Juana López Cruz, enfermera en la primera línea de la otra emergencia

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  • Como lo ha hecho en otras veces hoy forma parte de las brigadas que atienden la emergencia tras el terremoto
  • Si siento miedo, no puedo hacer nada, explica a sus hijas

Soledad Jarquín Edgar

SemMéxico, Oaxaca, 26 de junio, 2020.- Juana López Cruz es enfermera, hace 41 años empezó a trabajar tan pronto terminó la escuela en 1979, cuando tenía 18 años.

En Miahuatlán, el frío se siente, dice, cuando esta mañana está a punto de seguir su camino hacia San Juan Ozolotepec como parte de una brigada médica que asistirá a las personas afectadas por el terremoto de 7.4 grados el pasado miércoles.

En sus 41 años como enfermera ha visto de todo un poco y ha pasado por muchas cosas, pues su trabajo ha sido permanentemente en comunidades, la mayoría de Oaxaca, pero también del vecino estado de Guerrero.

Hace unos 12 años se había jubilado, después de haber trabajado en el IMSS Coplamar donde prácticamente inició. Dice que descansó un año, pero no estaba conforme, así que cuando se presentó la oportunidad de seguir trabajando, ahora por honorarios en el IMSS, se quedó ahí y ya lleva 11 años. “No lo pensé dos veces”.

“Mamá no tienes miedo” le dicen sus hijas que la ven partir de tanto en tanto, por lo general a comunidades alejadas, de difícil acceso, con dificultades para llegar como sucedió hace unos días después del terremoto y se le ve, en una fotografía publicada por una de sus hijas en Facebook, pasando sobre un camino invadido por el desprendimiento del cerro.

– Yo les respondo: si siento miedo no voy a poder hacer nada.

Refiere que el 23 de junio cuando un terremoto de 7.4 grados sacudió Oaxaca estaba en la clínica de Tierra Blanca, San Pablo El Alto, en la Sierra Sur, muchas personas tuvieron crisis nerviosas. Ella atendía a una mujer de la comunidad, que se alteró: “No señora tranquila, le dije, y la saqué poco a poco”. Ya afuera un señor me preguntó si no tenía miedo porque me había quedado adentro y claro “no pude salir porque mi paciente estaba adentro y primero estaba la seguridad de mi paciente”, responde.

Su vida ha sido subir y caminar los cerros de las sierras oaxaqueñas y hoy como en 2017 asiste a las comunidades afectadas por el violento sismo.

Cuando el terremoto del 7 septiembre de 2017, de 8.2 grados, fue enviada a la población istmeña de Juchitán de Zaragoza, “y ahí estuvimos a pesar de los muchos temblores que siguieron, para darle ánimos a la gente”.

También recuerda que asistió a muchas personas después del paso del Huracán Paulina (5 de octubre de 1997) en varias comunidades guerrerenses, entre ellas recuerda Xalpatlahuac, Metlatónoc, Atlamajac y Olinalá. Dice que a una de esas comunidades llegaron transportadas sobre la “mano de chango” de una retroexcavadora porque el camino estaba obstruido.

La enfermera Juana López Cruz, junto con personal médico y técnico de Educación para la Salud, ha estado en esa primera línea de atención durante las contingencias derivadas del enojo de la naturaleza, un trabajo poco visto, del que poco se habla y que implica remontar cualquier obstáculo a su paso por las montañas oaxaqueñas y guerrerenses, donde no todo ha sido sencillo y sí muchas veces peligroso.

Hubo una comunidad en Guerrero donde la gente decía “no queremos al gobierno”. Nos tuvimos que esconder porque nos querían sacar a pedradas, o en poblaciones de Jamiltepec, en la región de la Costa oaxaqueña, donde exigían atención de madrugada lo que era muy peligroso.

Llegar al lugar de destino también tuvo dificultades, los caminos de lodo en temporada de lluvia, son como un chicle de barro que casi nos saca del camino, alguna vez, y en otra, por poco voltea la camioneta en la que se viajábamos.

A pesar de todo, dice que, aunque parezca que no mide el riesgo             que muchas veces corre, su trabajo vale mucho para la gente de las comunidades y eso es lo que cuenta. Tiene entre sus más gratos recuerdos el agradecimiento de las personas, como la abuelita que le regaló un par de huevos criollos o el señor que le llevó agua para beber.

Nació en San Miguel Yogovana, Miahuatlán, “y por azares del destino” ha pasado mucho tiempo de su trabajo profesional en comunidades de la Sierra Sur, ahora dice, va al auxilio de las personas afectadas en San Juan Ozolotepec.

Ya no sabe a cuántas comunidades ha ido para asistir, orientar, vacunar o curar heridas de la gente en estos 41 años. Pero tampoco le preocupa mucho, su apuración principal este día es llegar a su trabajo.

SEM/sj

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