Huracán Ian aumenta vulnerabilidad social en Cuba

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  • Además del fallecimiento de tres personas, en el occidente cubano se reportan afectaciones en inmuebles, infraestructura eléctrica y de telecomunicaciones, así como en miles de hectáreas de cultivos y caída del arbolado.

Luis Brizuela 

SemMéxico/IPS, La Habana, 9 de octubre, 2022.- .-  Con acciones de recuperación en marcha y daños socioeconómicos aún por contabilizar, el paso por Cuba del huracán Ian evidenció la vulnerabilidad de familias e infraestructuras del país para afrontar estos fenómenos que se avizoran cada vez más destructivos debido al cambio climático.

En la madrugada y primeras horas de la mañana del 27 de septiembre Ian cruzó de sur a norte por Pinar del Río, la más occidental de las 15 provincias cubanas, con vientos de 185 kilómetros por hora (categoría tres de cinco en la escala Saffir-Simpson), y rachas superiores a los 200 kilómetros.

“Sentíamos cómo el aire quería arrancar el techo. La lluvia entraba por debajo de las puertas y las ventanas. Mi esposa y yo cubrimos los electrodomésticos con nailon y nos refugiamos con el niño en el baño, el único lugar de la casa con placa (pared de concreto)”, recordó el profesor Jesús Arévalo, residente en la ciudad de Pinar del Río, a 155 kilómetros al oeste de La Habana.

Arévalo explicó a IPS por teléfono que ya colocó las dos tejas de zinc desprendidas de la cubierta de su vivienda, “pero en el barrio a varias personas se les mojaron pertenencias, colchones y equipos, porque perdieron parte del techo y hasta los tanques (depósitos) para almacenar agua”.

De acuerdo con el gobierno de Pinar del Río, de las 30 000 viviendas impactadas, 4338 corresponden a derrumbes totales y que de las más de 50 000 personas evacuadas, se mantienen en albergues 1017 y otras 910 en casas de familiares.

Los fuertes vientos de Ian también se sintieron en las provincias de Artemisa, La Habana, Mayabeque y el municipio especial Isla de la Juventud, la segunda mayor isla de este archipiélago, ubicada al sur.

Hay que elevar más la percepción de riesgo, porque no siempre se destupen alcantarillas, recogen la basura o se informa adecuadamente cómo asegurar los techos más endebles”.

Además del fallecimiento de tres personas, en el occidente cubano se reportan afectaciones en inmuebles, infraestructura eléctrica y de telecomunicaciones, así como en miles de hectáreas de cultivos y caída del arbolado.

A las fuerzas locales que participan en la desobstrucción de viales y recogida de escombros y desechos se sumaron brigadas de otros territorios para acelerar el restablecimiento de los servicios.

Hasta el domingo 2, disponía de electricidad 7,3 % de los clientes en Pinar del Río. En la vecina Artemisa, la segunda provincia con mayores impactos, se encontraba operativo 50 % del servicio y más de 95 % en el caso de La Habana, según la Unión Eléctrica.

Ante situaciones excepcionales como esta en Cuba se activa el sistema de la Defensa Civil, organizado desde el nivel nacional hasta el local, con el objetivo de proteger a la población y la economía.

Dicho sistema incluye acciones de prevención, preparación, vigilancia, alerta temprana y pronósticos de peligro, la evaluación de variables y riesgos, así como el aviso y orientación a la ciudadanía.

Además de la visita del presidente Miguel Díaz-Canel y otros funcionarios a las zonas devastadas, el gobierno designó al general de cuerpo de ejército Ramón Espinosa para dirigir y coordinar las acciones de recuperación, dada su experiencia ante estos fenómenos.

Contexto desfavorable

Ian asoló el occidente cubano en medio de penurias económicas agravadas por los efectos de la pandemia de covid y el fortalecimiento del embargo estadounidense.

La isla, con sus fuentes de ingresos deprimidas, encuentra obstáculos para acceder a créditos en organismos financieros y tiene pendiente pagos de la deuda con los acreedores internacionales.

Problemas sociales acumulados hacen más compleja la recuperación. Por ejemplo, en Pinar del Río cientos de familias aguardan desde hace dos décadas por una vivienda tras perderla durante anteriores ciclones.

Por otra parte, la inflación, la desvalorización de salarios y pensiones, el creciente precio de los alimentos y el desabastecimiento de productos de primera necesidad, entre otros factores, han provocado un deterioro de las condiciones de vida de un porcentaje significativo de familias, señalan sociólogos y economistas.

Las personas con ingresos insuficientes cuentan con escasas posibilidades de mejorar sus hogares o comprar alimentos duraderos para afrontar el paso de ciclones tropicales.

El Consejo de Ministros dispuso el 1 de octubre que el presupuesto del Estado financie 50% de los precios de los materiales de construcción, depósitos para agua y colchones que se venderán a la población damnificada, al igual que la posibilidad de acceder a créditos bancarios, subsidios o financiamiento por la seguridad social para quienes no puedan costear los bienes.

