Debate: Feminismo en Cuba: el camino de la sospecha

Fecha:

Compartir:

  • ¿Feminismo o feminismos, movimiento o diversidad de actores? ¿Qué desafíos le presenta la realidad cubana ante esta filosofía, cuestionadora?
  • ¿Se puede hablar de la existencia de un feminismo en Cuba? ¿Cuáles han sido algunos de sus principales hitos y tropiezos?

Teresa Díaz Canals, Sandra AbdAllad Álvarez, Diarenis Calderón  y Yamay “La Fina” Mejías

SemMéxico/IPS,  12 de abril, 2021.- Esta pregunta, que abarca hitos y tropiezos, tiene un enfoque histórico y requiere un detenimiento, un repensar su recorrido complejo, invisibilizado muchas veces, frenado.

Habría que apuntar, primero que todo, al concepto de feminismo, que es muy fácil en un primer lugar: la lucha de las mujeres por lograr la equidad de género, la eliminación de toda discriminación y violencias sobre el sexo femenino y, a la vez, alcanzar el respeto a las diferencias, a la diversidad. Por tanto, este movimiento social y político, que surge a fines del siglo XVIII y se va extendiendo de manera paulatina a lo largo del XIX, tiene una expansión importante en el XX y el XXI.

Sus principales hitos se pueden considerar desde la entrada de las mujeres en el espacio público, en el siglo XIX, cuando Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873), con su vida y su obra, se convierte en una precursora de un pensamiento transgresor de una moral pacata y conservadora; cuando Ana Betancourt, en abril de 1969, pide igualdad para las mujeres en una actividad convocada para el pueblo de Guáimaro, ante  la Asamblea Constituyente de la Republica en Armas, y la incorporación de las mujeres a la guerra de independencia. Hay historiadores que consideran que no fueron los mambises propiamente los que hicieron la guerra de independencia, sino las familias cubanas. Hay que investigar precisamente dónde radicaron el Palenque de la Mujeres, un hospital que atendía a los soldados heridos, y los clubes de mujeres fundados para apoyar la guerra en el exilio.

Los Congresos de Mujeres que se celebraron en 1923, 1925 y 1939; las diferentes organizaciones femeninas que nacieron después de que Cuba se convirtiera en República; el importante papel desempeñado por el Lyceum de La Habana, creado en 1929 y eliminado en la década del sesenta del siglo XX, institución femenina que desempeñó un importante papel en la cultura nacional; la aprobación del sufragio universal en 1934. Todos son hitos que marcan una historia de esfuerzos y pensamiento.

Hay un feminismo que defiende los derechos de las cubanas y no está precisamente encajado o amparado por lo oficial —que yo llamaría no alternativo, sino autónomo— pues defiende un “espacio polémico de habla”, integrado y disperso a la vez, con mujeres que están en el exilio o en el país, pero que tienen posiciones diferentes a las protegidas por el manto estatal.

Existe un viejo debate sobre la presencia en Cuba de un movimiento feminista, ¿Cuál es su criterio?

Sandra AbdAllad Álvarez

No estoy muy clara acerca de lo que se necesita para que una tendencia, preocupación o modo de sentipensar y actuar se convierta en un movimiento. Claro que se precisa de un grupo de personas más o menos numeroso; sin embargo, quizás lo trascendental no está en el número sino en los intereses, metas, propósitos comunes, los vasos comunicantes entre unas y otras tendencias o ramas, que permiten trabajar con una misma finalidad, o al menos establecer puntos de encuentro y trabajo.

A partir de ahí, no creo que en Cuba exista, en la actualidad, un movimiento feminista pues, entre otras cuestiones, el activismo, tal cual se le conoce en el siglo XXI, es relativamente nuevo en el país.

Razones para ello son, por solo citar algunas: cómo se organiza nuestra sociedad y la centralidad del poder en ella, la estructura vertical que prevalece; una frágil sociedad civil, así como el paternalismo con el que somos vistas las mujeres y el rol salvador que aún se le adjudica a los hombres. Por demás, un “movimiento” no es ni un grupo, ni varios proyectos, ni una comunidad, sino que constituye un “algo” mucho más no solo en términos cuantitativos, sino sobre todo en los contenidos, las estructuras, las sinergias entre sus diferentes componentes, las alianzas, las metas.

Lo que noto, luego de tantos años de activismo y ejercicio intelectual, son feministas (no todas son activistas) que trabajan de manera individual, que eventualmente se reúnen para llevar a cabo una iniciativa, un proyecto, un “algo”.

Otra cuestión es que no todo el feminismo cubano se hace en el archipiélago. Por razones harto conocidas, la migración ha supuesto también la residencia fuera del país de activistas y pensadoras feministas, lo cual no es una novedad.

