Simula UNAM atención a la violencia de género

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Resistencia a la denuncia en la Asamblea Interuniversitaria

• Los protocolos de prevención: simulan nada más

Sara Lovera

SemMéxico Cd. de México. 17 de septiembre de 2018. En las universidades del país, una estudiante es violada cada dos horas. Los centros del saber lo encubren, simulan atender las denuncias de acoso sexual, hostigamiento, violación y hasta asesinatos. Los relatos, hechos y cifras revelan que los tímidos protocolos de atención y prevención sólo simulan. No resuelven. El machismo crece, y la protesta también. Hoy el asunto forma parte del pliego de peticiones de la Asamblea Interuniversitaria, pero ahí también hubo resistencia y no hay conciencia.

De la problemática, que en un año cobró casi 10 mil víctimas, están aquí algunos hechos. Semméxico, además, pidió a expertas reflexiones; buscó testimonios e indagó sobre hechos, un dato a destacar, es que cada dos horas una estudiante es agredida, que creció más de mil por ciento la denuncia sólo en la UNAM, y casos que aparecen en la prensa y luego se olvidan. (Ver textos en el Especial violencia machista en las universidades).

Hechos

El acoso sexual  a jóvenes universitarias ha crecido 11 veces desde 2016;  una joven es agredida cada hora en los campus del país; sólo en 2017 fueron violadas 9 mil 876 estudiantes, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de Relaciones en los Hogares (ENDIREH) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), sorprendentemente la Ciudad de México- “la ciudad de vanguardia”-, es la entidad -a nivel nacional- que registra los índices más altos en cuanto a agresiones en contra de mujeres, seguida del Estado de México.

Esta situación hizo que la II Asamblea Interuniversitaria celebrada el pasado 14 de septiembre, pusiera en el tercer punto de su pliego petitorio, no sin resistencias, que las escuelas superiores de todo el país atiendan, prevengan la violencia contra las mujeres y se formen comisiones independientes y autónomas que construyen protocolos de protección efectivos. Hasta ahora, según información recabada, sólo tres universidades han escrito protocolos; sin embargo estos no funcionan, lo anterior según declaraciones de la abogada feminista Andrea Medina. También los hay en dos universidades privadas y otro en la UNAM.

Medina  explicó que lo que más incomoda a las autoridades de la UNAM es poner al descubierto lo que no funciona, lo que viola derechos universitarios, las arbitrariedades, las verdades con pelos y señales de cómo acallan y reprimen las voces de derechos colectivos agraviados y el trato despectivo, violento y recriminador contra las bases que nutren de vida a la Universidad en casos de violencia contra las mujeres.

Por su parte, la Asamblea Interuniversitaria exige además que haya transparencia en las propuestas y denuncias de género y homicidio; que es urgente la capacitación de trabajadores, alumnado y personal magisterial “para evitar la vulneración de derechos a mujeres; solicitan para el campus de la UNAM Pumabús exclusivo para las estudiantes.

De acuerdo a las consultas con expertas, ésta es la primera ocasión que en una movilización estudiantil la demanda de parar el acoso, la violencia y los atropellos sexuales a las jóvenes estudiantes aparece claramente, luego de una ola de respuestas juveniles de género y no violencia sexual, donde México es vanguardia.

Sin embargo la respuesta en las Universidades es muy lenta e indiferente. A ello la profesora de la UAM, doctora Isabel Barranco, sostiene que se ha abordado el problema, hasta con una campaña, pero, hizo notar que es urgente la apertura de foros de discusión, de participación, de intercambios institucionales para el análisis e implementación de estrategias efectivas, y que los protocolos “no queden en meros simulacros” y evitar que las víctimas no terminen re-victimizadas, “hundidas en la soledad, el aislamiento, el estigma y la marginación académica.

Las movilizadas, incluso en diversos grupos, como las de “izquierda” o las llamadas “separatistas”, en el pliego también exigen que los protocolos de protección se difundan en lenguas indígenas y braille, y que los casos denunciados los lleven abogadas con perspectiva de género.

Gritaron, pidieron, se movilizaron en las Asambleas

Qué dijeron, explicó la abogada Andrea Medina, cosas como éstas: “estamos hartas del maltrato fácil, inmediato y despectivo sea que nos vean como cosas o como seres de segunda. Estamos hartas de los abusos y violaciones, de que los agresores vivan su vida como si nada, que sean no sólo encubiertos, sino protegidos y a nosotras se piense que nos hacen el favor de escucharnos, cuando que lo que repetimos todo el tiempo es: JUSTICIA, QUEREMOS JUSTICIA Y REPARACIÓN DEL DAÑO.

Por ello las estudiantes reclaman mayor orden y transparencia en lo que respecta a protocolos para denunciar conductas de acoso y hostigamiento sexual. Crecieron lentamente las manifestaciones de hostigamiento, pero las instituciones de educación superior van lentas en responder con acciones a estos hechos, señala una investigación de Distintas Latitudes, plataforma de información y análisis en América Latina.

Este portal asegura que sólo cuatro universidades en el país tienen un protocolo para atender situaciones de hostigamiento y abuso sexual. Son la Universidad Michoacana de San Nicolás, la Universidad Veracruzana, la de Quintana Roo y la Autónoma de Sinaloa. El de la UNAM es inoperante.

De acuerdo con declaraciones de  Mónica González Contró, abogada General de la máxima casa de estudios en  la UNAM, desde que se implementó el Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género, en agosto de 2016, ha recibido 485 denuncias por violencia sexual, psicológica, física y acoso; se habrían  investigado al 80.2% de los agresores.

