Se inauguró en las rejas del Bosque de Chapultepec en la Ciudad de México una exposición con el trabajo de 59 mujeres fotoperiodistas de distintas generaciones.

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Redacción

Marcela Turati/ especial para SemMéxico

SemMéxico. Cd. de México. 5 de marzo de 2019.- Recuerdo que en una de las redacciones donde trabajé una fotorreportera embarazada recibió como orden de trabajo ir a Teotihuacán y tomar foto de la pirámide del sol. Eso significaba escalarla. Era un castigo -así lo entendí-: les resultaba incómoda por ser mujer, por haber querido tener un hijo, por haberse convertido en “una carga” para el departamento de fotografía.

No sería la última vez que vería el costo que ellas tenían que pagar por amar esa profesión. Sus órdenes de trabajo eran estar en la oficina, no en la calle. Las burlas por ser una “histérica” que no sabe hablar sin emocionarse. Las asignaciones más peligrosas como lección por haber elegido tomar una cámara y competir contra sus pares hombres (“recorre en auto el Valle de Juárez porque te toca la guardia nocturna”). 

Hoy se inauguró en las rejas del Bosque de Chapultepec en la Ciudad de México una exposición con el trabajo de 59 mujeres fotoperiodistas de distintas generaciones (las pioneras que abrieron camino, las que le siguieron y ampliaron el espacio para otras, y las jóvenes, contestarias, con más claridad sobre las violencias que viven) que se llama: LA mirada LA cámara LA fotografía Desde NosotrAs.

Una exposición de mujeres que admiro y respeto profundamente por haberse abierto camino en una profesión marcada como campo masculino, como territorio vedado. 

En las redacciones por las que he pasado generalmente eran fotógrafos hombres con quienes compartí coberturas (compañeros increíbles en los momentos más duros como en Haití, Juárez, Oaxaca o Iguala). Hasta hace unos años, cuando emprendí el camino del freelanceo, comencé a compartir coberturas con fotógrafas; las persistentes, las apasionadas, las sobrevivientes, esas apasionadas de la cámara que han superado todo para ser enviadas a cubrir eventos muchas veces reservadas para ellos. 

A ellas las veo en primera fila, siempre, cargando ese equipo pesado de lentes, tripiés, cámaras, cargadores, cables, pilas, escalando cerros o caminando por baldíos con la agilidad y la fortaleza de cualquiera.

Abriéndose brecha. Abriéndonos brecha a todas.

Ser fotoperiodista, me queda claro, es una forma de vida más que una profesión. Es haber pasado la prueba en una oficina donde te pusieron una vara muy alta para que demuestres si eres buena para ese oficio. Es haber dado peleas con el jefe porque no te da las mismas oportunidades que a ellos. Es haberte defendido hasta que te tomaran en serio.

Es haber sobrevivido a insinuaciones y acoso en la oficina, en las entrevistas, en las coberturas, en las calles inhóspitas por las que hay que caminar. Es haber sorteado ese toc toc a media noche en la puerta de la habitación del hotel porque ese hombre no entiende que una mujer esté durmiendo solita.

Es lidiar a solas con entrevistados que te llevan a sus terrenos, porque ellos ponen sus reglas: fijan lugar y hora de la entrevista. (Una con los años va aprendiendo a volverse escapista, a alejarse del peligro,  aunque el final feliz no está siempre asegurado).

Hace poco hablaba con una querida amiga fotógrafa sobre los talleres de seguridad que imparte y me contó que uno de los temas que tocan es qué pastillas empacar cuando sabes que vas a viajar a zonas riesgosas, por si eres víctima de una agresión sexual. Y sé de amigas que, por desgracia y jodidamente, tuvieron que investigarlo después de haber sufrido una violación.

Ser mujer periodista es también lidiar con la culpa de dejar a los hijos sin asegurarles una fecha de regreso porque nunca sabes cuándo dejará de ser historia ese suceso que te asignaron cubrir: el golpe de estado, la revuelta política, el alzamiento zapatista., el devastador huracán, los estragos de un sismo… Son los reproches por no haber estado en el cumpleaños, la navidad, la fiesta familiar a la que sólo tú -eterna oveja negra- faltaste. Es tener que decidir si quieres ser mamá o anulas esa posibilidad porque amas las coberturas de riesgo y los viajes te succionan y no puedes parar. Es también, algunas veces, renunciar a la vida en pareja porque nadie te sigue el ritmo, sólo tu enorme comunidad de amigos y amigas que comparten tu locura.

Es una vida nómada y libre que deja estragos y pasa facturas con los años, cuando la precariedad laboral se siente, y la opción de esa vida mal pagada y sin certezas pasa un costo (bien lo dice esa frase realista: mientras más pasan los años “los hombres se vuelven interesantes y las mujeres nos volvemos viejas”).

A las mujeres en los medios nos es difícil escalar de posición. Los lugares donde se toman las decisiones de poder, donde se seleccionan a los futuros jefes, nos están vedados. Las lealtades se construyen en bares, en teibols, en reuniones privadas donde se tejen complicidades masculinas a las que nosotras no estamos convocadas. 

