aliados, alcanza la mayoría calificada de las dos terceras partes de curules necesarias para una reforma constitucional en la cámara baja; y ciertamente no la tiene en el Senado, pero con una buena mano izquierda podría lograr ahí los escasos votos que le faltan para ello. Y, entonces, solo aumentando el margen de diferencia en ambas cámaras haría inviable la reforma reeleccionista.
No faltará algún lector que señale que AMLO ya dijo –y firmó ante notario– que no buscará repetir en el cargo, pero también había dicho que lo dieran por “muerto” el 2006 y resultó que fue el candidato tanto ese año como el 2012 y luego el 2018 ( similar a Evo Morales en Bolivia, quien tras un primer periodo en la presidencia, dijo que se iría a su pueblo natal a disfrutar de los anticuchos y los silpanchos, platillos de su natal Orinoca, acompañados de sonso de yuca), pero se reeligió tres veces más porque “el pueblo se lo exigió”…
Otra posibilidad es que en las urnas de marzo del 2022, fecha programada para una consulta sobre la Revocación del Mandato del Presidente López Obrador, se corte por lo sano algún intento reeleccionista suyo, mandándolo a su rancho en Chiapas a comer peje lagartos incluso antes de terminar el sexenio, pero es poco probable porque los requisitos para lograr la revocación son prácticamente insalvables.
Sin embargo, el costo político por la crisis económica –que se les carga a los gobernantes por su culpa o sin ella– que trajo consigo el Covid-19 y que dio por terminado anticipadamente el cambio verdadero de la 4T, podría traducirse en un rechazo popular mayúsculo que lograra le revocación.
Pero, en el menor de los casos, todo apunta a que MORENA, en una especie de debut y despedida, perderá la mayoría en el Congreso de la Unión el año próximo, y con ello se esfumará cualquier riesgo reeleccionista de AMLO. Pero habrá sido por la crisis, independientemente de que se haya desinflado la “sonda exploratoria” de la anti ley Bonilla.