Mujeres entre la progresividad y la simulación

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Yaneth Angélica Tamayo Ávalos

SemMéxico, 1 de octubre, 2020.- Uno de los principales logros que las mujeres hemos conquistado a lo largo de la historia es nuestro derecho a votar y ser votadas. Lucha que no ha sido fácil, muchas fueron y han sido víctimas de la misoginia de quienes por costumbre han considerado que la política y el poder les es exclusivo.

Sin embargo, la determinación que las mujeres hemos mostrado por nuestro deseo de asumir la toma de decisiones sobre nuestros intereses y derechos, es lo que ha permitido que la agenda de las mujeres trascienda a niveles internacionales y avance a pasos agigantados.

Aunque hay que aclarar que, estos avances no han sido inmediatos y fáciles de materializar, los sistemas estructurados en practicas consuetudinarias y desiguales que operan al interior de los partidos políticos, han colocado barreras y techos que han impedido que nuestros derechos político-electorales se reflejen en el ámbito material.

Lo anterior, debido a la resistencia de no querer considerarnos como iguales, pero también, por la falta de compromiso de asumir sus obligaciones jurídicas con las mujeres de sus partidos y con la democracia.

De ahí que, nuestros derechos han tenido que ser exigidos a través de tribunales electorales y mandatos internacionales. Pues hay que ser claras, en el tema de paridad y violencia política contra mujeres por razón de género, los dirigentes e integrantes de los partidos políticos han acatado la ley por mandato judicial y no por voluntad.

Y vaya que, estos han sido ingeniosos y habilidosos en simular el cumplimiento de la ley; la simulación con las “Juanitas”, con la paridad conyugal y con la relegación de mujeres a distritos o municipios con nula posibilidad de ganar o con menor población y presupuesto han sido unas de muchas formas de evadir su obligación de garantizar la igualdad de género.

De ahí que, las estadísticas nos revelen que por mucho que existan normas jurídicas que garantizan la igualdad y la no discriminación, en el plano de la realidad aun estamos distantes de alcanzar una igualdad real o sustantiva.

A sesenta y cuatro años de haber obtenido nuestro derecho a votar y ser votadas apuestos de elección popular, solo siete mujeres han sido gobernadoras y dos de cada diez municipios del país son gobernados por mujeres, siendo hasta el 2018 que se pudo conformar la Legislatura de la Paridad de Género y no por gusto -aclaro-, porque si bien recordamos fue producto de años de esfuerzo y litigio que varias mujeres hicieron para que se garantizara de forma real y sin simulaciones la paridad de género. 

Situación que obvio no será diferente en el proceso electoral que se avecina. Y tal vez, más de alguno creerá y dirá que las mujeres ya alcanzamos la igualdad en los partidos políticos, que la paridad de género ya nos otorgó a las mujeres lo que por derecho nos corresponde, que pedir más es producto de la ambición que tenemos por quererlo todo.

Y si, en este proceso que se avecina queremos el 50 % de todo. ¿Y qué es todo?

Todo es, lo aprobado en la reforma constitucional del 2019; es decir queremos la paridad horizontal en su vertiente sustantiva en las gubernaturas, en los ayuntamientos y en los distritos con mayor representación y gestión presupuestaria, no más municipios y distritos de menor representación, no menos poder y decisión que la de nuestros pares.

Pero, además queremos el 50 % de los puestos estratégicos en las administraciones federales, locales y municipales; si nosotras las mujeres somos el 51.1 % de la población mexicana, tenemos el derecho de representar en las secretarias, direcciones y demás dependencias de todas las instituciones a la mitad de la población. 

¿Qué tan difícil será? Habrá resistencias y las mujeres como siempre tendremos que judicializar nuestros derechos, ya que para no variar seguramente encontraremos obstáculos, algunos de estos ya se comienzan a ver en los estados en donde ya se emitieron los lineamientos de paridad para el proceso electoral, unos adaptándose a la realidad social son garantistas y progresivos; y en otros, la costumbre otorga lo mismo de procesos anteriores.

Este proceso electoral definirá el compromiso y la voluntad que tienen los Estados, los Tribunales Electorales, el INE, los OPLE`S y por supuesto los partidos políticos, respecto de garantizar los derechos político-electorales de las mujeres y la igualdad de hecho.

Algunos dirigentes de partidos políticos ingeniosa y habilidosamente empiezan a subirse al tema de género, esperemos que recuerden que el pez por su propia boca muere y que los dichos se traducen en hechos. Las mujeres hoy más que nunca estaremos al pendiente de recordarles sus dichos y obligaciones.

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