MUJER Y PODER
*Natalia Vidales Rodríguez
SemMéxico, Hermosillo, Sonora, 5 de abril, 2021.- Está claro, clarísimo que el Presidente quiere desacreditar al Instituto Nacional Electoral para restarle autoridad en el actual proceso electoral que este lunes cinco de abril arranca en todo el país.
Pero como no ha podido hacerlo ¨por las buenas¨, el pasado fin de semana envió a un contingente de líderes a cerrar las instalaciones del INE buscando que por petición de 50 revoltosos, su titular, Lorenzo Córdova, presente su renuncia.
No se irán de ahí — dijo uno de los líderes — hasta que renuncie. Y el pueblo cuestiona ¿por qué habría de hacerlo cuando López Obrador con más de medio millón de mexicanos pidiéndole su renuncia por traición a la patria no lo hace?
No le gustó al presidente que el Instituto -uno de los pocos realmente autónomos que quedan en el país– lo haga cumplir la ley. No le cayó nada bien que el INE cancelara la candidatura de Félix Salgado Macedonio y de varios morenistas más (por incumplimiento de la obligación constitucional de presentar gastos de precampaña), ni que se le llamara a rendir cuentas por sus programas sociales, ni que diera la orden de no intervenir en las elecciones, como tampoco la suspensión de la trasmisión íntegra de sus mañaneras pese a que esta disposición está apegada a derecho y tiene su sustento en el artículo 134 de la Constitución (al establecer que los servidores públicos deberán aplicar con imparcialidad los recursos públicos que están bajo su responsabilidad, sin influir en la equidad de la competencia entre los partidos políticos).
El presidente Lorenzo Córdova y las y los consejeros del INE han actuado en defensa de la Democracia y de los intereses de los mexicanos y el instituto goza de gran credibilidad desde su fundación hace ya 30 años, pero…el respeto a las leyes no es algo que entienda el Presidente, para quien lo que cuenta es el cumplimiento de sus intereses cada vez más lejanos del estado de derecho. Y, así, al no poder ¨parar¨ al INE con su discurso, ha optado por el movimiento callejero a cargo del Frente Nacional Obradorista, una especie de brazo ejecutor similar al de los regímenes autoritarios para enfrentarlo a quienes no se rinden a sus dictados.
El discurso del presidente -de nuevo- es uno y la realidad otra. López Obrador, quien meses atrás firmó un Acuerdo Nacional por la Democracia donde se comprometió a no intervenir en las elecciones, ha ignorado sus propias palabras como lo muestran sus críticas diarias al árbitro electoral. Pero… ¿qué nos extraña? Esa es su constante: decir una cosa y hacer otra.
La sociedad civil no debe permanecer silenciosa ante este nuevo atropello porque es nuestra Democracia la que está en juego. Y si no la defendemos ahora quizá más tarde quede muy poco que defender.
El momento electoral ya está aquí, y desde Palacio se hará lo imposible por lograr el control de este importante Instituto, garante de la decisión de los gobernados.
Las y los mexicanos… no debemos permitirlo; y la vía cívica para ello tiene “cita” en las próximas urnas del seis de junio, que ya está a la vuelta de la esquina. ¡Ni un voto para Morena!