Este año el 1 de mayo es el Día de las Trabajadoras

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  • Las mujeres y las niñas tienen más probabilidades de acabar en empleos precarios y mal remunerados o en trabajos informales.

Por Redacción AmecoPress

SemMéxico/AmecoPress.  Madrid, España. 30 de abril 2020.-Este 1 de Mayo, Día Internacional de las Personas Trabajadoras, desde Federación Mujeres Jóvenes han puesto en marcha una campaña para visibilizar a las mujeres trabajadoras, muchas veces invisibilizadas, pero que en este Estado de Alarma se encuentran en las profesiones esenciales trabajando en primera línea para todos y todas. A continuación reproducimos los argumentos difundidos por la organización para justificar la campaña que impulsará mañana a través de las redes sociales, mañana, a partir de las 12 horas.

Las mujeres trabajadoras son la mayoría en las actividades esenciales que se han desarrollado durante todo el Estado de Alarma: médicas, enfermeras, auxiliares sanitarias, cuidadoras, limpiadoras, cajeras de supermercado,… Pero también las mujeres que se encuentran teletrabajando han visto incrementada su ya cargada segunda jornada, las labores de cuidado. Con todo esto, según los datos serán las más damnificadas por esta pandemia. Los trabajos altamente feminizados, como la mayoría de los esenciales en estos días, perciben salarios más bajos y tienen peores condiciones salariales.

Las mujeres y las niñas tienen más probabilidades de acabar en empleos precarios y mal remunerados o en trabajos informales, además de realizar la mayor parte del trabajo de cuidados no remunerado o mal remunerado. El modelo dominante capitalista y sexista da por hecho que ellas van a ocuparse de este tipo de trabajo, pero se niegan a valorarlas por ello. El trabajo de cuidados es fundamental para nuestras sociedades y nuestra economía, si nadie lo realizara colapsarían las economías.

Cuidados que en los hogares o bien los veníamos realizando las mujeres o las empleadas del hogar. Según un estudio de Oxfam Intermón, las mujeres realizan más de tres cuartas partes del trabajo de cuidados no remunerado, y constituyen dos terceras partes de la mano de obra que se ocupa del trabajo de cuidados remunerado en el mundo. En 2018, se trabajaron en cuidados sin remunerar en España 130 millones de horas diarias.

 “Si no existe un reparto realmente igualitario en el cuidado de los hijos o las tareas del hogar, seguirán siendo las mujeres las que tengan que hacerse cargo de la educación en remoto o de que haya comida para la familia” Laura Addati, especialista en mujer y empoderamiento económico de la OIT.

El estrés en la conciliación se ve ampliado en las familias monomarentales, que suponen el 86% de este tipo de organización familiar en España. Las madres vivimos en un gran estrés por intentar conciliar trabajo/teletrabajo, cuidado y enseñanza, en estos momentos que no podemos contar con los sectores de educación ni con el apoyo de familiares. Ya antes de esta crisis, había más de 800.000 familias monomarentales en riesgo de pobreza en España, cifra que se verá acentuada al no poder compaginar su trabajo con el cuidado o al ver empeorada su situación laboral con la crisis del COVID.

Aunque eran en muchas comunidades escasos los recursos públicos para el cuidado, los colegios y las escuelas infantiles de 0 a 3 años facilitaban la conciliación a las familias, así como las trabajadoras del hogar. Sector el de la enseñanza también feminizado, siendo las mujeres en el 2019 el 66,5% de las trabajadoras. Subiendo esta cifra al 96,7% en la educación infantil, que se está viendo muy afectada con el cierre de centros y cese de ayudas a las familias. Siendo la educación de 0 a 3 años, no sólo un gran apoyo para la reincorporación de las mujeres al trabajo tras la maternidad, sino también una etapa educativa de gran importancia para el desarrollo integral de la infancia.

Otra de las piedras angulares del cuidado en el mundo son las trabajadoras del hogar, las cuales llevan en pie de lucha varios años por que se igualen sus derechos a los del resto de profesionales. Trabajo el del hogar desvalorizado, feminizado, precario, racializado, mal retribuido y carente de derecho. En España hay unas 630.000 trabajadoras del hogar, de las cuales la mayoría no tienen contrato o sólo lo tienen en parte de su jornada laboral. La situación actual ha sacado a la palestra todo el trabajo invisibilizado que realizan y la profunda crisis de los cuidados a la que nos enfrentamos, además de la falta de derechos y precariedad de las personas que nos cuidan. Las empleadas del hogar son uno de los colectivos laborales más explotados del mundo.

El 73,4% de las empleadas del hogar en el mundo son mujeres migrantes. De hecho, en España, el 30% se encuentra en situación administrativa irregular y carece de contrato. Las mujeres migrantes tienen un peso mayor en la fuerza de trabajo global que las mujeres no migrantes; y se concentran en sectores predominantemente feminizados de la economía informal, como el del cuidado y el sector servicios.

