Relatos de Mujeres COVID-19

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Días de esperanza

Por: Susana Vidales Rodríguez

SemMéxico. Ciudad de México. 12 de mayo 2020.

Querida Silvia,

Oigo el canto de los pájaros, claro y fuerte, un parloteo que llega hasta mi cocina.

La mañana es soleada, más tarde se pondrá caluroso, pero temprano corre un viento fresco del que ahora disfruto.

Todos estos días en la cuarentena de la Ciudad de México la primavera está en su esplendor. Desde los primeros de marzo la ciudad se tiñó de morado con las jacarandas en flor y el aroma de sus flores inundando las noches.

Para mí este mes de marzo será el del feminismo otra vez en las calles, ahora masivamente y con una energía y un enojo nunca antes visto. Y las flores de jacaranda me recordaran siempre a la diamantina que las jóvenes feministas arrojaron a la cara del gobierno ante la ineptitud y la indolencia para ponerle freno a la violencia feminicida.

Los días perfectos han continuado durante toda esta cuarentena, en contraste con nuestras emociones, sujetas al vaivén de la información incesante, contradictoria y hasta falsa.

Toda esta situación me trae a la mente la frase del escritor Daniel Sada: “Porque parece mentira, la verdad nunca se sabe”. Mis días en estos tiempos del coronavirus tienen rutinas distintas. 

Hay días en que me despierto temprano para recibir al nieto que viene a quedarse conmigo porque no hay guardería y ambos padres trabajan en oficina aún durante la cuarentena. Mi nuera tiene un puesto en empresa de los Salinas y éste ha declarado públicamente su desacuerdo con las medidas sanitarias dictadas por el gobierno y a pesar del decreto oficial mantiene abiertas sus oficinas y tiendas; así que, junto a los papás, nieto y abuela se ponen en riesgo, todo sea por la avaricia empresarial.

Pero pues no es más que un ejemplo, de los millones que hay, de lo que nuestro sistema económico, político y social ha predicado hasta ahora, su falta de interés en la persona y el bienestar humano.

Claro que cuando nos tocan en lo individual las situaciones se ven de muy distinta manera y las emociones se desbordan, hay enojo, angustia y hasta miedo.

Esos días con el nieto son los de total felicidad y gran energía, ahuyentan toda emoción negativa, no hay cabida para otro sentimiento que no sea de amor puro e incondicional con esta personita que apareció en mi vida hace casi dos años y que viene a ser mi tercer nieto.

No es sino hasta que vuelvo a quedarme sola que veo las noticias del día y reviso mis correos y chats, y me enfrasco en las reflexiones diarias sobre lo que está ocurriendo. A las 7 de la tarde enciendo la tele para ver en cadena nacional, como si fuera la telenovela, y a veces tengo la impresión de que es una telenovela,  al Dr. Lopez Gatell y su reporte sobre el coronavirus.

Casi siempre termino recordando algún dicho de mi madre recientemente fallecida, como aquel de: “Más vale creerlo, que adivinarlo”.

Otros días, desde temprano estoy viendo noticias y artículos relevantes a la cuarentena y revisando mis chats y lo que me han enviado amigas, redes y familiares.

El chat Rodríguez es muy activo y se comparten todo tipo de informaciones y reflexiones, de todos los colores y sabores. Algo que me encanta de mi familia es su pluralidad y respeto por las diferencias de pensamiento.

Me sentí muy orgullosa cuando el mayor de mis nietos me dijo hace poco: Abi, tu casa es una casa democrática porque aquí se puede discutir de cualquier cosa.

Desde niña me gustó descubrir y discutir ideas, intercambiar puntos de vista; pensaba y sentía que me enriquecía conocer lo diferente. Por eso, como estudiante del bachillerato me involucré en el movimiento estudiantil del 73 en Sonora y descubrí el feminismo junto a un grupo de jovencitas visionarias que producíamos para la radio Universitaria un programa sobre la “liberación de la mujer”. También descubrí a los troskos del entonces Grupo Comunista Internacionalista y sus ideas sobre la revolución permanente y el desarrollo desigual y combinado y con ellos me adentré en la formación marxista.

Y en estos días en que hay más tiempo que vida, los recuerdos vuelven nítidos, alentados además por toda una serie de videos y audios de tiempos pasados que aparecen en casi todos los chats, (¿un signo del temor al futuro?).

Puedo estar horas en la nostalgia, complaciéndome en revivir momentos felices y gratificantes; pensando en los años de luchas, en todas las acciones que se han hecho a favor de los derechos de las mujeres y en las que he participado junto a muchas otras compañeras, algunas que ya no están, otras como tú, querida Silvia, que siguen contribuyendo.

Claro que para traerme bruscamente a la realidad están los chats de las diversas articulaciones feministas, en las que sobre todo y a pesar del coronavirus, las informaciones siguen siendo de feminicidios y abusos a las mujeres. Y los números de asesinadas son aterradores, pero nadie hace cuarentena por ello.

Otro chat importante y muy activo es el de la organización de vecinos de Coyoacán, mi barrio, en el que todos los días se comparten informaciones sobre la epidemia y los lugares en el rumbo en los que se puede ordenar comida y conseguir servicios.   El chat es lugar de interminables discusiones sobre si el gobierno miente o no en sus informes de la situación hospitalaria y su capacidad para enfrentar esta contingencia.

Pero estos mismos vecinos, tan diversos en sus apreciaciones y en sus filiaciones políticas e ideológicas, nos hemos puesto de acuerdo para el apoyo al personal de salud de los hospitales de la zona, llevando equipo de protección, que se compra con el dinero recaudado a través de este chat, a diversos hospitales del rumbo.  

Porque por redes, en mensajes a la ciudadanía y a través de los medios, muchos médicos y enfermeras están denunciando  que no tienen equipo de protección, que se están infectando por ello y que su situación es desesperada. Al chat se suben fotos  del momento de la entrega del equipo y agradecimientos de parte del personal de salud beneficiado con este apoyo.

Estas iniciativas ciudadanas se están sucediendo en diversas colonias de la ciudad. Como siempre somos los ciudadanos los que nos movilizamos ante los desastres. Los gobiernos no salen de la simulación, la corrupción y la mentira, solo hay que ver las noticias.

Hay compras discrecionales de ventiladores hasta en millones de pesos; hijos de políticos convertidos rápidamente en empresarios de material y equipo médico. Cubre bocas que costaban 3 pesos se venden por 100 y el gel anti bacterial es producto de lujo.  

Hay quienes atacan a los médicos y enfermeras porque los creen foco de infección y en varios casos los propios vecinos quieren impedirles que entren al edificio de departamentos en el que viven.  Es en la adversidad donde sale a relucir lo mejor y lo peor de las personas.  En esos días, igual que en la composición de Silvio Rodríguez, la rabia es mi salvación.

Y luego están los días como hoy en que puedo detenerme a escuchar el canto de los pajaritos y escribirte estas líneas.  Son los días de la esperanza.  Ya te contaré más sobre estos en otra entrega.

Te quiero

Susana

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