Cuba: Debate activa discusión sobre violencias machistas

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  • Femicidio…uno de los recursos más explotada por los medios digitales
  • Todas las mujeres importan. No somos un número ni un dato para esconder

Redacción

SemMéxico/SEMlac, La Habana, 24 de agosto, 2020.- Un activo debate sobre las violencias machistas en Cuba se generó en medios y espacios digitales desde la publicación, el pasado de 18 de agosto, de un artículo en el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, con circulación nacional.


Bajo el título de «Revictimizada mil veces«, el texto de Javier Gómez Sánchez se refiere a la «mediatización del feminicidio en las redes sociales», como «uno de los recursos más explotados por la maquinaria de medios digitales financiados por Estados Unidos para la guerra comunicacional dirigida hacia la sociedad cubana».


Detrás de lo que describe como un aumento notable, en los últimos meses, de historias contadas sobre mujeres asesinadas en la nación caribeña, desde una narración emotiva, Gómez Sánchez apunta a la articulación de varios medios digitales, «unos abiertamente reconocibles como parte de la contrarrevolución y otros que cuentan con acreditación como medios de prensa extranjera, junto a los que reciben financiamiento bajo el camuflaje de ‘medios y periodismo independiente'».


En su texto, el autor expone datos de informes oficiales, establece comparaciones con otros países y ofrece sus consideraciones acerca del tratamiento de los femicidios en las redes sociales.


Como cierre, llama a «entender que, cuando vemos aparecer en nuestro muro de Facebook, u otra red social, uno de estos contenidos, tanto los más burdos como los más sofisticados, estamos siendo testigos de una revictimización de esas mujeres cubanas: primero víctimas de quien les quitó la vida, y luego de quienes las utilizan como objeto de sus intenciones».


El artículo desató de inmediato una gran cantidad de opiniones, numerosos desacuerdos y críticas, algunos respaldos, así como reacciones acaloradas que, por momentos, apuntaron más a la discordia y a la incomunicación que al diálogo. También se expusieron argumentos, propuestas y puntos de vista diversos.


«Una sola mujer, víctima fatal de la violencia machista en Cuba, es un asunto GRAVE», escribió el médico y activista Alberto Roque, quien expuso en su muro de Facebook los criterios que antes envió al diario Granma, para «retroalimentar al autor y al Partido sobre nuestras opiniones fundamentadas, que no pretenden ‘hacer el juego al enemigo’, sino construir una Nación mejor».


Otros comentarios rebasaron el tratamiento del problema en los medios y redes sociales, para abordar también aspectos jurídicos, sociales y de respuestas a las violencias machistas.


«TODAS las mujeres importan. No somos un número ni un dato para esconder, ni vivas ni muertas. NADIE me paga por defender mis derechos como mujer», declaró en su muro de Facebook la cineasta cubana Marilyn Solaya.


En su publicación, Solaya señaló que la falta de información acerca del número de víctimas por feminicidios y la poca disponibilidad de los procesos obstaculiza el ejercicio de los derechos de las mujeres.


«Estas carencias de transparencia contribuyen a invisibilizar el problema y obstruyen los procesos de apoyo a las víctimas y de sensibilización, capacitación y evolución de la sociedad en estos temas», sostuvo.


«No podemos esperar a que los casos de feminicidios en Cuba se igualen a los de otros países de la región para identificarlos como un problema.


Con este accionar no le damos elementos al ‘enemigo’, sino que salvaríamos vidas y avanzaríamos en una sociedad mucho más justa e inclusiva si se aprueba una Ley contra la violencia de género».


Desde su blog Ciudadanías, con el texto «Revictimizada mil veces»: el programa que las cubanas no necesitamos«, la académica feminista Aylinn Torres Santana confrontó sus argumentos con los expresados por Gómez Sánchez respecto a los actores, la prensa y el problema en sí mismo.


«La violencia machista no puede ser un cajón que se abra, de un lado, para presumir lo bien que lo hemos hecho ni, de otro, para instrumentalizar la lucha de las mujeres en función de una causa, ahí sí mercenaria, que en sus resultados va contra las mujeres. Aquí se juegan vidas. Y para proteger esas vidas tenemos que pensar honestamente en las desigualdades que habilitan las violencias. Desigualdades que operan en forma de reconocimiento injusto y en forma de déficits redistributivos. Ambas a la vez», expuso.


