Absolvamos a Medea, La Filicida

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Desobediencia

Olimpia Flores Ortiz

SemMéxico. Zaachila, Oaxaca.  10 de mayo de 2021.  El viaje de los Argonautas es la epopeya anterior a Homero, que cuenta la historia de cómo Jasón fue enviado a la Cólquide por Pelias, usurpador de su trono, a traer el mítico Vellocino de Oro, que en la mitología griega era el vellón o zalea del carnero alado Crisómalo a su vez hijo de deidades. Tal imperativo fue un castigo por su deslealtad al reclamarle la restitución del trono de Yolkos al que tenía derecho por herencia. La misión imposible de la que se suponía no habría de poder regresar fue sorteada por Jasón ayudado por Medea la hechicera por medio de sus artes y sus pócimas. 

De ese Jasón, educado por el Centauro Quirón, capaz de haber conquistado el Vellocino de Oro es del héroe de quien Medea se enamoró posesivamente. Ese vínculo fue entre dos intensidades desbordadas de pasión y de poder.  Medea y Jasón tuvieron dos hijos. Pero ¿cuándo los matrimonios han sido por amor? Y Jasón tenía intereses en una época (V a.C.) en que la monogamia no era obligada.   “Como Jasón repudiara más tarde a Medea para casarse con la hija del rey Creón, mató Medea a su rival junto con sus hijas por medio de un vestido empapado en veneno, y huyó, después de haber matado a sus propios hijos, hacia Atenas, en un carro tirado por dragones.” Mitología Griega y Romana. Editorial Labor. Hermann Steuding. Traducción de J. Camón Aznar. Universidad de Salamanca. 1927

Medea asesinando a sus hijos. Eugene Delacroix

¿Por qué sacrificó Medea a sus hijos? Esa historia de pasiones, de celos mortales y venganza; de amor y de poder. Una Medea despojada, despechada, desesperada, que reclama haber sido deshonrada con sus hijos ante los dioses; es la repudiada del héroe, no hay compensación posible. Al asesinar a sus hijos, ¿los libraba de la deshonra?  Suena muy fuerte, pero qué madre no lleva una Medea adentro de sí, dispuesta a imponer códigos y mandatos a costa de la propia vida de los hijos; es decir, usurpando las decisiones de su propio destino.

Después de todo la pluralidad de las deidades griegas contiene tanto a las potencias de la aspiración como a las de la obscuridad, son paradigma de constatación.

Medea es una mujer de resoluciones y de grandes alcances. El sufrimiento por lo intenso es atroz. El caso es que renunció al mandato de la maternidad. Medea es desobediente.

Por otro lado, la amante que todo lo da por el amado da por hecho que todo lo merece en reciprocidad natural. Resulta que las dosis de entrega de cada parte no son simétricas ni se traducen igual.

“Una mujer suele estar llena de temor y es cobarde para contemplar la lucha y el hierro, pero cuando ve lesionados los derechos de su lecho, no hay otra mente más asesina.” Se justifica Medea a sí misma en una cultura en la que el fracaso conyugal no se perdona. No hay alternativa para ella y para sus hijos. ¿Pudo Medea haber tomado otras decisiones?  

Aquella era la Grecia en la que los mundos de lo femenino y lo masculino se asumían diferenciados sin aparente conflicto. Por un lado, el espíritu de la emoción, de la relación con la naturaleza de los insondable de la maternidad; por el otro, el mundo de la guerra.

Y recuerden que el mito representa la desmesura de lo posible y en este caso es zafarse de la maternidad atávica. Es tan desmesurada como la imposición de los valores de la virginidad de la Virgen María.

El teatro griego se distingue por el desempeño del coro en él, de relevancia mayor que los actores. Representa al pueblo y en el caso de la Medea de Eurípides, está formado sólo por mujeres. El coro interactúa con los actores, como un contrapunto que cuestiona y dialoga con la trama y no permanece estático, rota. Se pronuncia o convencionalmente guarda un silencio que es cómplice con alguno de los protagonistas: toda la vehemencia del silencio.

La trascendencia de la tragedia griega consiste en su absoluta extra moralidad: no hay juicio de valor en la narrativa. Como en un espejo en donde sólo ves lo que ves desde ese lugar.

Medea le dice al coro: “De todo lo que tiene vida y pensamiento, nosotras, las mujeres somos el ser más desgraciado. Empezamos por tener que comprar un esposo con dispendio de riquezas y tomar un amo de nuestro cuerpo, y éste es el peor de los males. Y la prueba decisiva reside en tomar a uno malo, o a uno bueno. A las mujeres no les da buena fama la separación del marido y tampoco les es posible repudiarlo. Y cuando una se encuentra en medio de costumbres y leyes nuevas, hay que ser adivina, aunque no lo haya aprendido en casa, para saber cuál es el mejor modo de comportarse con su compañero de lecho. Y si nuestro esfuerzo se ve coronado por el éxito y nuestro esposo convive con nosotras sin aplicarnos el yugo por la fuerza, nuestra vida es envidiable, pero si no, mejor es morir. Un hombre, cuando le resulta molesto vivir con los suyos, sale fuera de casa y calma el disgusto de su corazón [yendo a visitar a algún amigo o compañero de su edad]. Nosotras, en cambio, tenemos necesariamente que mirar un solo ser,”

Y el coro de mujeres guardó silencio.

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twitter: @euphrasina (amor por la elocuencia)

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