El Salón de la Plástica Mexicana exhibirá una retrospectiva de Nancy van Overveldt 

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Vivió en Tepoztlán y como Dolores Cienfuegos escribió cuentos, se negó a ser una mujer tradicional, sólo quiso pintar  

Su obra estará en exhibición del 5 de mayo al 12 de junio, con esa luz de libertad

Libertad López  

SemMéxico, Cd. de México, 5 de mayo, 2022.- Desde hoy se podrá apreciar una muestra pictórica, llamada Retrospectiva Nancy van Overveldt: Una pintora holandesa enamorada de México: 70 años de producción artística, y podrá apreciarse hasta el 12 junio, en el Salón de la Plástica Mexicana, informó la Secretaría de Cultura.

Esta mujer extraordinaria Nancy Wilhelmina Scheffer, eligió el apellido de su madre y fue conocida Nancy van Overveldt, nació en 1930 en La Haya, Países Bajos, donde murió en 2015.  Buena parte de su vida la hizo en México, en Tepoztlán, Morelos.

Ella estuvo marcada por los acontecimientos bélicos de la Segunda Guerra Mundial, durante su adolescencia, eso determinó su postura frente a la vida.

Participó activamente en los movimientos artísticos juveniles de su país natal y a los 13 años obtuvo el Premio Juvenil de Dibujo, lo cual le abrió las puertas para ingresar en 1946 a la Real Academia de Arte de La Haya.

Su hija Tiahoga Ruge, en enero le contó a la periodista Reicelda Oxilia de El Sol de Cuernavaca, porque esta misma muestra estuvo allá, que   Desde niña comenzó a pintar y sus padres apoyaron siempre su talento. A los 13 años ganó el concurso nacional de pintura juvenil de Holanda y, acabando la guerra, en 1945, entró a la Academia de las Bellas Artes de la Haya.

Tiahoga Ruge, cuenta la periodista habló con profunda admiración sobre cada uno de esos maravillosos cuadros, muchos de ellos de su colección, además de ser la curadora de la exposición.

Nancy pintaba a diario, durante ochos horas, llena de pasión, y después agarraba su bicicleta para irse a pasear, ya fuera en Tepoztlán, en la Ciudad de México o en Holanda.

“Como pintora, soy un recipiente de corrientes profundas; siento esas corrientes en colores y formas, por eso necesito pintar. Gozo cada viaje de colores y líneas hacia lo desconocido. Me siento empujada hacia espacios cada vez más y más “, decía Nancy.

En uno de sus viajes, el tren entre La Haya y París, Van Overveldt conoció a su futuro esposo, Reinhardt Ruge, un mexicano de descendencia alemana. Se casaron, se mudaron a México y tuvieron una hija, Tiahoga Ruge. Van Overveldt obtuvo la nacionalidad mexicana. Tras separarse de Ruge, Marcelo Javelly, esposo de Ángela Gurría, le presentó a Valentín Saldaña con quien se casó y tuvo una hija, Alejandra Saldaña. 

Así que Nancy llega con su esposo Reinhard a Tepoztlán, quien había sido invitado conjuntamente con sus alumnos en calidad de ingeniero hidráulico por el presidente Municipal de aquel entonces, don Vicente Campos, ya que Reinhard era el rector de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura. De esta manera, hicieron el levantamiento del pueblo de Tepoztlán, además de hacer la infraestructura básica del lugar, por aquellos lejanos años cincuenta cuando era un pueblo más pequeño.

Nancy y Reinhard compran una casa de piedra, en lo que hoy se conoce como el Valle de Atongo; lugar de milpas y campesinos. Ese fue su primer encuentro con nuestra naturaleza, de ahí que muchos de sus cuadros “hablen” de las milpas, el pueblo, el paisaje mágico en las noches de luna llena. Hasta pintó un biombo que nos habla de los incendios en la época de secas y el sol, mismo que se puede apreciar en la exposición.