En Fotografía es peor: de los medios nacionales tradicionales basados en la Ciudad de México sólo uno tiene una mujer al frente del departamento de Foto. Y es en una agencia de noticias extranjera, ella también.

Todo esto me lo cuenta Mona, Monica Gonzalez, mi amiga y cómplice de locuras y proyectos, quien organiza con sus colegas esta expo, y a quien se le quiebra la voz cuando me comparte lo que han descubierto platicándose sus vidas. 

Y le creo. Casi siempre que visito redacciones veo que en el área de foto, como le decimos, las mujeres están asignadas a la mesa: su función es dar las órdenes de trabajo, colectar el material de los fotógrafos, editar en la mesa, o retratar artistas, ricos o políticos. 

Pocas están en campo. Aunque ellas enriquecen con su mirada los diarios: plasman esa otra sensibilidad en los instantes que captan, hacen poesía en ese juego de luces y sombras, miran a rincones que casi no se miran,  narran distinto la violencia y la vida, y saben ser compañeras de las otras mujeres que estamos en campo. 

Pero para salir de la oficina hay que esperar mucho tiempo a que te confíen cubrir tu primer desastre natural, tu primera cobertura de alto impacto, un episodio de violencia extrema. A que te manden a ese territorio prohibido. Hasta que te consideren lo suficientemente buena. Eso nos pasa a las reporteras y estoy segura que de esas exclusiones no están exentas las fotógrafas. 

Por eso, cuando te asignan para hacer un viaje una nunca dice que no. Oportunidades hay pocas. Si te niegas no te vuelven a tomar en serio. No importa si ese día es “malo”. Si tu cuerpo y su ciclo lo hacen cuestarriba. Nunca dices no.

Esta exposición por eso me emociona. Porque nos muestra lo que estas 59 mujeres miraron a través de la lente, y cómo retrataron la vida -la vida y sus travesuras, sus dolores, sus paisajes, su intimidad, su locura, sus instantes-. Cómo una de ellas se fotografió mientras daba a luz, cómo ellas fotografían a otras mujeres, mujeres rebeldes, mujeres insumisas, o a la vida misma. 

Esta exposición por todo esto me mueve, conmueve, me hace pensar en la solidaridad y la sororidad, me hace sentirme agradecida y orgullosa con y de estas mujeres chingonas que se la rifan como pocas, que nos abrieron paso a todas, que saben ser compañeras, y que se unieron para compartirse entre ellas las microviolencias invisibles en los negativos de su propia historia, y para mostrarnos a todas y a todos dónde posaron su mirada. 

Ayer cuando caminábamos por Chapultepec y mirábamos la exposición se les veía sonrientes, sabiéndose poderosas, posando enfrente de sus fotografías ampliadas, felices de haber tomado la palabra y la calle y la ciudad para mostrarnos su talento.

Esto escriben: 

“Las pioneras lucharon, nos abrieron una estrecha vereda, nos mostraron el camino hacia la fotografía, que no sería fácil, nos tocó enfrentar la violencia encrudecida, un contexto hostil para quienes nos dedicamos al periodismo. Las nuevas fotoperiodistas comparten esta certeza de que esta es una de las profesiones más hermosas que existen y saben que estamos trabajando juntas para que esa vereda ahora sea un camino seguro, sin acoso, sin violencias y en el que podrán nadar las nuevas generaciones que vienen empujando como un río caudaloso y fuerte. Que se desbordará con lo mejor que tienen, su talento”.

Las fotoperiodistas que participan en esta exposición son:

Elsa Medina, Angeles Torrejón, Patricia Aridjis, Paola Garcia, Monica Gonzalez, Sáshenka Gutiérrez Valerio, Quetzalli Nicte Ha González, Alicia Fernández,

María García, Christa Cowrie, Martha Zarak, Frida Hartz, Lilia Hernández, Toni Francoise, Elena Ayala, Lizeth Arauz, Victoria Valtierra, Cecilia Candelaria, Martha Ghigliazza, Maritza López, Cannon Bernáldez, María Meléndez, Cristina Rodríguez, Laura Lovera, María Luisa Severiano,  Lucía Godínez, Greta Hernández, Karina Tejada, Susana Gonzalez, Araceli Martínez, Natalia Fregoso, Miriam Sánchez, Yazmín Ortega, Paola Hidalgo, Paulette González, Claudia Arechiga, Eu Adorno, Eloísa Sánchez, Sandra Perdomo, Nelly Salas, Mariela Sancari, Ana Beatriz Reyes, Alicia Fernández, Rocío Vázquez, Ariana Pérez, Victoria Razo, Gladys Serrano, Sara Escobar, Jessica Sánchez, Leslie Pérez, Susana Gil, Alejandra Leyva, Berenice Fregoso, Isabel Mateos, Lucia Flores, Ilse Huesca, Nayeli Cruz, Gabriela Esquivel, Andrea Murcia, Claudia Guadarrama.