Partidaria de que luchar contra las violencias machistas implica defender un programa amplio de justicia social, que asegure reconocimiento, redistribución, representación y participación, la académica enumeró los aspectos imprescindibles de ese proyecto: educación y salud universales, normas inclusivas, programas de sensibilización, estados fuertes garantes de derechos y de protección social, escucha a la ciudadanía, a quienes llevan décadas intentando intervenir en este estado de cosas y a quienes lo hacemos hoy.


«En Cuba podría hacerse, a contrapelo de los mercenarismos injerencistas y de los mercenarismos misóginos de conciencia; esos que buscan implosionar causas justas, no importa cuánto arrasen en ese camino», concluyó.


En respuesta a sus planteamientos, Carlos Luque publicó Ni mujeres ni hombres de paja, donde hace análisis específicos de párrafos y argumentos de la académica.


«Reparemos en que si Cuba no fuera el país multi-agredido que es –también en el tema–, no habría necesidad alguna de referirse a lo hecho por la Revolución y sus instituciones al efecto de dignificar la vida de sus mujeres. Ya bastante se oculta, deforma y miente en la prensa hegemónica, ya harto se culpa al socialismo de todos los pecados, como para que no haya gallarda dignidad y razón suficiente para referirse a ello», sostiene Luque.


«Ocultar, subestimar o ningunear lo que el país hace por las féminas, también, de algún modo, va contra ellas. Esas, supongo, son las razones por las que en algunos párrafos JGS menciona instituciones y organizaciones que se ocupan de los derechos y problemáticas de la mujer en el país», agrega en su análisis.


También a favor del artículo que promovió el debate se pronunció Pedro Jorge Velázquez, desde un intercambio en Facebook: «El artículo no es antifeminista. Es pro-feminista contra-contrarrevolucionarios, lo deja claro en una oración cuando habla acerca de los feminicidios como «una necesidad sin dudas insatisfecha -en cantidad y profundidad- desde nuestros medios de comunicación».


«Además, dice que las historias de feminismo son ‘reales y dolorosas, indudablemente evitables y necesitadas de mayor actuación institucional sin lugar a dudas’. (Lo acabo de citar). Ahí se ve como está pidiendo por mayor actuación institucional», agregó.


Otras feministas cubanas dejaron constancia de sus desacuerdos con el artículo de Gómez Sánchez e hicieron sus propuestas y valoraciones desde el blog Asamblea feminista.


«El periódico Granma ha publicado una crítica contra quienes llevamos años intentando poner en el centro del debate el tema de la violencia de género. Es triste y vergonzoso leer cosas tales en tiempos de crisis, necesitados de mayor unidad», afirmó la crítica e investigadora literaria Zaida Capote, en su texto «Por qué no me callo«.


Capote, una de las cuarenta mujeres que en 2019 dirigieron una solicitud a la Asamblea Nacional del Poder Popular para que se apruebe una Ley Integral contra la violencia de género en Cuba, dijo que «algunas instituciones, aunque trabajan por solucionar el problema, suelen desentenderse de iniciativas colectivas extra institucionales. Quizás tengan derecho a hacerlo».


Y agregó: «En cualquier caso, nosotras también tenemos derecho a expresar nuestras preocupaciones por la falta de estadísticas claras, por la carencia de espacios de reflexión pública, por la toma de decisiones sin discusión previa, por la tendencia a debatir en grupos mínimos de convencidos sin interpelar a la sociedad o, una vez que se elige la interpelación, ignorar o atacar las opiniones diversas en lugar de discutirlas».


Convencida de que es necesario tratar estos problemas en los medios y la sociedad, en su comentario «El femicidio duele, indigna y lacera. Tratarlo en la prensa, es cosa seria«, la periodista Lirians Gordillo lamentó el artículo publicado en Granma.


«Más que dar luces, las opiniones expuestas crean CONFUSIÓN porque generalizan. Algunas personas no entendidas en un problema tan complejo y ausente de nuestros medios nacionales, como lo es el femicidio, pueden quedarse con la idea de que llevar la cuenta de los casos, contar testimonios de las víctimas, denunciar a los agresores y reclamar el avance necesario es ir en contra de su país. Nada más alejado de la realidad», sostuvo.


