El 30 de junio un año de la desaparición de Karla Mariel

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  • Hoy su caso está en el  archivo
  • ¿Has visto a…? Y quién responde: el silencio
  • Sin una madre que la busque y sin una Fiscalía que investigue

Josefina Aguilar Pastor y Marlén Castro (Amapola. Periodismo trasgresor)

SemMéxico. Chilpancingo, Guerrero. 01 de julio 2019.- Karla Mariel Rodríguez Trejo, de 22 años, mamá de dos niños: uno de seis y otro de dos, desapareció en la ciudad de Chilpancinco  hace un año,  30 de junio del 2018.

La investigación para localizarla y detener a los responsables de su desaparición está detenida. Su madre, con problemas de alcoholismo, murió sin saber de ella. Como nadie presiona a la Fiscalía General del Estado (FGE) para buscarla,  la carpeta de la investigación, a sólo un año, forma parte de un archivo grueso de personas perdidas a las que ya nadie busca.

El día de la desaparición de Karla

Hace un año, el día que Karla desapareció, era sábado. Llegó a las diez de la mañana a trabajar a la tienda Coppel que se ubica en la ciudad de los servicios. Era cajera. Ese día cobraría su segunda quincena. Cumplía un mes de haber comenzado a trabajar. Tuvo un día pesado como son todos los días de quincena. Tenía una jornada extenuante. De las diez de la mañana a las nueve de la noche. Con una hora libre para salir a comer.

Con 22 años, ya era mamá de dos niños. Se casó de quince con Moisés Vargas Ramírez, entonces de 20 años, ahora de 28. Su relación de siete años de vida en común había llegado a su fin un mes y medio antes.

Karla Mariel empezaba una relación con Eduardo Daniel de la Cruz Ramón, un exvecino al que conoció cuando eran niños, y se volvieron amigos por el Facebook en abril, red en la que reiniciaron su amistad.

En ese mes de trabajo en Coppel, se veían a diario. Eduardo Daniel iba por ella a su casa para llevarla a la tienda y por las noches la llevaba a su casa después de salir del trabajo.

Tres veces en todo ese mes Karla Mariel le avisó que no fuera por ella porque su exesposo estaba afuera de la tienda y ella prefería evitar una pelea. Acordaron esas tres veces que cuando ella llegara a su casa le hablaría para que pudieran verse ahí.

El 30 de junio fue una de esas noches.

–Antes de las nueve treinta de la noche me mandó un mensaje diciéndome que ahí estaba otra vez ese tipo, que se iba a ir con él para pasar a ver a los niños, porque estaban en la casa de él, que nos veíamos como siempre en casa de ella. Yo me fui a mi casa a esperar su llamada, -cuenta Eduardo Daniel en un café, quien aceptó ser entrevistado para reconstruir esta historia.

Eduardo Daniel estuvo esperando a que Karla Mariel lo llamara. Dice que cerca de las once marcó porque ya era mucho tiempo. Su número mandó a buzón. Toda la noche estuvo triste pensando en que Karla había vuelto con el papá de sus hijos.

Moisés también aceptó platicar sobre Karla Mariel y su desaparición. La noche del sábado 30 de junio dice que fue por ella a su trabajo, que desde que había entrado a trabajar fue unas cuantas veces por ella.

–A veces iba por ella. Cuando yo podía le avisaba: ¨Voy por ti¨. Iba por ella por la inseguridad que hay en la ciudad. La llevaba del trabajo a su casa.

Moisés dice que ese sábado, fue por Karla Mariel en una camioneta gris propiedad de una de sus hermanas, y que la dejó casi en la puerta de su casa. Sólo estuvo con ella, dice, el tiempo del trayecto de la tienda a su casa, en la colonia Emiliano Zapata, calle Prolongación Francisco Villa, unos 20 minutos.