A nombre de sus compañeras, durante la inauguración de la exposición Yazmín Ortega explicó «Cuando nos dimos a la tarea del recuento de las fotógrafas nunca nos esperamos una respuesta tan positiva; empezamos a hacer una lista y primero creíamos que no íbamos a completar las 59 fotógrafas, nos dimos cuenta durante este recuento que en la mayoría de los medios de comunicación la plantilla laboral es de hombres, que de 10 o 13 fotoperiodistas 3 o a lo mucho 4 son mujeres. Así que estuvimos repasando por medio y por agencias, contamos a las extranjeras y después de algunos repasos juntamos a poco más de 60 fotógrafas, así que hicimos una segunda lista porque pensamos que algunas no iban ni a responder a nuestro correo por falta de interés, otras que por falta de tiempo no iban a alcanzar a mandar su foto. Y pues nuestra sorpresa fue que al siguiente día ya teníamos fotos en nuestro correo y que lo que percibíamos cuando nos encontrábamos en las calles era muchísima emoción, las compañeras estaban y están muy agradecidas.

En el recuento de las pioneras nos preguntábamos quién había sido la primera fotógrafa y nos sentimos por algún momento sin identidad y empezamos a preguntar e indagar para conocer y reconocer a nuestras pioneras y nos sentimos muy orgullosas de que estén incluidas aquí Crista y Marta Zarak.

En la parte del proceso de escribir la invitación nos dimos cuenta del esfuerzo de cada una de ustedes, de cada una de nosotras, porque cuando nos encontramos en las calles nos reconocemos, sabemos que tenemos esas características únicas que nos hacen ser fotoperiodistas y amar este trabajo, poder ser parte de los que cuentan la historia de este país, poder ser parte de los que comunican con la mirada los acontecimientos diarios.

En el camino nos sostenernos unas a otras en nuestro día a día, porque nos escuchamos, nos escuchamos las que somos mamás, las que hemos tenido pérdidas, las que sostenemos un hogar, nos escuchamos, nos respetamos y nos apapachamos mientras esperamos que la conferencia empiece, nos escuchamos mientras caminamos en las marchas, pero no sólo nos sostenemos con esta escucha, también reímos mucho, y nos las ingeniamos para hacer de una guardia de horas una espera super divertida.

No sólo hablo a nombre del comité de organización y las 59 fotoperiodistas que exhiben sus imágenes en este emblemático espacio, sino de muchas mas fotógrafas que han dedicado su vida a contar la historia de nuestro país.

Es significativo que expongamos en la calle porque ahí es donde trabajamos, las calles que son testigo fiel del paso cotidiano de las y los mexicanos y del ir y venir de los actos políticos y sociales que nos rodean. Ahí es desde donde construimos nuestros discursos visuales y ahí es desde donde enfrentamos violencia, discriminación, insultos, agresiones, rechazos y a veces hasta golpes.

Desafortunadamente no es el único espacio donde sufrimos esa violencia que a veces suena tan trillada mencionarla y que sin embargo nos rompe cada día. En los periódicos, en las agencias, en las revistas, en los portales, en las redes sociales día a día encaramos con orgullo el oficio de ser fotoperiodistas.

Detrás de estas imágenes hay historias de violencias sutiles normalizadas en las redacciones de los medios donde hemos trabajado. Ese historial compartido por todas de ‘dejar pasar’ constantes cuestionamientos por ser mujeres y dedicarse a la fotografía; los comportamientos, acosos y violencias sutiles son situaciones que a diario nos enfrentamos.

Pero sabemos que el fotoperiodismo sin nosotras tendría un gran vacío, sería inerte, no estaría completo; por eso necesitamos apoyarnos y abrazarnos todos los días y en esfuerzos como éste.

Las fotoperiodistas no somos tan distintas, somos mucho más que parecidas. Ni la edad, ni la experiencia del oficio nos hacen desconocernos, Al contrario, nos identificamos, nos reflejamos y compartimos momentos que se convierten en historias colectivas.

Esta exposición muestra el trabajo de 59 mujeres fotógrafas que han publicado continuamente en distintos medios de comunicación. No somos todas, faltan muchas y como organizadoras nos merma la ausencia del trabajo de muchas. Pero estamos convencidas que poco a poco iremos conquistando mas espacios y más compañeras se irán sumando a este grito de reconocimiento por el trabajo de mujeres valientes que todos los días salen a la calle a retratar la historia de nuestro país.»

La Exposición Fotográfica de Mujeres Fotoperiodistas: LA mirada, LA cámara, LA luz, LA fotografía, Desde Nosotras estará exhibiéndose desde el 26 de febrero de 2019 hasta el 30 de marzo del 2019 Inauguración 26 febrero a las 12 pm en las Galerías Abiertas de las Rejas de Chapultepec (Museo de Antropología- Auditorio Nacional) en el marco del Festival Tiempo de Mujeres organizado por la Secretaría de Cultura.

El 8 de marzo, a la semana 7 de la tarde, en la Casa Refugio Citlaltépetl habrá una mesa redonda donde hablarán sobre su trabajo como fotoperiodistas.


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