«¿Por qué no presentar el problema? ¿Por qué no hablar de los casos y las mujeres que han perdido la vida en nuestro país? ¿Por qué no hablar de las causas de las violencias machistas, para también hablar de los esfuerzos, de los avances y pendientes?», fueron algunas de sus preguntas.


Tras referirse a la existencia de recursos para abordar las violencias y el femicidio «de manera sistemática y profunda, creativa y comprometida», la comunicadora aseveró que «desde los medios públicos cubanos tenemos el deber y la responsabilidad de hacerlo bien».


Y cerró sus ideas así: «No es posible construir esa sociedad socialista que aspira a conquistar toda la justicia sin el feminismo. Pero quien crea que el feminismo es cómodo y no interpela, quien lo conciba como un bloque monolítico y partidista, no podrá comprender toda su capacidad de transformación».


A favor del articulista se expresaron también varias personas, como Arianna Álvarez Avalo, para quien el trabajo de Javier Gómez Sánchez es «un artículo muy acertado, donde se deja en evidencia la manipulación y el sensacionalismo con el que muchas veces se tratan estos temas por la prensa extranjera».


Álvarez Avalo asegura que «estas organizaciones gubernamentales son y han sido las responsables de educar a un pueblo, de abrir espacios para la realización profesional de las mujeres, de crear herramientas para su inserción en la toma de decisiones del país y en puestos de jefatura».


Y también plantea que «es necesario crear más cultura de debate y más organismos que eduquen en materia social sobre la igualdad de género y atacar los comportamientos machistas, propios de una sociedad patriarcal general».
Desde una postura analítica expuso sus argumentos Claudia Rafaela Ortiz Alba, en un intercambio en el muro de Gómez Sánchez.


«Existe la guerra mediática contra Cuba», reconoció, «no se ignora eso, es importante contextualizar y poner en perspectiva, frente a otras estadísticas regionales, el caso Cuba. No somos la peor realidad, pero el artículo de Javier, al decir de un amigo, intenta extirpar un tumor a machetazos y, en este caso y para escribir sobre esto, necesitaba la sutileza y el bisturí de un cirujano», apuntó.


Y agregó: «El feminismo anticapitalista en Cuba está dentro, pero también fuera de las instituciones; la sociedad civil socialista no es exclusivamente la institucional, como el periodismo socialista que se hace no es exclusivamente el estatal. Saben mejor que yo eso. El artículo es injusto, muchísimo, lanza para un mismo saco de contrarrevolución y mercenarismo a todo el que investigue o hable de feminicidios en Cuba y no esté bajo la regulación institucional».


Ortiz Alba opinó sobre aspectos específicos tratados en el artículo, como las estadísticas, que no son públicas. «Es por ello que muchas de nosotras trabajamos con el recuento de los casos que salen en redes sociales, y no porque queramos improvisar», puntualizó.


Además, consideró que el trabajo periodístico «establece muy pocos desafíos y nada tiene de autocrítica», por lo que «a muchos, a mí, nos pareció un artículo contraproducente». También expresó su deseo de «ver al Granma y Javier como mis potenciales aliados y no como enemigos. El sectarismo ya le ha costado mucho a la izquierda latinoamericana e internacional. Nosotros no podemos permitirnos ese lujo», dijo.


Cuando, pasados ya cinco días de iniciado este debate, hay quienes continúan opinando en redes y espacios virtuales, otras personas empiezan a resumir criterios, sacar aprendizajes y sus propias conclusiones.


Para la periodista Maryam Camejo, el debate deja como positivo «la justa ola de inconformidad, protesta e indignación que ha provocado».


En su opinión, es momento de entender que el feminismo tiene exigencias que hacer en Cuba y no deben ser desestimadas; que la sociedad la componen individuos y sus aspiraciones individuales deben tenerse en cuenta; y que los medios subsidiados por el Estado deben ser reflejo y respuesta de esas tantas aspiraciones.


«Que pensar como país es entender la individualidad dentro del colectivo y que, por tanto, toda aspiración finalmente organizada espontáneamente dentro de la sociedad civil no debe ni puede ser satanizada con el mismo argumento de siempre, como si la sociedad cubana estuviera sencillamente dividida en dos bandos y no existieran otras posiciones», añadió.


Consideró, además, que falta mucho camino por recorrer y hablar de ello no significa estar a favor de una agenda extranjera, «sino observar nuestra Cuba con ojo crítico y quererla mejor».

SEM-SEMLAC

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