Por ejemplo: Inocencia Valdés, líder de las despalilladoras y quien participara en el Segundo Congreso de Mujeres (La Habana, 1929), realizó una buena parte de su activismo desde Cayo Hueso, Florida, Estados Unidos, en el marco de los clubs de mujeres que se fundaron en el exilio. La artista de la plástica Ana Mendietta (La Habana, 18 de noviembre de 1948– Nueva York, 8 de septiembre de 1985), una de las voces más irreverentes de las artes cubano-estadounidenses, vivió la mayor parte de su corta vida en Estados Unidos. Por otra parte, Cuba también se ha enriquecido con mujeres extranjeras, como la dominicana Camila Henríquez Ureña (Santo Domingo, 9 de abril de 1894-La Habana, 12 de septiembre de 1973)

Cuba vive momentos de cambios económicos y sociales que repercuten de diversas formas sobre la ciudadanía, ¿cuáles serían los impactos que el contexto actual dejaría para el feminismo?

Diarenis Calderón

Entre los impactos negativos, todas las brechas de desigualdad social se han disparado.  Aparecen como mar pacíficos nuevas capas sociales relegitimadas, las remesas familiares como un nuevo sustento económico, los viajes, las casas de rentas, los negocios particulares de rápido desarrollo. Las mujeres son  despedidas o menos contratadas en esa implementación de empleos y, en algunos casos, se busca mujeres jóvenes, sin hijos, “bonitas”, delgadas, blancas o mestizas. Hay otros espacios donde la hipersexualización se dispara y crea un contexto de cosificación.

Por otra parte, se legitima  la mediocracia cubana: las mujeres esposas de los hombres con dinero (gerentes, marineros, turistas, residentes extranjeros, etc.) gozan nuevos privilegios y contratan a otras mujeres con menores oportunidades económicas para emplearlas y no siempre con una remuneración que se corresponde con las largas jornadas de labor. Muchas de estas últimas migran desde otras provincias o abandonan sus estudios o trabajos, reportándose una nueva forma de “esclavitud” doméstica.

Las diferencias, discriminación y prejuicios raciales crecen desenfrenadamente y hacen que se escuche con más frecuencia el viejo y usado término de “adelantar”, lo que trae como consecuencia que deje de ser prioridad el orgullo por ser quién eres y sí por lo que tienes; en fin, capitalización de la existencia.

Las fobias vinculadas a la diversidad sexual emergen en una nueva cruzada de exclusión, en particular, hacia poblaciones lesbianas y trans, que son atacadas a diario hasta en lugares públicos y tienen menos oportunidad de encontrar empleos.

Las periferias estarán cada vez más pobladas y serán menos productivas, debido al  desmoronamiento y desmantelamiento de la economía nacional y los recortes de presupuesto (cierre de fábricas, destrucción de los entornos agradables, cierre de lugares de recreación, colapso de edificaciones convertidas en vertederos o parques, dependiendo del lugar), la elevada contaminación sonora y ambiental.

Todo ello trae aparejada la disminución brusca de la autoestima en las poblaciones vulnerables o periféricas, una paralización de jornadas de trabajo y, por ende, de la creatividad ciudadana, tan vital para enfrentar la cotidianidad; la fractura de la conciencia cívica y de identidad; la jerarquización en los barrios de conductas y referentes machistas, así como la gentrificación de esos entornos y la movilidad masiva hacia las capitales  de provincias u otras, con mejor oportunidad laboral y de vida, lo que es lógico en esa nueva ordenanza de complejidades. También el aumento de las televisoras extranjeras y sus productos, como materiales audiovisuales, para  naturalizar los maltratos, la desvalorización, la sumisión femenina y los vicios.

Algo que me preocupa es el empobrecimiento de diálogos y la comunicación general con las nuevas generaciones.

Hay elevados riesgos para la existencia de grupos o experiencias feministas y el resultado de su trabajo, pues aumentan las tendencias fundamentalistas, sexistas y misóginas en las redes sociales y la sociedad civil. Hay acoso. También se eleva la posibilidad de la desilusión entre grupos y experiencias en ese escenario,  por no ver una plataforma equitativa y justa para el movimiento.

A la par hay ciertos impactos positivos, como los relacionados con el emprendimiento y la responsabilidad de las mujeres. Las que logren ser contratadas traerán un salario diferente a casa, que se traducirá en mayores beneficios. Se podrán crear cooperativas feministas con vocación sorora y reuniones entre mujeres, estableciendo horarios laborales justos y diálogos sobre movilidad social. Igualmente plataformas digitales y medios que desarrollen las estrategias feministas interseccionales de conciencia y pensamiento descolonizador en comunidades; negocios liderados por mujeres y que tengan en cuenta conceptos feministas.

Podrán fomentarse propuestas para  la existencia de algunos escenarios a corto plazo para el empoderamiento de seguridad social y vivienda de poblaciones vulnerables; emprendimientos afrodescendientes y de la comunidad LGBTIQ, individuales y colectivos, en menor medida; y propuestas  para  beneficiar al sector educativo jubilado, con nuevos programas sociales de acompañamiento sistemático.

El feminismo es una filosofía que reivindica los derechos de las mujeres para insertarse y participar en la vida política, social, económica y laboral. En el caso cubano, ¿considera que esos derechos ya obtenidos se han visto lesionados en los últimos años? ¿Por qué?