Fuera de la casa de Karla Mariel, dice Moisés, siempre hay estacionados carros con madera que bajan de Amojileca, una comunidad pegada a la capital. Así que no pudo ver si efectivamente entró a su casa.

Dice Moisés que antes de que Karla se bajara de la camioneta le dijo que aún la amaba y que descansara.

Ese sábado, en su hora de descanso, Karla Mariel habló por teléfono con su sobrina Brenda Sinaí, recuerda ésta.

Le habló para contarle que al otro día iría a una fiesta con Eduardo Daniel pero no tenía qué ponerse. Le pidió prestado un vestido. Brenda accedió y quedó con Karla Mariel que subiría a enseñarle algunos vestidos, para ello, le iba a marcar cuando ya estuviera en casa. La sobrina sabía de la relación que su joven tía tenía después de su rompimiento con el papá de sus hijos. Lo veía bien porque Moisés, según dice, la trataba mal y la familia de él siempre fue grosera con todos los familiares de Karla, incluida Brenda, a quien hacía gestos o echaban indirectas cuando la visitaba.

Karla Mariel le platicaba a Brenda cómo la trataba su esposo. Le contó que la había amenazado con un cuchillo y por eso decidió dejarlo.

Brenda sabía que Karla iría a verla muy noche, hasta después del trabajo y de ir a cenar con Eduardo Daniel, así que la esperó hasta cerca de las once, después de esa hora le marcó para saber si la esperaba o no, pero Karla ya no le contestó.

–Al otro día temprano fui a buscarla pero mis sobrinos me dijeron que Karla no había vuelto el día anterior, –cuenta Brenda.

Moisés Vargas y Eduardo Daniel de la Cruz declararon como los principales sospechosos.

Karla Mariel antes de Moisés

Su vida, estuvo inmersa en un ambiente hostil, debido al problema de alcoholismo de su mamá, que se detuvo un poco el corto tiempo que duró su unión con quien fue su padre, José Rodríguez, quien falleció hace 11 años.

Ambos tenían hijos, José cinco: tres hombres y dos mujeres, ya casados y con sus respectivas familias y doña Jose, tres hijas, también ya grandes, sólo una formó parte de este hogar reconstruido en el que nació Karla Mariel.

Vivió los primeros años de su vida en la colonia San Juan, en la casa de su padre. Durante el tiempo que vivió en la San Juan, la madre de Karla Mariel, no gozaba de buena relación con una parte de sus vecinas y vecinos, con más de una, incluso llegó a los golpes.

Después de la separación, habitó un par de casas rentadas, finalmente, se asentaron en la colonia Zapata, donde doña Jose compró una vivienda. Periódicamente, iba a visitar a su padre a la San Juan.

Una vecina de la infancia de Karla Mariel en la colonia San Juan, Magaly,  recuerda que la niña aguantaba los improperios que decía su madre bajo los efectos del alcohol.  

–Era como todas nosotras: salíamos a platicar a la calle, jugábamos, era una niña alegre. Su mamá, doña Jose, sí a veces se pasaba, pero ella no tenía más que aguantarla,  –recuerda Magaly.

Moisés

Moisés conoció a Karla Mariel cuando ella tenía 15 años y estudiaba el primer año de la preparatoria. Recuerda que la conoció ahí mismo en su casa, cuando llegó junto con una de sus sobrinas. Él tenía 20 años. Le gustó de inmediato y pidió a su sobrina que se la presentara.

Comenzaron a salir.  Duraron poco tiempo de novios. Karla Mariel salió embarazada, dejó de estudiar y se fue a vivir con él en la colonia Vista Hermosa, unas cuadras abajo de la casa de doña Jose.

Dice que cuando conoció a Karla Mariel ella era muy seca, no demostraba sus emociones, se guardaba sólo para ella si estaba feliz o triste, pero con el tiempo cambió, se hizo cariñosa con él y con sus hijos.

