Botella al Mar| Que nadie se llame a engaño

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Martha Canseco González

SemMéxico, Pachuca, Hidalgo, 19 de septiembre del 2022.- La entrevista “que concedió” el feminicida de Yrma Lydya Gamboa, un tal “Jesús” porque el periodista Mario Salgado Becil salvaguarda su nombre, no el de ella, claro, por supuesto tiene la evidente intención de “justificar” lo injustificable, la violencia contra las mujeres.

Entonces todos se comportan de la manera más cínica posible, primero hablan mal de una persona que ya no puede defenderse, segundo, utilizan todos los medios económicos a su alcance, “con dinero baila el perro”, dice el refrán popular.

Y lo que subyace escondida y muy bien camuflada es la certeza de que los hombres, con dinero, pueden comprar lo que quieran y hacer con lo que compran lo que se les dé la gana, una mujer, a la policía, a la justicia, a los periodistas, a las personas, en fin, lo que sea.

Ante un hombre con dinero y poder, se rinden todas y todos.

Hay que entender cómo funcionan las estructuras patriarcales para que los hombres que cometen un crimen como el feminicidio, logren impunidad. Lo explica perfectamente bien la gran Rita Segato en su obra, “Las Estructuras Elementales de la Violencia: Ensayos sobre Género entre la Antropología, el Psicoanálisis y los Derechos Humanos”.

Así es, todo un sistema los apoya, los acompaña, los medios nos convencen de que tuvieron razón al acabar con la vida de una mujer exactamente como lo hizo el tal Jesús, con Yrma.

Lo cierto es que mientras en esta sociedad y en esta cultura, se siga fomentando y aplaudiendo que los hombres tengan la posibilidad de comprar todo, un cuerpo, el amor, a las personas, pero negando sus emociones más humanas, como la empatía, el amor, porque consideran que eso es de viejas. Entonces lo que buscan es torcer las leyes a su favor, el argumento de que, en un momento dado, Jesús, se desquició por amor ante la posible, no comprobada, traición de Yrma Lydya, es totalmente infundado. Lo cierto es que, a Jesús, le importaba un soberano cacahuate la posible infidelidad de su esposa comprada, a él lo único que le interesaba era seguirla controlando y dominando.

Se sabe que Yrma, puso demandas por violencia contra el tal Jesús, pero del contenido de esas demandas la prensa no lo va a dar a conocer porque lo importante es imponer la narrativa misógina y machista de él.

Sí todos los hombres de este país, corrieran la misma suerte que Yirma Lydya por haber traicionado y puesto el cuerno a sus parejas, millones de mexicanos ya no estarían con nosotros. Este sistema tiene un doble rasero, una doble moral totalmente inmoral, cuando se trata de juzgar a un hombre o a una mujer.

Y en esta estructura que los beneficia, los arropa y los acompaña, surgirán sus compadritos que son, incluso capaces de mentir con tal de ayudar a que ese hombre se salga con la suya, ¡porque hoy es él, mañana podría ser yo!

Así que a la misma par que sale la “cruda” entrevista de Jesús, sale la de su “compadrito” Carlos de Jesús Quiñonez quién “muy triste” nos viene a decir que Yrma Lydya era una mala mujer, que hizo un trato mercantil con ella y no lo cumplió. A ver una cosa es un contrato matrimonial y otra cosa, completamente distinta, es un contrato mercantil, donde se compran cosas y servicios, no personas, así entonces no se puede exigir algo más allá de eso, Yrma no era una cosa, era una persona, una mujer con derechos.

O será que el tal Jesús y Carlos “inocentemente” (en mí rancho a los hombres así se les dice de otra manera, pero no lo voy a escribir aquí), creyeron que Yrma se fue con ellos por su lozanía, bonhomía, virilidad, guapura y fortaleza. Pero sí es evidente que lo primero que hicieron fue mostrar la cartera, a través de regalos, flores, viajes, autos, no sus sentimientos ni emociones hacia ella. ¡La deseaban por supuesto!, pero sólo eso, querían ese cuerpo, esa juventud, por una simple razón, ¡porque la podían comprar! ¡No sean cínicos!

Por eso, con toda sinceridad se los digo, acabemos de una vez por todas, con la cultura y la sociedad que nos impone a nosotras a qué busquemos “el mejor partido”, vulgo que nos mantengan, para luego recriminarnos por ello, ¡Es que sólo viste en mí, mí dinero! en vez de educarnos para que seamos económicamente independientes y autónomas.

A ellos, eduquémoslos para que no busquen en nosotras solo cuerpo, servilismo, esclavitud doméstica y sexual, sino que sean capaces de buscar compañeras con las cuales compartir la vida en equidad, igualdad, amor y ternura.

Terminemos con la cultura del “sugar daddy”, de las “cougarts”, dejemos de mercantilizar las relaciones entre mujeres y hombres, porque, sobre todo para las mujeres puede tener resultados funestos. No somos cosas, ni ellos ni nosotras, recuperemos lo que nos hace más humanos: la honestidad y el amor.

botellalmar2017@gmail.com

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