Yamay “La Fina” Mejías

Por supuesto que se han visto lesionados en los últimos años. Para insertarse y participar de manera activa en la vida política, social, económica y laboral, debemos tener nuestra cabeza tranquila, al menos en las necesidades que debemos priorizar que es la familia. Como dije anteriormente, existe mucha pobreza económica y debemos pensar en alimentar nuestras familias y demás necesidades. Ha sido un año muy duro para todos, pero en mi caso en particular como artista independiente me he sentido muy mal y con las manos atadas. Pensando que, si estuviéramos reagrupadas y unidas, nos estuviésemos apoyando mutuamente.

Tanto para mujeres como para hombres y personas con otras identidades, declararse feminista ha sido un conflicto. ¿A su juicio, cuáles siguen siendo los estigmas que sufren esas personas y cómo podrían ser cambiados?

Pienso que es un reduccionismo asociar el feminismo a las mujeres. Muchas veces oigo ese tipo de planteamientos, por ejemplo, que un hombre no puede ser feminista. Para mí eso es lo más antifeminista que se pueda oír. Ser feminista implica tener un pensamiento y una práctica feminista, no un tipo de género o de identidad de género (si consideramos ser mujer como equivalente a tener o ser de un género o identidad).

Un pensamiento feminista es aquel que cuestiona todos los sistemas hegemónicos (especialmente el sistema de género) que intentan regularnos, disciplinarnos y encuadrarnos; que intenta restringirnos en nuestras posibilidades existenciales. Pensar como feministas equivale (y esto es sin pretender ninguna definición) asumir como principios que nos orientan, entre otros: 1) la autonomía de los cuerpos, la autodeterminación de género; 2) el rechazo a cualquier jerarquía o relación de superioridad con base en el género, la raza, la clase, sexualidad, entre muchos otros marcadores sociales que los feminismos vienen discutiendo. De ahí que podríamos preguntarnos: ¿pensar como feministas es exclusivo de las mujeres? Inclusive, hay muchas mujeres que no son feministas, que están lejos de serlo, y reconocerse en ese lugar identitario —ser mujer— no es garantía de que lo serán algún día.

Cada vez que se dice que un hombre no puede ser feminista, se está reforzando un cierto esencialismo como forma de entender el género y la propia práctica feminista.

Por otro lado, ser feminista es también actuar colectivamente a través de diversas formas de articulación. Desde el momento en que alguien que se dice feminista comienza a normar, a establecer quién puede y quién no puede ser feminista, está imponiendo una norma. E imponer una norma es lo más antifeminista que pueda haber. Ser feminista no tiene que ver con ser de un género femenino o masculino (que además sabemos que no son dos géneros apenas), sino con actuar de forma colectiva, sobre todo, con base en principios feministas. Eso no es exclusivo de las mujeres.

Ser feminista es un posicionamiento político, asumido propositivamente, no corresponde a ninguna esencia. Si consideramos que el sistema de género produce tanto a las víctimas como a los victimarios (ellos no vienen del planeta Marte, sino del mismísimo sistema de género que establece opresiones para una diversidad de existencias); es hasta deseable que todes los que están involucrados con ese sistema de género se envuelvan en la lucha y en el movimiento feminista. Para ahondar más en este asunto, sugiero la lectura del libro de la prolífica escritora y activista feminista negra estadounidense, Bell Blair Hooks (2000) titulado El feminismo es para todo el mundo, disponible en Internet.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí



Artículos relacionados

En las preferencias del voto a Lucia Meza, Mariana Rodríguez Cantú y Libia Denisse García Muñoz Ledo

Seguras 2 gobernadoras Morelos y Guanajuato y una presidenta municipal en Monterrey

En letras de oro al Muro de Honor en el Senado: las Sufragistas, la UNAM y los hermanos Revueltas

Cómo para dar relevancia, en el último tramo de esta legislatura, en el Senado de la República, un espacio de la nación que denota pluralidad y reconoce lo mejor de México se aprobó llevar al  Muro de Honor una inscripción en letras de oro par  “Universidad Nacional Autónoma de México,  donde millones de mexicanos y mexicanas han adquirido conocimiento y conciencia social.

En Cuba mujeres privadas por su libertad lanzan campaña de difusión y conocimiento

El 8 de marzo  la organización de la sociedad civil Iniciativa para la investigación y la incidencia lanzó la campaña "Cubanas en resistencia" con el objetivo de "visibilizar las historias de mujeres cubanas que han sido privadas de libertad, mujeres que son familiares de personas en prisión, activistas, opositoras y exiliadas".

Avanza en Comisiones ampliar concepto de violencia económica contra las mujeres

Las Comisiones Unidas para la Igualdad de Género y de Estudios Legislativos Segunda avalaron una minuta de la Cámara de diputados que reforma el artículo 6 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, con el propósito de ampliar el concepto de “violencia económica” contra las mujeres.