Uso del tiempo y normas sociales, barreras en las mujeres mexicanas para la igualdad laboral

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  • Presentan «Diagnóstico de Género del Banco Mundial para México».

Elda Montiel   

SemMéxico. Ciudad de México. 01 de julio 2019.- Las diferencias de género en el uso del tiempo, el acceso a insumos productivos y fallas de mercado e institucionales, son las que atrapan a las mujeres mexicanas en empleos de baja remuneración y en empresas de baja productividad.

Sólo el 45 % de las mujeres mexicanas en edad de trabajar forman parte de la fuerza laboral, en compa­ración con un promedio del 51% por ciento en todos los países de América Latina y el Caribe, y el 52 % en los países de la OCDE.

De acuerdo al “Diagnóstico de Género en México”, 2019, elaborado por un equipo de economistas especializados en Practica Global de Pobreza y Equidad, del Banco Mundial

Las brechas de género en la participación en el mer­cado laboral y en el emprendimiento conllevan impor­tantes pérdidas económicas para las mujeres y sus fami­lias en forma de ingresos no percibidos, pero también implican grandes pérdidas agregadas para la economía del país, que se estiman hasta en una pérdida potencial de hasta el 25% del ingreso per cápita.

El estudio precisa que hay que romper con este patrón en el que las mujeres al acceder a empleos de tiempo parcial e informal con baja remuneración, debilita los incentivos para participar en el mercado laboral y refuerza la decisión de no trabajar. Por lo mismo, no pueden acceder a insumos productivos como activos financieros.  

Están más ocupadas en las actividades de cuidado y las responsabilidades domésticas que los hombres; de 9 a 12 horas por semana cuidando niños, y de 17 a 26 horas, realizando tareas domésticas.

Las normas sociales también cuentan como una barrera; por ejemplo, el 44 % de las mujeres todavía cree que los niños sufren cuando una mujer trabaja fuera del hogar, y una de cada dos, cree que “es problemático que las mujeres ganen más que sus maridos”.

De manera más crítica, el 66 % de las mujeres de 15 años o más ha experimentado alguna forma de violencia de género, en gran medida a manos de sus cónyuges o parejas.

El estudio recomienda que la reducción de las disparidades en las oportunidades económicas requerirá un mayor acceso a servicios de cuidado infantil, asequibles y de alta calidad, y a programas extraescolares o escola­res de tiempo completo, así como políticas de permisos parentales neutrales al género y acuerdos de trabajo flexibles.

Facilitar la transición de la escuela al trabajo; y mejorar el acceso de las mujeres a recursos productivos.

El aumento de la agencia de las mujeres requerirá un enfo­que multifacético para abordar la violencia de género, así como intervenciones que puedan cambiar las aspiraciones, abordar los déficits de información y garantizar la aplica­ción efectiva de la ley.

Barrera importante, la escasa inclusión financiera de las mujeres

Más allá de las dotaciones de capital humano, es difícil imaginar que las mujeres pue­dan prosperar sin tener acceso a insumos productivos, incluidos los activos físicos y financieros, en particular si ellas son el único sustento de la familia, señala el diagnostico.

En 2018, el 65 % de las mujeres no poseía un activo de alto valor, solo el 31 % poseía un fondo para el retiro, y solo el 26.5 % tenía acceso a cré­dito formal. Las diferencias en el acceso a insumos productivos incluyen un menor acceso a activos físicos (tierra, vivienda y otras propiedades) y al crédito.

Las diferencias de género que derivan de las fallas de mercado e institucionales son más evidentes por el hecho de que la brecha de género en los ingresos no puede ser explicada por diferencias en las caracterís­ticas individuales o por el hecho de que los hombres y las mujeres trabajen en diferentes tipos de trabajos.

De manera similar, la mayoría de las diferencias en el desempeño entre las empresas de propiedad de hombres y de muje­res no puede ser explicada por diferencias en las caracte­rísticas de las o los propietarios o de sus empresas.

