COVID-19 en la vida de las mujeres: CIM OEA

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  • Razones para reconocer los impactos diferenciados
  • El hogar es el lugar más peligroso para las mujeres y niñas

Redacción

SemMéxico, Washington, D.C., 25 de marzo, 2020.- La Comisión Interamericana de Mujeres (CIM/OEA), con el objetivo de apoyar a los Estados Miembros de la OEA, ha hecho un análisis sobre los impactos, retos y acciones para desarrollar políticas que respondan a las necesidades diferenciadas de las mujeres frente al COVID-19. Esta publicación busca ser una hoja de ruta para los equipos de respuesta y toma de decisión, incorporando un enfoque transversal que considera los principios universales en derechos humanos, la perspectiva de género y la interseccionalidad.

Toma decisiones

Crisis anteriores han demostrado que las decisiones que no incluyen a las mujeres son parciales, menos efectivas e incluso pueden ser dañinas. La participación de las Ministras de la Mujer (o equivalentes), expertas independientes y organizaciones de mujeres aporta una voz especializada y multiplicadora del enfoque de género en las políticas de mitigación y recuperación de la crisis en todos los niveles. Esta participación igualitaria no solo es justa, también es esencial para fortalecer las democracias de la región.

Violencia contra mujeres y niñas

El hogar es el lugar más peligroso para las mujeres y niñas, por ello el encierro y el distanciamiento social aumentan el riesgo de violencia contra ellas.  Los canales tradicionales de atención a víctimas de violencia se ven alterados o interrumpidos. Los Estados deben ofrecer alternativas a las mujeres para realizar denuncias, extender automáticamente las medidas judiciales de protección existentes, ofrecer espacios seguros de refugio para ellas y sus familias, garantizar presupuesto para estas nuevas medidas y monitorear los datos y registros públicos de violencia antes y después del aislamiento domiciliario para medir el impacto de las políticas públicas implementadas.

Los cuidados y los derechos económicos de las mujeres y las niñas

El confinamiento agudiza la crisis del cuidado, aumentando la carga global de trabajo de las mujeres, impactando negativamente el trabajo remunerado y la salud de las mujeres, sobre todo en ausencia de sistemas de cuidados institucionalizados. El cuidado es colectivo, sin embargo, las normas sociales de género atribuyen este rol a las mujeres, lo cual perjudica su participación en el mercado laboral, aumenta la brecha salarial y limita su acceso empleos de calidad. Esta crisis puso en evidencia la importancia del trabajo de cuidados en los hogares y fuera de ellos, y la necesidad de adoptar medidas para redistribuir esta carga entre el Estado, el mercado y dentro de las familias. Es indispensable promover la corresponsabilidad, tanto en lo laboral como en lo doméstico.

La salud de las mujeres

La falta de atención y recursos críticos de los servicios de salud sexual y reproductiva afecta directamente a las mujeres, las adolescentes y las niñas. La ausencia de estos servicios podría incrementar la mortalidad y morbilidad materna, aumentar las tasas de embarazo adolescente, VIH y otras infecciones de transmisión sexual. Además, la mitad del personal médico y más del 80% del personal de enfermería de la región son mujeres, el porcentaje más alto del mundo. Los gobiernos deben contemplar medidas especiales para que la atención a la salud de las mujeres no se vea interrumpida y que aquellas que trabajan en servicios esenciales tengan a su disposición los equipos de protección adecuados.

Grupos en situación de más riesgo

Las mujeres migrantes, refugiadas y desplazadas por conflictos ven limitado el acceso a servicios de salud y mayor riesgo de infección por hacinamiento en albergues, así como aquellas privadas de libertad en el sistema penitenciario.

La desigualdad socioeconómica que afecta a las mujeres afrodescendientes, indígenas y de zonas rurales, reflejada en la falta de agua potable y la desnutrición son factores que incrementan los impactos de la crisis sanitaria en estas poblaciones. El COVID-19 presenta un particular riesgo de mortalidad y morbilidad para las personas mayores, en su mayoría mujeres. Los estereotipos de género, la violencia y la discriminación contra personas LGBTI impide el acceso a los servicios esenciales. La ausencia de mecanismos de accesibilidad para mujeres con discapacidad puede elevar su riesgo de infección. Sin políticas que contemplen a todas las mujeres el impacto de la crisis será exponencial.

SEM/sj

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