El S-19, epicentro de la desgracia en Puebla, arrasó también con derechos humanos

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A cinco meses del temblor la tragedia recrudece la vida de los habitantes de la mixteca poblana

Ausencia de autoridades para la ayuda de personas que no tienen las redes de protección social y la indiferencia institucional a estos reclamos.

Kara Castillo

SemMéxico. Puebla. 1 de marzo de 2018.- Desde el día del terremoto Carmen de la Cruz duerme a la intemperie en un improvisado campamento con su bebé, al que dio a luz justo el día del sismo. La tarjeta de Bansefi sin fondos entregada por Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) ha impedido que a cinco meses inicie la reconstrucción de su vivienda que quedó reducida a añicos. La joven de 17 años fue atendida en el Hospital General de Izúcar de Matamoros en el que a horas del parto fue dada de alta en medio de la evacuación del nosocomio que sufrió daños estructurales. Carmen aseguró que el temblor de 7.1 de grados Richter que azotó el centro del país pasó inadvertido para ella, el movimiento de tierra lo atribuyó a la anestesia que le había sido aplicada. “Nació mi bebé y en seguidita tembló. Yo no lo sentí, creí que era por la medicina que había tomado, pero recuerdo mucho escándalo, todos corriendo. Me levantaron con cuidado y luego salimos. Más tarde me llevaron a mi casa”, dijo Carmen a quien el derecho del parto seguro y la salud materna como el cuidado del postparto le fue interrumpido por la contingencia. Autoridades médicas consideraron que Carmen estaría más segura en su casa ubicada en la ranchería de Zaragoza, una de las comunidades más marginadas de Puebla. Más tarde se sabría, zona cercana al epicentro tuvo un 90 por ciento de daños. Las 108 viviendas que conforman el poblado fueron afectadas, El censo de la SEDATU estableció la catástrofe: 77 casas fueron consideradas daño total y 31 daño parcial. Poco quedó en pie. El improvisado campamento con plásticos, lonas publicitarias y dos sarapes, que le resguardan de la lluvia y el frío no han sido las situaciones más graves en la emergencia que vive Carmen con su recién nacido. A 5 meses del sismo no ha podido reconstruir su casa por la falta de fondos de la tarjeta que el Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (Bansefi) y la SEDATU entregaron como parte del plan de ayuda de la federación a las familias que perdieron su patrimonio. Antonia Barrales, madre de Carmen y de cinco pequeños más, describió que pese a los esfuerzos, el engorroso trámite no se ha resuelto. “Fui a Coatzingo, a Puebla, firmé cartas poder, voy y vengo pero no como quisiera, a veces no tenemos dinero ni para tomar el camión”, reveló. “Hemos soportado heladas, pero cuando ya no podemos más dormimos en un cuartito que quedó en pie, pero que está agrietado y a punto de caer”, dijo resignada. En un recorrido por la zona se pudo documentar que Carmen no fue la única en enfrentar los obstáculos para acceder a los servicios de salud para servicios obstétricos en medio de desastres. En Ayoxuxtla de Zapata perteneciente al municipio de Huehuetlán el Chico, población aún en medio de devastación y olvido institucional, los habitantes son atendidos en una clínica improvisada donde las exploraciones médicas ocurren prácticamente en público. Después del sismo, lo primero que se suspendió fueron las revisiones ginecologías y la atención a emergencias obstétricas. La médica Ema Nezahualcóyotl Moctezuma responsable de los servicios de salud en Ayoxuxtla atiende de 15 a 20 personas diariamente en una explanada bajo un techo de lámina luego de que la clínica de salud colapsara por el temblor del 19 de septiembre Aunque dijo que en tiempo y forma dieron parte a la autoridad y la aseguradora evaluó el daño del inmueble, a la fecha las condiciones no han cambiado: la clínica sigue como entonces. En entrevista reconoció que pese a sus esfuerzos, la atención no es la óptima pues las revisiones médicas se realizan prácticamente en la calle y en público. El mobiliario consta de unas mesas, medicinas sin refrigeración y una cama para exploraciones donde las mujeres embarazadas son examinadas “por encimita” y las revisiones ginecológicas han sido suspendidas. El sismo del pasado 19 de septiembre en Puebla además de la devastación en 110 municipios de Puebla, según la declaratoria oficial, reveló la falta de respuesta de autoridades para el cuidado de la salud materna, materna-infantil y la atención de servicio a emergencias obstétricas en contextos críticos. También dejó ver un estado incapaz de paliar el incremento de vulnerabilidades sociales y de las discriminaciones que ya existían, como la de María Eufrosina Muñoz, una anciana inválida de la cintura para abajo que vive sola. A rastras, sobre un cartón sacó poco a poco los trozos de escombros que cayeron sobre su cama por el derrumbe del techo. Funcionarios de la SEDATU ni siquiera tomaron en cuenta el daño para censarlo. A Eufrosina no le fueron proporcionadas medidas de protección ni protocolo de ninguna especie. A 5 meses del sismo aseguró que vecinos le ayudaron a mover la cama y esa es la única asistencia con la que ha contado.

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