Tiahoga, recuerda haber vivido en la casa del campanario de Plaza San Jacinto, del antes Distrito Federal, y Nancy la llevaba en bicicleta a la escuela, cosa que ruborizaba a Tiahoga, porque era algo totalmente fuera de serie en esos tiempos, el que una mujer anduviera en bicicleta por las calles. De hecho, Nancy se trajo su bicicleta desde Holanda, porque le habían comentado que en México no había bicicletas “para mujeres”. Pensándolo bien, todavía, en muchas rancherías y lugares apartados, el uso de la bicicleta parecería seguir siendo exclusivamente de uso masculino.

Pero Nancy se sabía pintora y, hablando de mentalidades “diferentes”, esto le causaba un gran conflicto, porque Reinhard quería que ella “lo atendiera y se dedicara a él”, pero ella no tenía tiempo ni ganas para eso, solo se dedicaba a pintar, lo que le costó su matrimonio. Lo mismo le sucedió con Valentín Saldaña, su segundo esposo; filósofo y escritor mexicano, con quien tuvo a su segunda hija, Alejandra Saldaña en 1964.

En esa época, y bajo el seudónimo de Dolores Cienfuegos —como antiguamente escribíamos las mujeres para no ser descubiertas— empezó a tejer la urdimbre de su tiempo, a través de una colección de elocuentes cuentos cortos con ilustraciones que ella misma hizo, que narran de manera subrepticia los diez años que vivió con él.

Su hija le sigue contando a la periodista. Nancy en sus cuadros supo reflejar, de manera casi poética, este México machista, este México de las fiestas, este México surrealista visto con cierto humor desde el punto de vista de mujer holandesa que veía todas estas escenas que le parecían divertidas y hasta pasionales, pero que también le eran muy difíciles de asimilar desde el punto emocional, ya que le causaban también, obviamente, mucho dolor. Seguramente se encontrará en la biblioteca del MMCA, uno de esos cuadernos llenos de vivencias, para poder también deleitarnos con su escritura.

“Tienes que cumplir”, me dijo Federico, “eres mi mujer”. Tenemos que ser muy amables con Luis y no hay que despreciarle sus fiestas”. Federico me explicó que Luis era cercano suyo y que, además, iba a alcanzar una posición política muy importante. “No nos podemos desligar. Por favor sé muy cordial con él y con María, su mujer. Dile algo amable, dile que te gusta su casa o su vestido o lo que sea. Hay que ser “amables”.

Nancy llegó a exponer en Bellas Artes en 1966, con gran éxito, como parte de la Academia de Artes de México. Matías Goritz, el escultor, poeta, historiador del arte, arquitecto y pintor mexicano de origen alemán, fue su maestro y mentor, y quien la introdujo al mundo artístico de México; el que, conjuntamente con Luis Barragán, diseñaron las enormes y emblemáticas torres de Satélite.

En ese ámbito cultural, Nancy conoció a Ángela Gurría, la escultora mexicana, primera mujer en convertirse en integrante de la Academia de Artes de México en 1973, a quien Nancy le hizo un retrato, que también puede apreciarse en la exposición; una de sus monumentales esculturas más conocidas, “Señales”, fue la que creó para los Juegos Olímpicos de México en 1968; mide 18 metros de altura y fue colocada en la primera estación de la Ruta de la Amistad. Nancy y Ángela fueron íntimas amigas hasta el último día de la vida de Nancy. Una pintora-escritora y otra escultora, luchando con todo en pos de sus pasiones.

Cuando Nancy vivía en Tepoztlán, el Dr. Atl llegaba a su casa y lo acompañaba a la montaña a pintar y a dibujar. También veía con frecuencia a Diego Rivera, pero todo esto causaba muchísimos celos también en Valentín, que tampoco pudo soportar que fuera exitosa, al grado de destruir uno de sus cuadros.

Ese fue el final de esa relación. No sólo no la comprendía, sino que se atrevió a destruir su obra y Nancy, se buscó otro lugar donde pudiera vivir y seguir pintando. Al morir Valentín, regresa a Holanda con su pequeña hija Alejandra y, aunque ahí abrió su nuevo estudio, siempre regresó a México, por lo menos dos o tres meses, como Miembro del Salón de la Plástica Mexicana.