Pero unos meses antes de su desaparición, volvió a ser la misma que conoció, siempre estaba molesta. Él, dice, le preguntaba qué pasaba. Sus hermanas y su mamá le recomendaron calmarse porque a lo mejor sólo eran sus celos.

– Pero yo decía ¨no, es que algo está pasando. Ella está muy rara¨. Recuerda que siempre la veía pegada al celular, mandando mensajes y que nunca quiso mostrar su teléfono.

Moisés fue entrevistado en esta casa en la que vivió con Karla Mariel, en la que la familia de la joven cree que estuvo antes de desaparecer, porque están seguras de que Moisés no la llevó esa noche a su casa.

La entrevista tiene lugar a unos días del primer aniversario de la desaparición. Moisés Estaba sentado en un sillón de la sala. Íbamos para platicar con Victoria Vargas, su madre, para saber de los niños. Pero estaba él. Dijo que no tenía problemas en responder acerca de Karla Mariel.

– ¿La has buscado? –Se le pregunta.

–Cuando ella desapareció ya no estaba aquí conmigo. Si hubiera estado aquí en la casa nosotros la hubiéramos buscado, –responde pronto.

–Pero es la madre de tus hijos y no tenían mucho tiempo de separados, –le dice Josefina Aguilar.

–La busqué unos 15 o 20 días pero después la tristeza se convirtió en coraje. En las investigaciones que hizo la Fiscalía salió que ella andaba con dos.

Eduardo Daniel

–Teníamos como 10 o 12 años cuando la conocí, –cuenta Daniel.

Se conocieron cuando Karla Mariel iba a visitar a su padre.  Después el señor falleció y Karla ya no fue a esa colonia. A Eduardo Daniel le gustaba Karla pero entonces eran pequeños.

Una tarde de abril del 2018, recuerda Eduardo Daniel, encontró a Karla Mariel en el Facebook y de inmediato envió una solicitud de amistad. La joven tenía en su perfil una foto con su esposo y sus hijos. Aceptó la solicitud de amistad y empezaron a platicar.

–La primera vez que hablamos me dijo que tenía buena relación con su esposo y que tenía una vida feliz junto con sus hijos, –recuerda.

La amistad en las redes se fue consolidando hasta que Karla Mariel confesó la realidad de su relación en pareja.

–Ya en confianza me contó que su esposo la trataba mal, que no la dejaba ni salir a comprar; si salía, le contaba el tiempo, que era muy celoso.

Eduardo Daniel reveló que cuando se enteró de esta situación por la que atravesaba Karla Mariel le aconsejó hacer la denuncia y decidirse a terminar con la relación.

Hasta aquí, Karla Mariel y Eduardo Daniel sólo habían tenido conversaciones virtuales a través de messenger. Pero decidieron verse personalmente. De acuerdo con el testimonio de Eduardo Daniel se ven por primera vez el 25 de abril del 2018. Era el cumpleaños de él. Ella llevaba a su hijo de un año. Eduardo Daniel conducía una unidad de transporte público de la ruta San Juan. Karla Mariel accedió a dar una vuelta a la ruta mientras platicaban en persona todo lo que habían conversado de forma virtual.

Siguieron chateando. Unos días después de ese encuentro, Karla Mariel le contó que acababa de tener un problema fuerte con su esposo. “Ya no lo aguanto, me va a venir matando”, le escribió.

Le contó que esa mañana estaba en la cocina y su esposo a gritos exigió un jugo de naranja. Karla Mariel tomó naranjas para lavarlas. En esos momentos él la sujetó por la espalda y la amenazó con un cuchillo de que la iba a matar, si descubría que lo engañaba.

Abundó que incluso su suegra la defendió.

Eduardo Daniel insistió a Karla Mariel de que debía dejar a su esposo, hacer la denuncia por maltrato y demandar la pensión para sus hijos. Ese día, Karla Mariel tomó a sus dos hijos se fue de ahí y regresó con su mamá.

