os asesinatos de Debanhi Escobar Bazaldúa en Nuevo León, de Cecilia Monzón en Puebla y de Luz Raquel Padilla Gutiérrez en Guadalajara, en los últimos tres meses, tienen origen y condiciones distintas.
Desde los años 70 las feministas apostamos a cambios profundos: democracia en la familia, no sólo castigar a los agresores, procurar el cambio cultural y de pensamiento para abatir el machismo
Este gobierno no ha podido tapar el sol con un dedo. Hace unos días, la presidenta del Senado, la ministra en retiro Olga Sánchez Cordero, dijo ante el parlamento Europeo que los homicidios en México son entre narco
La tragedia mundial de la pandemia del coronavirus colapsó sistemas de salud en muchos países, y puso en jaque la debilidad de administraciones públicas en salud, cuyas consecuencias serán fatales.
La impunidad parece la regla que define la justicia en México. Las plazas de ciudades y pueblos se pueblan de protestas de colectivas feministas y de madres que exigen justicia por el feminicidio y desapariciones de sus hijas.
Cuando pienso que en esta administración se ha derruido buena parte de las políticas públicas específicas para las mujeres, variopintas, algunas inoperantes o demagógicas construidas en más de cuatro décadas, siento, sin embargo, que teníamos un piso jurídico y de política que era reclamable.