«Me quería divorciar de Federico, pues su consumo de alcohol aumentaba día con día. Había yo hablado con un abogado joven sobre mi problema, pero éste no parecía entender bien mis dificultades».

La fascinante vida de Nancy se puede “leer” a través de esta luminosa exposición que estará en la Ciudad de México a partir del 5 de junio.

Sus obras están llenas de aves y bicicletas; el vehículo desde donde estudiaba la luz, a las personas, los paisajes. Nada de esto hubiera sido posible sin esas dos ruedas siempre ambulantes, porque su pintura estuvo siempre relacionada con la actividad física y las fuerzas de la naturaleza, jugando un papel fundamental para su creación, o simplemente caminando bajo la lluvia, o remando en Michoacán, que tanto le gustaba. Por eso no sorprende que este lenguaje plástico esté colmado de vivencias, con algunos claro oscuros, sí, pero prevalece la fuerza de una mujer que a lo largo de los años vivió en México y Holanda, y que siguió produciendo obra en México, dedicándose a la pintura, ante todo, porque nunca dejó de hacerlo hasta el último día de su vida.

Fue Tiahoga Ruge, su hija y curadora de la exposición que de sus relatos es que también se puede apreciar a esta gran artista a través de la piel. A Nancy, la mujer que pisó suelo morelense, llenándonos de enorme orgullo por su espíritu libertario.

En 1950 fue aceptada en la Academia André Lhote de París, donde conoció las nuevas tendencias de la pintura e ingresó al movimiento CoBrA. Llegó como artista consolidada en 1952 a nuestro país, donde se relacionó con sobresalientes artistas. Trabajó como asistente de Mathias Goeritz, quien la introdujo al mundo de Diego Rivera, Frida Kahlo, Remedios Varo, Leonora Carrington, Ángela Gurría, Rufino Tamayo y David Alfaro Siqueiros, entre otras y otros creadores.  

Descubrió un universo mágico de gran colorido que influyó de manera determinante en su producción. Se fascinó con la gente, las fiestas y tradiciones, los paisajes y la música de México. Debido a sus aportaciones al arte nacional, en 1966 se exhibió en el Palacio de Bellas Artes una muestra de óleos sobre tela que realizó durante una década. En 1975 ingresó como integrante al Salón de la Plástica Mexicana SPM.  

A partir de 1976 cambió su lugar de residencia para seguir trabajando y exponiendo entre Países Bajos y México. Ofreció exposiciones individuales y colectivas en ambas naciones, así como en Bélgica e Inglaterra. Murió en su país natal en 2015 y dejó una vasta producción. 

Esta muestra, informó la Secretaría de Cultura federal promovente, junto con el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través del Salón de la Plástica Mexicana (SPM), en colaboración con la Embajada de los Países Bajos y la Fundación de la Colección Nancy van Overveldt, la retrospectiva Nancy van Overveldt: Una pintora holandesa enamorada de México. 70 años de producción artística.  

Esta muestra es producto de la estrategia #VolverAVerte de la Secretaría de Cultura se lleva a cabo esta exposición integrada por más de 60 obras realizadas de 1943 a 2009.

Durante siete décadas de evolución artística, Van Overveldt desarrolló temas y tratamientos relacionados con la constante transformación, la dinámica, el espacio, el tiempo, el movimiento y el ser humano inmerso en esta vorágine. Se retrató en un mundo mágico de color y movimiento. Fue una amante de la naturaleza y de los pueblos indígenas de México.  

Esta exhibición se realiza como reconocimiento a una de las creadoras que enriqueció la propuesta visual del arte mexicano y propició el vínculo entre su cultura y la nuestra.  

La muestra permanecerá abierta hasta el domingo 12 de junio en el recinto de la Red de Museos del Inbal (Colima 196, colonia Roma Norte, Ciudad de México), de martes a domingo de las 11:00 a las 17:00 horas. El acceso será gratuito.   Habrá un estricto apego a las medidas de protección para trabajadores y asistentes. El cambio de programación está sujeto a las condiciones sanitarias establecidas por las autoridades de las secretarías de Salud y de Cultura del Gobierno de México.  

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