3 de octubre 2018

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• Hace 50 años en Tlatelolco

• “2 de octubre, no se olvida, es de lucha combativa”.

LA OPINIÓN

Judith Calderón Gómez

SemMéxico. 06 de Octubre 2018.- El suelo ensangrentado  el 2 de octubre de 1968 en de la Plaza de las Tres Culturas, los disparos y  cientos de jóvenes, hombres, niños y mujeres masacrados, ante las puertas cerradas de la iglesia de Santiago son recuerdos que taladran la conciencia de miles de habitantes de la Ciudad de México. Mi madre, originaria de Jalisco,  de ojos grandes,  dice  a sus 80 años que es  un “día triste”. Ayer en el Zócalo de la Ciudad de México, miles de manifestantes  se reunieron en lo que llamaron  “Jornada de Luto Nacional” y las banderas estuvieron a media asta. Hoy, como hace 50 años, los ciudadanos exigen autonomía universitaria, libertad y democracia.

Los diarios reportaron un día después  que hubo movilizaciones en al menos 14 estados y el gobierno de la Ciudad de México, calculo que participaron en la movilización hacia el Zócalo 90 mil personas, los organizadores estiman una cifra mayor. Lo real es que los contingentes  que partieron desde cuatro puntos –Tlatelolco, Monumento a la Revolución, El Ángel de la Independencia y el Eje Lázaro Cárdenas- empezaron a llegar al centro a las 17:30 horas y a las 20:00 horas continuaban arribando jóvenes en su mayoría con pancartas donde exigían: “Fuera porros de la UNAM”, justicia a los damnificados del Sismo del 19 de septiembre  ocurrido el año pasado; presentación con vida de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

De todos los contingentes, el del Comité del 68 fue recibido con aplausos y gritos “2 de octubre, no se olvida, es de lucha combativa”

En su representación tomó la palabra en el templete que se colocó en la explanada frente a Palacio Nacional, el ingeniero Félix Hernández Gamundi  quien aseguró “La lucha por un México diferente  fue creciendo a partir de entonces”. Él como muchos jóvenes  fue encarcelado el 2 de octubre de 1968 y permaneció en prisión más de dos años. Cientos de estudiantes, maestros,  luchadores y otros ciudadanos padecieron el encierro y la tortura. Ayer  habló ante miles de asistentes  “la historia que nos deja el 68 es que podemos luchar para vivir felices, con orgullo y plenitud”. Exaltó la solidaridad y espíritu de lucha de los mexicanos, que se ha hecho patente después de la movilización de los estudiantes, en los distintos acontecimientos que ha vivido el país: como los sismos de 1985, la lucha por la autonomía univesitaria; la exigencia de que se presenten los 43 normalistas  desaparecidos hace cuatro años, un 26 de septiembre en Iguala, Guerrero.

Egresado de Ingeniería del Poli , Hernández Gamundi integrante del Comité 68 que agrupa a quienes han luchado durante 50 años. Habló de la tortura y detención arbitraria que vivieron, rindió homenaje a muchos que ya han muerto y  reconoció que no se ha hecho justicia ni se han castigado a los culpables de ese genocidio: además del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, estuvieron involucrados  otros actores: el ex secretario de Gobernación Luis Echeverría Álvarez y el titular de la Defensa Nacional, Marcelino García Barragán.

Después de su participación tomó la palabra una joven estudiante de derecho, Miriam Estrada quien dejó claro que el perdón no puede venir del Estado, sino de las víctimas y esto solo podría ser después de que se haga justicia y se castigue a los culpables. Expresó una posición contundente y clara que coloca la necesidad en justicia en primer plano y marca una diferencia con la posición del perdón en general, que ha mencionado en sus discursos el presidente electo Andrés Manuel López Obrador. “Si después de la investigación y el castigo,  las víctimas  o sus familiares lo consideran, serán ellas quienes  podrán hablar de perdón”.

Enlistó la historia de horror que se vive en el país y que impacta principalmente a los jóvenes quienes rechazan cualquier tipo de violencia. Condenó la invasión de los porros a la Universidad, la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Se refirió a “nuestros caídos, desaparecidos, el genocidio que se expresa en diferentes formas, por esa  supuesta guerra contra el narcotráfico (que impulsó Felipe Calderón cuando fu presidente) que ha exacerbado otras formas de violencia, como el feminicidio ¿cómo podemos vivir en un país donde se asesinan nueve mujeres cada día? Preguntaba desde el templete.

Los jóvenes de 1968 tenían un rostro ingenuo, se pueden ver imágenes de ese tiempo: caminaban confiados, sonrientes.  Los de hoy como antes, marchan en grupos o abrazados en parejas, pero en sus consignas está plasmada toda una historia de violencia en México que lleva décadas. “¿Qué cosechará un país donde se siembran cuerpos?” se lee en la pancarta que levanta una joven. O la leyenda que menciona mi hijo Alejandro Caballero a sus 21 años después de la caminata: “Porque somos los nietos del 68; los hijos del 99; los hermanos de Ayotzinapa, no es que la lucha comience, sino que no ha terminado. ¡Sigo en pie de lucha como en el 68!” 

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