Qué hacer para acabar con las violencias contra las mujeres

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  • El debate del tercer webinario del ciclo ‘La igualdad de género para la (re)construcción de un mundo sostenible’ aporta ideas y propuestas legislativas, políticas y sociales para transformar las normas sociales y los imaginarios que reproducen, normalizan y nutren las violencias machistas y su impunidad

Por Gloria López

SemMéxico/Amecopress. Madrid, 23 jun. 2020. El webinario «Beijing +25: El fin de las violencias contra las mujeres y su vinculación con nuevos modelos de relaciones sociales» reunió a expertas de distintos ámbitos y países para analizar en el ámbito nacional e internacional, el estado, la evolución y las propuestas realizadas desde la sociedad civil como respuesta ante las violencias que sufren mujeres y niñas por el hecho de ser mujeres. Además, se analizaron las normas sociales e imaginarios que dentro de las sociedades legitiman, sustentan y reproducen estas violencias y se compartieron propuestas para avanzar.

Según la Organización Mundial de la Salud “Una de cada tres mujeres en el mundo sufre violencia física o sexual, principalmente por parte de su pareja. Eso convierte esta forma de violencia en la violación de los derechos humanos más extendida, pero también en una de las menos denunciadas. Es frecuente en tiempos de paz y estabilidad, pero los riesgos se multiplican cuando estalla una crisis”. La experiencia de la pandemia del Covid-19 así lo confirma.

Las expertas destacaron la vigencia de la agenda y objetivos establecidos por la Conferencia de Beijing, que supuso un cambio sustancial, gracias a la acción del movimiento feminista, al conseguir ubicar la violencia que se ejerce contra las mujeres como un asunto público y no simplemente doméstico. Sin embargo, en estos 25 años, a pesar de los avances normativos, en numerosas ocasiones los Estados han priorizado la respuesta judicial y han dejado de lado cuestiones que afectan a la prevención, protección y reparación de las víctimas y, de manera especial, a la trasformación del imaginario o conciencia social, el sustrato que la sostiene.

La ley orgánica de protección integral contra la violencia de género que España aprobó en 2004 en un ejemplo que ilustra bien esta tendencia. A pesar de ser una ley pionera, que se ha convertido en un modelo internacional a la hora de legislar por su carácter integral, en su aplicación se ha desarrollado sobre todo uno de sus títulos, el cuarto, relacionado con la respuesta policial y judicial. “De este modo”, explicó Victoria Rosell, Delegada del Gobierno para la Violencia de Género, “el Estado remarca un enfoque policial y judicial en lo que no es un problema judicial, lo cual nos lleva a conformarnos con una visión absolutamente limitada y sin perspectiva de género”.

«Violencia que domestica»

En el trasfondo de esta respuesta sigue operando la concepción de la violencia contra las mujeres como una “violencia que domestica”, una justicia neoliberal que trata los problemas como casos aislados e individuales y opera sobre un marco de seguridad. Frente a ello, hay una concepción relacional dentro del marco de las estructuras de género patriarcales que examina las causas sociales, que toma medidas anti discriminación e impulsa políticas de igualdad y cuyo marco es de derechos sociales y económicos.

Efectivamente, hay que ir más allá de la mirada judicial y más allá de los feminicidios, que son los casos más visibles. En ese sentido, María Naredo, especialista en violencias, destacó otras expresiones como la violencia psicológica, las humillaciones machistas, el acoso callejero o el acoso en el trabajo que también requieren de atención. Y resaltó formas de violencia contra las mujeres que han crecido desde Beijing o que simplemente no existían hace 25 años. En primer lugar, la violencia que sufren las mujeres que migran, agravada por los efectos del cierre de fronteras, y en segundo lugar, las violencias digitales, especialmente relevantes en las más jóvenes y en donde Naredo destacó que, “aunque algunas prácticas en el ámbito digital ya se han tipificado como delito, es imprescindible reforzar el trabajo desde un enfoque de prevención”.