Josefina Trejo, entre el alcoholismo y la tristeza

Hubo temporadas en que doña José se mantuvo lejos del alcohol, sin embargo, tras la muerte de su hija Claudia, la mayor, quien murió de cirrosis a causa del alcohol, doña José retomó la bebida.

La desaparición de Karla Mariel fue otro golpe fuerte.

–Ya no quiero vivir, no tiene caso,  –decía doña Jose a Marina Reyna Aguilar, la activista que acompañaba en su exigencia de justicia.

La indiferencia de la FGE para investigar la desaparición, aunada a su adicción, hicieron que perdiera el interés por exigir la búsqueda de Karla Mariel. Dejó de acudir a la fiscalía a pedir informes.

–Para qué sigo yendo si no hacen nada, –solía justificar.

El alcohol y la tristeza impidieron que doña Jose pensara con claridad. Dejó de comer para esperar la muerte. Finalmente, falleció el 6 de abril, hace dos meses.

Un año desaparecida

Karla Mariel desapareció en junio, pero la alerta Alba, la que se activa cuando se pierden mujeres mayores de 18 años, se activó cinco meses después, hasta noviembre del 2018.

–Fue una de las primeras veces que se activó la alerta, –recuerda en su oficina José Miguel Rosete Rodríguez, un joven funcionario de la FGE, coordinador de la región Centro de la Comisión de Atención a Víctimas (CAIV) y asesor jurídico de la madre de Karla Mariel, Josefina Trejo.

El Congreso local aprobó el mecanismo de activación el protocolo Alba en julio del 2016 pero la FGE lo puso en marcha hasta junio del 2018 y todavía se tardó otros cinco meses en emitir la primera alerta.

Rosete Rodríguez atiende sus propios casos como asesor jurídico, unos 700, y como coordinador de la región Centro opina sobre los casos de los otros cinco asesores, unos 4 mil 200 asuntos  en total.  La carpeta de investigación de la desaparición de Karla Mariel ya no la tiene en su oficina. La mandó a otro espacio con otros expedientes. Desde antes de la muerte de Josefina Trejo nadie ejerce presión para que las investigaciones avancen. En la práctica, el caso de Karla Mariel, quien apenas tiene un año que desapareció, es como si ya estuviera en el archivo muerto.

Cuando se le pregunta sobre esta desaparición en particular, Rosete Rodríguez se disculpa.

–Perdone ya no tengo fresca la información y el expediente no lo tengo a la mano, –dice.

Hace un ejercicio mental para recordar algunas cosas.

–La carpeta iba bien, se veía la forma de resolver, pero de repente nos quedamos en un punto en que ya no se pudo avanzar, –rememora.

Rosete Rodríguez, o mejor dicho la CAIV, no es la parte investigadora ni acusadora, pero juega un papel muy importante. Su papel consiste en que las víctimas tengan justicia.

Agrega:

–No se tuvo una prueba contundente de que el responsable fuera el esposo, hubo indicios, pero no era suficiente, porque con el nuevo sistema acusatorio hay que tener la certeza, no sólo la sospecha. Tampoco una señal eficaz para dar con el paradero de ella.

Dice que Karla Mariel nunca hizo una denuncia de la violencia familiar que vivía, la que conocieron por los testimonios recabados.

–Cómo podemos acreditar la violencia, si la víctima está desaparecida, dice.

Esta investigación tuvo varios problemas desde el origen, como lo tarde que se hizo la denuncia, si un día es importante, alega, si se hace 10 días después se da un margen muy amplio a la persona responsable para que desaparezca todas las evidencias.

–Eso nos pasó. La investigación se empantanó. Llegamos a un punto en el que ya no se veía hacia dónde dirigir la investigación,  –repite Rosete Rodríguez.

El 30 de junio se cumplió un año de la desaparición de Karla Mariel, sin una madre que la busque y sin una Fiscalía que investigue.

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