Además de la ayuda que proveerá el gobierno central, autoridades locales exhortaron a incrementar la producción territorial de materiales para cubrir los déficits.

Según datos oficiales 37 % de los 3,9 millones de inmuebles en Cuba están en regular o  mal estado técnico constructivo, y se requieren 863 000 viviendas adicionales en un país de 11,1 millones de habitantes.

En 2019 comenzó a aplicarse la Política de la Vivienda, un plan gubernamental que propone eliminar el déficit en una década, pero aún sin los resultados esperados debido a las dificultades económicas.

Para 2022 se proyecta concluir 38 000 viviendas, pero a ese ritmo serían necesarios más de 20 años para cumplir la meta, sin tener en cuenta futuras afectaciones por huracanes u otros fenómenos.

La estadounidense Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, en inglés) estima para la actual temporada ciclónica hasta el 30 de noviembre en el Atlántico norte, el golfo de México y el mar Caribe, unas 14 tormentas tropicales, siete de las cuales podrían convertirse en huracanes.

Otros daños

Los vientos de Ian provocaron al final de la tarde del día 27 el colapso del sistema eléctrico nacional y dejó a oscuras al país, hasta que comenzaron a habilitarse paulatinamente los circuitos 24 horas después.

La envejecida infraestructura de generación térmica, con frecuentes roturas y necesarias reparaciones, ha provocado en los últimos meses apagones diarios de 12 horas y más en gran parte de las localidades.

Zonas de los 15 municipios de La Habana y de otras provincias permanecieron hasta más de 100 horas sin fluido eléctrico o bajo voltaje.

“Tuvimos que comernos rápido la comida que se descongeló. Además de estar cada vez más cara y difícil de resolver, es muy duro tener que echársela a los animales como pasó con varios vecinos”, señaló a IPS la trabajadora informal Yurima Blanco, residente con su madre jubilada y dos hijos en el capitalino municipio de Arroyo Naranjo.

En distintas zonas de la capital cubana y otras provincias personas reclamaron el restablecimiento de los servicios de electricidad y agua mediante cacerolazos y el bloqueo de viales, y en algunas de las protestas callejeras se exteriorizaron inconformidades con la gestión del gobierno y reclamos de cambios políticos.

Durante la noche y madrugada del 29 y 30 de septiembre plataformas que monitorean el tráfico global de internet corroboraron un corte masivo del servicio en el país, similar al ocurrido tras las protestas del 11 de julio de 2021 que también tuvieron como trasfondo, entre múltiples factores, la irritación ciudadana por el estado de la economía y los continuos apagones.

Autoridades han reconocido la legitimidad y el derecho a las protestas. También sostienen que algunas están aupadas desde el exterior con el objetivo de fomentar la desestabilización interna y que aplicarán las leyes ante actos vandálicos.

En La Habana, los vientos sostenidos de Ian alcanzaron hasta 90 kilómetros por hora y derribaron cerca de un millar de árboles, lo cual demoró la recuperación de los servicios, esgrimen funcionarios locales.

“Si los árboles no se podan a tiempo con vientos fuertes se caen y dañan el tendido eléctrico. Hay que elevar más la percepción de riesgo, porque no siempre se destupen alcantarillas, recogen la basura o se informa adecuadamente cómo asegurar los techos más endebles”, argumentó al conversar con IPS el ingeniero civil Ramón Plasencia, residente en el municipio de Boyeros.

De acuerdo con Plasencia, “también es importante que el gobierno priorice más las inversiones en la infraestructura crítica y se construyan viviendas más resistentes, o veremos agravarse estos problemas, porque si algo es seguro es que los huracanes serán cada vez más destructivos”.

Ayudas

Hasta este lunes 3, Cuba recibió más de la mitad de las 100 toneladas de ayuda humanitaria brindada por el gobierno del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Según reportes oficiales, en la primera semana de octubre debe llegar desde Venezuela un cargamento con 300 000 bolsas de alimentos, 52 transformadores eléctricos y 22 500 metros cuadrados de cubiertas de techo.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ofreció ayuda de emergencia, incluidos alimentos, y aseguró que junto con sus agencias responderá a las necesidades que identifiquen las autoridades cubanas.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) entregó al hospital Abel Santamaría de la ciudad de Pinar del Río unas ocho toneladas de medicamentos como antibióticos, antinflamatorios, analgésicos, medios quirúrgicos, oxímetros, material de cura y otros insumos para la atención de pacientes.

En un tuit este lunes 3, el Ministerio de Relaciones Exteriores confirmó que los gobiernos de Cuba y Estados Unidos “hemos intercambiado información sobre los daños cuantiosos y pérdidas lamentables ocasionados por el Huracán Ian en ambos países” y “también mantenemos comunicación con otros gobiernos interesados en los estragos y necesidades para la recuperación en Cuba”.

Instituciones, organizaciones de la sociedad civil y personas solidarias recogen donaciones para las familias damnificadas.

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