El cambio climático y el llamado de Mario Molina

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Claudia Almaguer

SemMéxico, 12 de octubre, 2020.- El pasado 7 de octubre fue noticia internacional el fallecimiento de Mario Molina científico mexicano y Premio Nobel de Química 1995. Señala el diccionario de la Real Academia que la inteligencia es la capacidad de entender o comprender algo, de resolver problemas, que es habilidad, destreza y experiencia. Pero estos significados no alcanzan a dimensionar la motivación de las personas para aplicar su inteligencia, porque se trata de una decisión personalísima que en este caso él mismo contó en su semblanza autobiográfica al decir:

“Los años que pasé en Berkeley han sido de los mejores de mi vida… Fue también en esos años que tuve mi primera experiencia en relación con el impacto de la ciencia y la tecnología en la sociedad. Recuerdo que me impresionó el hecho de que en otros lugares se estaban desarrollando láseres químicos de alto poder para fines bélicos: deseaba participar en investigaciones que fueran útiles para la sociedad, y no que derivaran en resultados potencialmente destructivos”.

Precisamente, en una conferencia suya en mayo de este año emitida por el Colegio Nacional con el título “Cambio climático, ciencia y política” habló de la importancia de hacer caso a la ciencia y actuar para proteger el medio ambiente, puso de ejemplo la labor que junto a otros investigadores le condujo a descubrir el adelgazamiento de la capa de ozono como consecuencia de la emisión de gases industriales y la voluntad política que consiguió la ratificación universal del Acuerdo de Montreal gracias al trabajo conjunto.

Cabe decir, para promover la ciencia como parte de la cultura universal hace falta ese talento de enseñar a otros, es decir, ser capaz de profundizar en el lenguaje propio del área del conocimiento en la que se es docto y sin embargo tener también la habilidad de explicarlo en términos sencillos y comprensibles para todas las personas.

Así que preocupado, pero ocupándose del tema, en esa charla Molina abordó el cambio climático en calidad de emergencia, explicando que ya no podía seguirse creyendo que sus efectos tardarían mucho en llegar o que sería un problema que tocaría resolver a las siguientes generaciones, sino  por el contrario, las transformaciones estaban sucediendo a tal grado que algunos colegas suyos hablaban de un cambio en la era geológica caracterizada por una grave aceleración del consumo humano de los recursos naturales y el uso excesivo de combustibles fósiles a partir de 1950.

También manifestó que no se debía creer que la contaminación de un lugar no repercute en otro porque las sustancias que cambian el balance térmico del planeta, no importa desde donde se emitan, afectan globalmente y debido a ello las acciones que realice un país en lo individual no son tan significativas como serían si se tomaran en todo el mundo.

Así mismo refutó tres mitos acerca del cambio climático que son importantes de cara a la ausencia de decisiones globales:  

En primer lugar, se cree que hay muchos expertos que opinan que los cambios de clima que se observan hoy en día son naturales y no tienen conexión con las actividades humanas. Pero no es cierto, por el contrario, el 97 % de los científicos especializados en cambio climático considera que éste se debe principalmente a las actividades humanas. Esto ha quedado plasmado en el Quinto Reporte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático en 2015 que reportó una probabilidad del 95 % de que el cambio de temperatura esté causado por el cambio de la composición química de la atmosfera.

En segundo lugar, se cree que los cambios de clima empezarán a ocurrir hacia finales de siglo y que probablemente serán benéficos. Pero no es así, el clima ya está cambiando y puso de ejemplo el derretimiento del Ártico, eventos extremos del clima como el calor en lugares como Groenlandia, las sequías, las inundaciones en América del Norte o los incendios forestales en Estados Unidos, Australia e Indonesia.

En tercer lugar, se cree que no es prudente enfrentar el cambio climático pues el costo sería prohibitivo. Pero esto tampoco es verdad. Hay muchos avances tecnológicos y propuestas para resolver las emisiones, se considera que, al tomarse muchas medidas de manera simultánea como el mejoramiento del transporte, la sustitución del carbón por el gas natural o el uso de energía nuclear, eólica y solar, los biocombustibles y mejores prácticas forestales, sí se puede resolver el problema.

Una advertencia al punto en que se converge con la política: “la ciencia no nos dice que tenemos que hacer nos dice que pasaría si hacemos una cosa o la otra. Si se ignora la ciencia del cambio climático habrá efectos muy graves, pérdidas económicas, pero sobre todo humanas, por ello es irresponsable y falto de ética no hacer ningún cambio”.

Quedó Molina pensando en varias cosas, dijo ese día que en noviembre de este año habría una reunión del Acuerdo de París, esa meta que obtuvo la ciencia a través de la Organización de las Naciones Unidas para la reducción de emisiones pero que consideraba insuficiente. En el peor escenario, el de no hacer nada y seguir usando combustibles fósiles habría un aumento de entre 3 y 6 grados de temperatura que trastornarían gravemente la vida humana afectando a las personas más vulnerables. En otras palabras, sin política climática la temperatura se disparará a finales de siglo con consecuencias todavía desconocidas, pero con una política responsable hay esperanzas.

Propuso entonces acciones muy concretas como establecer un precio a las emisiones de gases efecto invernadero a través de un nuevo acuerdo internacional, incrementar la inversión en investigación y expandir la cooperación internacional para la implementación de tecnologías en energía limpia en países en desarrollo. Hablando de México, volviendo a él incesantemente a lo largo de toda la charla, decía que fue uno de los promotores del Acuerdo de Paris por lo que había ya un compromiso de reducir sus emisiones, además era innecesario y obsoleto regresar al pasado teniendo todas las condiciones para generar energía sustentable que no contamina y es mucho más barata.

Pareciera que siguió trabajando hasta el final en su centro de investigación, identificando la relación entre la contaminación y las afectaciones a la salud humana. Aprendiendo más todavía de la ciencia y convenciendo a otros de lo importante que es saber de lo que se habla al momento de tomar decisiones. “Los gobernantes deben hacerle caso a la ciencia y no decidir sobre su opinión”.

A más ver 

Twitter: @Almagzur

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