Estamos asistiendo en las últimas semanas a una ofensiva, más violenta si cabe, del patriarcado más rancio, aunque reconvertido en chupiguay y con mucho brilli, brilli. Y lo que es peor, o yo lo vivo peor, de la mano de quienes venían a cambiar la política desde el movimiento 15M.
Hace muchos años leí un artículo de Shangay Lily una expresión que me llamó poderosamente la atención. Comenzaba a hablar del “gaycapitalismo” y de lo que se estaba comenzando a hacer con todo lo relacionado con las conmemoraciones del “orgullo”.
Hace apenas dos días conocíamos la terrible noticia de que el Tribunal Supremo de los Estados Unidos que devuelve a los Estados la potestad para regular sobre el asunto.
Desde hace unos años he defendido que el término “violencia de género” escondía muchos tipos de violencias y que, por eso, prefería utilizar el de “violencias machistas” porque engloba muchos más tipos de violencias que sufrimos las mujeres.