Sin ayudas y servicios para conciliar, las mujeres siguen asumiendo la mayor parte de las responsabilidades familiares y domésticas. El impacto sobre la participación en el mercado laboral cuando existen hijos/as o adultos que requieren cuidados, es muy diferente en hombres y mujeres. Debido en gran parte al desigual reparto de tareas y responsabilidades. Según datos del INE, el 17,7% de las mujeres interrumpen su carrera profesional más de dos años por conciliación.

Las pandemias y las crisis magnifican las desigualdades existentes, y en este caso no es diferente. A nivel mundial la independencia de las mujeres será una de las víctimas colaterales y silenciosas de esta crisis. Las mujeres en España ya nos encontrábamos en una enorme desigualdad laboral y económica: el 74% de los empleos a tiempo parcial estaban y están ostentados por mujeres; en enero el 52,7% de las personas paradas eran mujeres; según datos de la Agencia Tributaria de 2018, el 38,8% de las mujeres ocupadas no llegaba al Salario Mínimo Interprofesional; en junio de 2019, un 30% de mujeres cobraba menos de 1.000€, respecto a un 11,5% de los hombres.

 “En el mercado laboral se van a resentir los trabajos precarizados que son lo más feminizados, y la consecuencia será que se van a precarizar aún más, por lo que probablemente veremos más paro femenino. También el encierro de las víctimas con sus maltratadores puede redundar en situaciones de mayor dependencia psicológica o menos recursos y empoderamiento para romper esa situación” Luisa Posada.

La brecha salarial se ha incrementado en 279€ en los últimos tres años, hasta estar en una media de 4.915€ en España en 2018. Cifra que sube hasta los 7.000€ en Comunidades como Madrid, y que es más alta cuanto más subimos de rango de renta, nuestro techo de cristal. Esta brecha salarial se agrava también en las edades en las que se concentra la maternidad y el cuidado de ancianos, lo que nos lleva a arrastrar una brecha de por vida que repercute en nuestras pensiones de mayores.

En cuanto a violencia en el trabajo, en marzo se iniciaba en España el proceso para ratificar el convenio 190 de la OIT (las trabajadoras del hogar siguen esperando la ratificación del convenio 189) sobre violencia y acoso laboral. Este convenio es un nuevo y valioso instrumento para luchar contra la discriminación en el lugar de trabajo, pero actualmente se encuentran parados los trámites con la crisis. Según ONU Mujeres, millones de mujeres a nivel mundial están expuestas a inseguridad, abuso y vulnerabilidad en el ámbito laboral. Este problema afecta a todos los sectores, trabajos y ocupaciones, teniendo graves consecuencias negativas para las mujeres a nivel personal, profesional y familiar.

Como Federación de mujeres jóvenes no podemos olvidarnos de este grupo, que volverán a ser los más afectados por esta crisis, la segunda para muchos y muchas. Y las jóvenes unirán esa precariedad a la de ser mujer, ya que a pesar de ser el 60% del total de titulados universitarios y con mejores resultados académicos, ellos disfrutan de una mejor inserción laboral. A pesar de ser la generación con más formación superior, muchos/as de nosotros/as únicamente accedemos a empleos precarios y más del 50% son contratos temporales. El desempleo entre los menores de 25 años subió un 10% en marzo en España, y en el mundo 145 millones de jóvenes viven en la pobreza.

Desde la OIT nos informan que aún hay 218 millones de niños y niñas entre 5 y 17 años trabajando en alguna actividad económica. De los cuales, 152 millones son víctimas de trabajo infantil (edades entre 5 y 11 años), y casi la mitad de trabajo infantil peligroso. De estos, 64 millones son niñas, aunque el trabajo infantil que éstas realizan en los hogares está igualmente invisibilizado como el de las mujeres y se desconocen las cifras reales.

 “Las estimaciones mundiales de 2017 sobre la esclavitud moderna señalan que las mujeres y las niñas representan, a nivel mundial, el 58% de todas las personas sometidas al trabajo forzoso en la economía privada, sin tener en cuenta el sector del comercio sexual” (Informe de OIT, OCDE, OIM y UNICEF).

Las cifras hablan y somos las mujeres trabajadoras las que actualmente estamos moviendo y sosteniendo el mundo, ya sea desde nuestros trabajos remunerados o desde nuestros hogares realizando tareas de cuidado no remuneradas. Porque el 70% del volumen laboral en sanidad y en el sector cuidados está realizado por mujeres; el 86% del sector de enfermería son mujeres, lo que incluye también gericultoras, auxiliares de enfermería y de geriatría, en otras; son el 71% del personal farmacéutico; en el sector de la enseñanza suponen el 66,5%, subiendo este porcentaje al 71,9% en las enseñanzas no universitarias y al 96,7% en educación infantil; el 85% de las cajeras de supermercado, y el 93% del personal de limpieza (hoteles, oficinas, casas, hospitales,…). Por todas ellas, nosotras este 1 de mayo estamos #ConLasTrabajadoras.

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