Asul entró al quite por las mujeres indígenas

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NURIT MARTÍNEZ

SemMéxico/El Sol de México. Cd. de México. 19 de mayo 2021.- Cada vez que Asunción Sandoval escuchaba que otra mujer indígena rechazaba un cargo público en Cacalotepec, Oaxaca, o inscribirse a una candidatura política por un partido, ella era la primera en decir “tenemos que entrar al quite, porque ha sido mucho tiempo el que hemos sido relegados”. Ahora que se lo propusieron, aceptó luchar por los derechos de las mujeres, los indígenas y llevar la voz de las jóvenes feministas al congreso de Oaxaca.

“Mujer Ayuuk, mamá, activista, abogada y feminista”, así se define la joven de 32 años de edad ante su comunidad de poco más de dos mil 500 habitantes, que busca representar a un total de 130 mil personas que habitan en ese distrito diez.

El Sol de México intenta por casi cuatro días contactarla. Asunción Cacalotepec es uno de los 540 municipios de Oaxaca y está enclavado en la sierra más quebrada al norte de la entidad. El clima cálido húmedo hace que la neblina caiga en ese valle de montañas. En la cima de una de ellas, entre caminos de terracería, se alcanzan a ver las dos torres de la iglesia en torno a la cual está la cabecera municipal.

–No hay cobertura de celular. Por la llegada de la temporada de lluvias hay problemas con la luz y el internet, en cuanto vuelva a tener conexión respondo, se escucha en un mensaje de voz para celular.

Dos días después la candidata por Movimiento Ciudadana al distrito diez para un escaño en el congreso estatal de Oaxaca envía otra grabación:

–Llegamos cansados de visitar dos agencias más las actividades como mamá, caímos rendidos. Habla de que su papá, su mamá y su hija la acompañan en sus recorridos de campaña en la sierra.

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Hace poco más de un año, con la pandemia, regresó a San Miguel Campo México, una de las ocho agencias de ese municipio junto con su hija de dos años. Ahora vive en la casa en proceso de construcción de sus padres: un profesor bilingüe jubilado y una ama de casa, ambos campesinos que cultivan para el autoconsumo.

“Me considero una mujer capaz, fuerte, honesta, comprometida con mi familia, con las mujeres y hombres de mi comunidad y con mi región”, define en otro momento.

Asunción Sandoval Ildelfonso, mejor conocida entre amigos y familiares como Asul, nació en ese municipio en donde se asienta la comunidad mixe, orgullosos de su cultura, que nunca fue conquistada por los españoles.

En el recorrido por las cañadas, como parte de la campaña electoral, la más grande de México que renovará mediante el voto el congreso federal, 20 congresos locales y 15 gubernaturas, ella sólo habla el idioma elegante, florido como la selva, es decir, el mixe o ayuuk. En ese sitio hay pocos que hablan el español.

Sus primeras letras las aprendió de una joven preparatoriana que llegó hasta la agencia municipal para formar a cinco alumnas bajo un techo improvisado, porque no había escuela, pero tampoco había luz, carretera ni agua entubada. “Poco a poco la comunidad ha trabajado para tener esos servicios”.

Para cursar la secundaria Asul se trasladó a la cabecera municipal y al concluir tuvo que viajar a la capital para ingresar al Colegio de Bachilleres de Oaxaca 1.

Más tarde eligió ingresar a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales en donde se convirtió en abogada.

Elige entre la cocina y el patio de la casa, entre árboles y plantas, para responder algunas preguntas de la entrevista. Aprovecha que tiene 24 horas de conexión a internet satelital. Su voz gruesa y decidida tiene de fondo una orquesta de pájaros de la región.

Enclavada en la zona de la sierra oaxaqueña, hacia el norte de la entidad, entre montañas a más de dos mil 600 metros de altura sobre el nivel del mar, la candidata cuenta que después de su graduación en la universidad se incorporó al Unidad de Atención a Mujeres Víctimas de la Violencia de Género de la Secretaría de la Mujer en aquel estado y ahí empezó a incursionar en la defensa de los derechos sexuales y reproductivos en jóvenes y adolescentes.

“Ahí me llegaron términos de formación política, participación política, liderazgo y gestión comunitaria. Ahí empiezo a establecer vínculos con otras mujeres indígenas. Empiezo a entender que la política no sólo es esa cuestión de votar y ser votada, que es algo de la administración pública, sino a conocer a mujeres que trabajan, tiene liderazgo político, pero desde sus espacios. Que la participación política implica más que un cargo”.

A poco más de un mes de lanzada su campaña, fueron su hermano y su pareja quienes la animaron a aceptar la postulación.

Sus adversarios la señalan por su inexperiencia en la política, en los cargos públicos o en el gobierno de costumbres en su comunidad, pero ella ve eso como una oportunidad para posicionarse, incursionar en la política.

Como compañera de fórmula lleva a Mayra Paola Chávez Guzmán, originaria de Santo Domingo Tepuxtepec, de tan sólo 25 años. Eso provoca que les digan que son jóvenes, “pero ni siquiera entro en el rango de juventud porque tengo 32 años (sonríe), pero nos lo dicen más por esta cuestión de ‘qué van a saber ellas si están mocosas’. ¿Qué nos pueden proponer ellas?”.

Asul afirma que su mejor respuesta es el trabajo realizado en contra de la violencia hacia las mujeres y el trabajo con la sociedad civil para garantizar sus derechos.

No se siente menospreciada en su comunidad porque “todos somos indígenas”, pero afuera de ese lugar ser mujer e indígena es suficiente para sufrir discriminación.

“Sólo me veo como mujer que radica aquí, que no tiene compromisos con nadie ni padrinos, nada. Lo veo como una oportunidad para tener experiencia y continuar con mi trabajo, en comunidades, con mujeres, adolescentes y jóvenes”.

Antes de esto realizaba esa labor de defensoría desde la sociedad civil, después de su breve paso por la administración pública. Por lo que ahora considera que es momento de tomar herramientas nuevas. “Me motiva hacer una carrera política, por eso lo tomé”.

Asul lleva casi un mes caminando por las agencias del municipio y por la cabecera de la localidad. De casa en casa, camina la localidad para colocar las pocas mantas con las que la apoyó el partido.

“Es un partido pequeño que no tiene mucho financiamiento”, justifica.

Ella no cree en esas campañas de perifoneo, prefiere visitar a los vecinos que conocen la trayectoria de su padre como maestro en la región y la que sembraron su mamá y sus abuelas.

Reconoce que se inspira en otras mujeres oaxaqueñas que en los últimos años abrieron camino en la región para enfrentar los problemas de desarrollo y violencia contra las mujeres: Sofía Robles, Felicitas Cruz y Lidia Aguilar Aguilar.

Su meta en el congreso oaxaqueño es “llegar, negociar y pelear mayor presupuesto para la región”, donde hace falta todo.

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