Mirada social, mediática e institucional

Pero más allá de estas nuevas manifestaciones “persisten grandes desafíos en cuanto a la mirada social, mediática e institucional de las violencias machistas, que no ha cambiado tanto en los últimos 25 años, a pesar de que el movimiento social feminista haya desbordado las calles y contribuido a su visibilización”, contextualizaba Mónica Novillo, representante de la Coordinadora de la Mujer en Bolivia. La experta resaltó que todavía no se ha incorporado la igualdad de género en los currículos escolares y que queda mucho que avanzar en lo que respecta a los medios de comunicación. “A pesar del trabajo que han realizado las comunicadoras desde hace años sobre cómo abordar la violencia y los maltratos, no se ha logrado articular una alianza sólida con los medios de comunicación que siguen aplicando enfoques que culpabilizan a las mujeres de la violencia que sufren”.

Desde su experiencia en América Latina destacó la necesidad de atender a las particularidades de algunos colectivos muy numerosos en el continente como son las mujeres indígenas, las mujeres afrodescendientes o las mujeres que viven en el ámbito rural.

Cinco medidas

Las entidades que organizan el ciclo de webinarios ‘La igualdad de género para la (re)construcción de un mundo sostenible’ consideran que para alcanzar la igualdad de género es imprescindible poner fin a las violencias machistas ya que constituyen la mayor manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres.

La solución pasa por transformar las normas sociales y los imaginarios que reproducen, normalizan y nutren las violencias machistas y su impunidad, reforzar el desarrollo y la implementación de leyes integrales y medidas urgentes y eficaces, entre las cuales están las de prevención, y asegurar que las supervivientes de violencia tienen acceso a servicios de apoyo de calidad, así como mecanismos de protección, justicia y reparación eficaces.

Helena Leitão, del Grupo de Expertos en la lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica (GREVIO), defendió la importancia del Convenio de Estambul en el avance en la lucha contra la violencia de género, especialmente en lo que respecta a servicios estatales. Y propuso cinco medidas que los Estados pueden aplicar “ya” para avanzar en esta materia: legislación que observe los acuerdos internacionales; planes nacionales y locales de acción en los que participen administraciones públicas, organizaciones de mujeres y medios de comunicación; formación para el personal que atiende a las víctimas de violencia (policía, judicatura y servicios sociales); aplicación de recursos económicos y humanos suficientes; y fomento de la autonomía económica de las mujeres, garantizando los derechos de las mujeres a poseer las tierras y muy especialmente a la igualdad salarial y al acceso a un empleo seguro y decente.

Violencias sexuales

En el debate hubo espacio para la atención a las violencias sexuales y más concretamente para el anteproyecto de ley de libertad sexual aprobado recientemente por el Consejo de Ministros y Ministras en España, el cual, según expuso Rosell “es un cambio de paradigma en el tratamiento de las violencias sexuales”, al poner el acento no tanto en el delito como en las garantías.

“Tenemos un concepto equivocado de violación”, explicó la Delegada del Gobierno. En España, según la macroencuesta de 2015, ha sufrido violencia sexual a lo largo de toda su vida un 5,9% de las mujeres mayores de 16 años, y violación, un 2%, es decir, 400.000 mujeres aproximadamente. Solo el 14% de las violaciones se denuncian en la policía y los juzgados. El 18% de las violaciones se cometen por desconocidos, mientras que en el 82% de los casos los violadores son personas del entorno cercano de las víctimas (familiares, compañeros).

El proyecto legislativo plantea un tratamiento integral de las violencias sexuales. Cuenta con varios títulos, a pesar de que el de penal es que ha despertado mayor interés. En ese sentido, hay dos elementos claves: «no es abuso, es violación» y «sólo sí es sí».

El ciclo ’La igualdad de género para la (re)construcción de un mundo sostenible’ está organizado por Futuro en Común, el grupo de género de Coordinadora de ONG para el Desarrollo, la Federación de Planificación Familiar Estatal y Oxfam Intermón, con el apoyo del Ministerio de Exteriores, la Comisión Europea y Countdown 2030. Las entidades destacan la relevancia del Foro Generación Igualdad, en el que se hará una revisión internacional de los avances y desafíos relativos a la igualdad de género, 25 años después de Conferencia de Beijing.

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