Desde la Mano Izquierda| ¿Primero los pobres qué?

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“Son del hombre, dijo el espíritu mirándolos. Y se agarran a mi apelando contra sus progenitores. Este chico es la ignorancia, esta chica es la necesidad. Guárdate de los dos y de todos los de su género, pero guárdate sobre todo de este chico… ¡Niégalo! Exclamó el espíritu señalando con la mano hacia la ciudad. ¡Difama a quienes te lo dicen! Admítelo para tus propósitos tendenciosos y empeóralo todavía más.”

Por: Claudia Almaguer

SemMéxico. San Luis Potosí. 29 de diciembre 2020.- Para las nueve de la mañana del pasado 23 de diciembre la actualización emitida por la agencia de noticias de la Organización de las Naciones Unidas indicó para México 1,338,426 casos de coronavirus acumulados, 64,947 casos activos y 119,495 muertes. Al respecto los gobiernos de distintas entidades, a veces en concordancia al discurso federal y otras no, han emitido mensajes advirtiendo que en estas fechas hay mayor riesgo de enfermarse debido al clima, pero también al incremento de la interacción social.  

Debe decirse, hay gente saliendo sin necesidad, porque le da la gana y punto. En parte gracias al constante desprecio mostrado desde el gobierno para con las medidas más básicas, lo que coadyuvó a minimizar el peso de la evidencia científica en la que se basan y por el contrario prevaleció la gracia que le halló la gente a los gestos del presidente de México, porque eso sí, nadie le puede quitar que ha sido el ejemplo más importante de irresponsabilidad y falta de civismo.

Justo también en estos días, ese lema tan manoseado de “por el bien de todos primero los pobres” adquiere un tono de lo más siniestro en un país desigual donde las medidas acaban siendo un privilegio y se oculta información relevante en aras de priorizar la economía por encima de la vida de la gente. La reciente publicación de la periodista Natalie Kitroeff (https://www.nytimes.com/2020/12/21/world/americas/mexico-city-covid.html?smid=tw-share) para  The New York Times, por ejemplo, refiere que en Ciudad de México se emplearon cifras más bajas a las debidas para mantenerla abierta durante dos semanas cuando desde el 4 de diciembre la situación era crítica y el protocolo llamaba al cierre.

Aplíquelo en donde viva en tanto le describo lo que sucedió en San Luis Potosí porque las zonas populares no consiguieron aquietarse durante todo el año, pero especialmente desde la segunda semana de diciembre, por plazas como la Alameda, el Carmen o San Juan de Dios, por calles como el pasaje Hidalgo, Eje Vial, Arista, Allende, Julián de los Reyes, Morelos, Insurgentes, Manuel José Othón, etc., la cantidad de personas incrementó, pero no así la presencia activa de alguna autoridad.

Cabe cuestionarse si las medidas del semáforo naranja eran adecuadas para este mes, porque si bien es cierto las redes sociales son efectivas, también lo es que no necesariamente llegan a toda la población. Para quien pudo ver a familias enteras atravesando las calles con el cubrebocas a medio poner, puede que sea entendible hasta cierto punto, porque muchas de ellas estaban vendiendo algo, comprando alimentos o esperando afuera de algún banco, es decir, se sale por necesidad, porque no hay posibilidad de decidir algo diferente.

Estimaciones internacionales apuntan a que la pandemia aumentará la precariedad, dificultará el acceso a recursos básicos y afectará de manera importante la posibilidad de las personas para cuidar de su salud, principalmente a las mujeres, pero también a grupos en situación vulnerable como niños y niñas, personas con discapacidad y adultos mayores.

Recientemente en una conferencia denominada “Reinfección de COVID-19: ¿Qué sabes hasta ahora?” (https://youtu.be/JPK4-6UgHkQ) especialistas invitados por el Instituto Nacional de Salud Pública, al ser cuestionados acerca de sí había una exposición diferenciada a esta enfermedad, de gente con nivel socioeconómico más bajo, que a su vez tiene menor probabilidad de recibir pruebas, respondieron que efectivamente el riesgo de infección tiene un vector de inequidad, que la pobreza se asocia a mayor riesgo apenas por el hecho de vivir en condiciones de hacinamiento.

Las dos primeras semanas del próximo año nos permitirán saber si las decisiones tomadas en relación al coronavirus en el país fueron inteligentes, si se tomaron con responsabilidad, si se pensó en esa población de la que le escribo, la más frágil de caer en manos de la enfermedad. Ante el panorama a largo plazo, sin embargo, todavía cabe idear estrategias diferentes de lo que hasta ahora se ha alcanzado a pensar, porque como ve, hay otra gente que sí lo está haciendo, pero como una moneda política para la que conviene perpetuar el estado de necesidad. 

A más ver.

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