Los especialistas recomiendan capa­citación en habilidades blandas y duras para mujeres emprendedoras, y mecanismos más fuertes para fomentar la inclusión financiera, incluso a través de nuevas tecno­logías y poniendo énfasis en las áreas rurales.

Brechas de desigualdad en educación y salud

En lo que se refiere a la educación, las brechas de género en la matrí­cula y el nivel alcanzado siguen siendo una preocupación en las regiones rezagadas, donde las mujeres enfrentan un riesgo de abandono especialmente alto, en gran parte debido al embarazo adolescente.

La educación tercia­ria, si bien ahora es más común, está lejos de estar disponible para todas las mujeres. Además, México se encuentra entre los países de la OCDE que obtienen los resultados más bajos en pruebas estandarizadas interna­cionales, donde las niñas tienen un desempeño inferior al de los niños, especialmente a partir de la escuela secun­daria superior.

Las diferencias en el aprendizaje se refle­jan en las opciones de educación, ya que las mujeres y los hombres todavía están segregados en campos educativos y áreas de especialización.

Con respecto a la salud, destacan tres desa­fíos. En primer lugar, el embarazo adolescente es muy alto en relación con los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y es especialmente frecuente entre las adolescentes indígenas, pobres, con poca educación.

Si bien las tasas de mortalidad materna han disminuido, todavía son muy altas en algunas regiones y entre los grupos de pobla­ción vulnerable, incluidas las mujeres rurales e indígenas.

La incidencia de la obesidad se encuentra entre las más altas del mundo, lo cual está vinculado a una alta incidencia de diabetes y de muertes relacionadas con la diabetes, particularmente entre las mujeres.

La eliminación de las diferen­cias en las dotaciones requerirá un mayor alcance para abordar el embarazo adolescente y la mortalidad materna (especialmente en regiones rezagadas y en comunidades rurales e indígenas); promover estilos de vida saludables para reducir la obesidad y el riesgo de diabetes.

Si bien es cierto, que algunas brechas de género han disminuido en México, los esfuerzos de  política deben abarcar los diversos frentes donde persisten las barreras a la igualdad de género, desde influir en las normas hasta garantizar el acceso equita­tivo a las oportunidades.

Los especialistas del Banco Mundial buscan con el diagnostico identificar dónde se han logrado avances en el aumento de oportunidades y resultados para mujeres y hombres en México y dónde se requieren accio­nes de política adicionales.

Por lo que se enfocan en las tres áreas que son críticas para el acceso igualitario a oportunidades, desde la perspectiva de género, como son;  oportunidades económicas como el acceso a los mercados laborales, de tierra y financieros; agencia, incluidas las normas, la representación y la libertad frente a la violencia, y dotaciones, como salud y educación.  

Apoyar la igualdad entre las mujeres y los hombres es una estrategia de desarrollo inteligente para México sin embargo las brechas siguen siendo un desafío y son particular­mente problemáticas entre las comunidades rurales e indígenas.

Los esfuerzos de política deben abarcar los diversos frentes donde persisten las barreras a la igualdad de género, desde influir en las normas hasta garantizar el acceso equita­tivo a las oportunidades.

El estudio reconoce algunas brechas de género que han disminuido en México como la disminución en las tasas de fecundidad y la tasa de mor­talidad materna en más de la mitad desde 1995.

La esperanza de vida ha seguido aumentando y las mujeres ahora viven alrededor de seis años más que los hombres.

De manera similar, las brechas en la matrícula de primaria y secundaria se han cerrado, mientras que están surgiendo nuevas brechas en la matrícula del nivel terciario para los hombres, ya que las mujeres jóvenes ahora dominan la matrícula universitaria.

La participa­ción de las mujeres en la fuerza laboral ha aumentado y las mujeres tienen un mayor acceso a financiamiento.

Desde luego, México ha adoptado legislación para promover la representación política de las mujeres y existe evidencia de que algunas normas sociales han evolucionado hacia principios de igualdad de género, particularmente entre las generaciones más jóvenes.

SEM/EM/IL

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