La situación es preocupante. En los últimos dos años, el número de quejas presentadas por violencia de género en la Universidad aumentaron once veces (1157%), en comparación con la cantidad registrada durante los 13 años anteriores.

Ella explicó que el seguimiento señala que entre septiembre de 2016 y junio de 2018, la UNAM registró 485 quejas por violencia de género; entre agosto de 2003 y el mismo mes de 2016, hay un registro sólo de 325 quejas por casos relacionados de violencia de género, aproximadamente 1.9 por mes, mientras que, a partir de septiembre del mismo año y junio de 2018 recibieron 456 denuncias, unas 22 mensuales. Probablemente porque fue en 2014 que se habló del protocolo que ayudó a la denuncia.

Dijo textualmente, en entrevista en TVUNAM que “A partir de que se promulgó el Protocolo, que tuvo una difusión muy importante, tuvimos un incremento de más de mil por ciento de denuncias”, aunque, piensa que tal vez no fue aumento de un año a otro, “sino que en primer lugar esta herramienta (el protocolo), pero también el ambiente social, han ayudado mucho a que las personas tomen conciencia sobre lo que es un acto de violencia de género”.

A ello responde Andrea Medina, quien lleva un tremendo caso hace varios años en la Universidad de la Ciudad de México, “Las demandas… son aceptables y atendibles”, éste es un mensaje desde la soberbia, tal como nos dicen a nosotras. Ya sabemos que tenemos derechos y que están obligadas como autoridades a cumplirlos. Pero no necesitamos que nos doren la píldora. Es una forma de simulación.

Y señala que las estudiantes ahora revelan que “en los hechos nosotras hemos solicitado mesa con el Rector Graue para manifestar nuestras demandas, hemos solicitado a la Abogada acompañarnos para revisar el Protocolo de atención a casos de violencia de género, hemos solicitado diálogo, que conozcan realmente los casos que se han convertido en graves o urgentes y nos tienen esperando. Las autoridades a unas nos tachan de indeseables y a otras de golpear a la UNAM. Ahora la agenda de género, es una legítima demanda… ¿antes no?

Comentando el tema de la asamblea, Medina que dijo recoger el sentimiento de las estudiantes señaló que “a pesar de que es la primera vez que se incluye la agenda de género en el movimiento estudiantil, no nos dejaron hablar y nos maltrataron en la propia interuniversitaria. No nos permitieron leer nuestro pliego petitorio, usurparon nuestra colectiva feminista conformada por universitarias de diversos planteles, nos negaron la palabra, recortaron puntos fundamentales porque les pareció que era suficiente marcar lo general. Era acuerdo de asamblea que después de doce horas esperando nos dieran la palabra, pero no fue así”

En las universidades se normaliza la cultura machista

Nysaly Brito Ramírez, directora ejecutiva de la organización “Comenta Diálogo de Saberes”, la cual promueve un enfoque de derechos humanos y perspectiva de género, lamentó la situación en la cual las pocas víctimas de acoso y hostigamiento que se atreven a denunciar estos actos, por lo regular no se les cree debido a que existe una especie de complicidad con la violencia machista normalizada dentro del sistema educativo que impera en México.

El relato y opinión de Sandra Romero, cuando habla de la perspectiva separatista en el movimiento estudiantil dice que la simpatía de compañeras por el separatismo –trabajar sólo entre mujeres, como en los años 70 – “parte en muchos casos de un sentimiento genuino ante la aberrante violencia y la búsqueda de justicia por todas las vías. Sin embargo, ésta mayoritariamente se queda en los cauces estatales. En la universidad esto se expresa en la búsqueda de justicia bajo concepciones punitivistas, ante la violencia de género, cuyo principal cauce son las oficinas jurídicas de la rectoría príista, los antidemocráticos Consejos Técnicos y Universitario y el Tribunal Universitario, responsable de miles de sanciones y expulsiones políticas a luchadores sociales, sin solución a la violencia de género.

Hay casos mediáticos de lo que pasa en los centros del saber.  Por ejemplo la andanada contra la investigadora Patricia de los Santos Chandomi, de la Universidad Autónoma de Chiapas, apenas en julio pasado. Cuando llegó al plantel el martes 31 de julio se encontró con tres mantas anónimas que colgaban de los edificios de la universidad con su nombre y fotografías. En ellas, «alumnos» y «maestros» sin nombre exigían su despido, de lo que se trababa, explicó ella misma es que las mantas fueron una reacción a un conflicto entre ella y las autoridades escolares que comenzó hace unas semanas, cuando acompañó a una estudiante de primer semestre a denunciar ante la Fiscalía General del Estado al maestro Juan Alonzo Cruz López, cercano a los directivos de la universidad, por acoso sexual.

Una nueva época es lo que se vive en los hechos y las protestas de este nuevo movimiento, de ello Josefina Chávez señala: Cincuenta años después del movimiento estudiantil de 1968, y del surgimiento del movimiento feminista en la década de los setenta; la violencia contra las mujeres, el feminicidio, las violencias machistas y el acoso sexual son demandas que han sido retomadas por una nueva generación de mujeres feministas.  El flagelo de la violencia de género es ahora parte constitutiva del malestar del movimiento estudiantil que en este mes de septiembre ha tomado las calles. Como bien lo reconoce, lo nombra y lo incorpora, el Comité 68 Pro Libertades Democráticas en su pronunciamiento difundido; “Alto a la Violencia contra las mujeres en todos lados y en los espacios escolares”. Nueva época, nuevos aires, nuevas demandas se suman.

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