La Lucha de la mujer chilena desde la voz de Paulina Weber Ubilla

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  • Paulina Weber Ubilla, murió el 13 de enero de 2020.
  • Era una feminista y luchadora social de Chile. Murió a los 82 años en Santiago. Durante 34 años dirigió el Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena (MEMCH).
  • En este texto habla del movimiento de la mujer chilena.

En plena dictadura militar, vestidas de negro, se ubicaron en Paseo Ahumada alrededor de la pileta frente al Banco de Chile, un conjunto de mujeres luchadoras que formaban el Movimiento Pro-Emancipación de la Mujer Chilena (Memch). Con tierra de color roja tiñeron de sangre el agua de la pileta, mientras levantaban carteles con los nombres de algunas de las víctimas que habían sido asesinadas durante el período de la dictadura militar. Una forma de protesta y lucha en contra de las violaciones a los derechos humanos que estaban sucediendo durante esos años.

Para llegar a este tipo de activismo, Paulina Weber, actual directora del Memch, debió vivir muchas situaciones que marcarían y abrirían su vida a la lucha por los derechos humanos, y sobre todo, por los derechos de la mujer.

Encuentro en el Memch

Calle San Luis 1438, Independencia. Frente a una casa antigua vi a una mujer de la tercera edad bajar de un taxi, en su mano izquierda llevaba un carro de estos que se ocupan en la feria. Le pregunté por Paulina Weber Ubilla y me dijo que era ella. Me invitó a pasar.

Mientras recorría el pasillo principal de la casa, me llamaron la atención los afiches pegados en las murallas, todos con una fuerte carga política y de lucha. Me sentí en los años 80, no sólo por los afiches, sino por el ambiente de la casa, un poco desordenada, con muebles y colores de esa época. Pasamos por su oficina y luego llegamos al final del pasillo. Salimos al patio donde conversamos una soleada mañana de enero. Estaba en la casa del Memch, la misma que habían comprado en dictadura con la ayuda de los recursos de la Cooperación Internacional, organización de mujeres alemanas. Una casa con la que Weber había soñado.

Posición privilegiada

Mercedes Paulina Weber Ubilla creció en Santiago, en una familia de padres liberales, como explicó. La mayor de tres hermanos, antes de ella nació una hermana quien prácticamente murió al nacer. Weber cree que todos estos aspectos influyeron en que ella se ubicara en una situación de privilegio en su familia, desde la cual nunca sintió la discriminación por ser mujer. Agregado a esto, siempre tuvo el apoyo de su padre, progresista y liberal para la época, quien soñaba con que  su hija fuera profesional. “Nunca tuve una sensación de opresión de género, para nada”, relató la directora del Memch.

Deseo de justicia “Si hay algo que me compromete en la vida es la justicia, o sea yo siempre he tenido esa impotencia frente a situaciones injustas y un deseo de intervenir de alguna manera contra la injusticia”, afirmó Weber Ubilla, agregando que probablemente por eso decidió estudiar Derecho. En su etapa universitaria, en los años 60, la abogada -que no ejerció como tal-, participó en movimientos de izquierda y sin militancia, como explicó, sino que de forma independiente.

 Recuerda que sucesos como el triunfo de la Revolución Cubana, por ejemplo, la comprometían y conmovían. Paulina Weber Ubilla tenía la ilusión de cambiar el mundo, no priorizando la parte femenina en esa época, ya que pensaba que, si lograban hacer la revolución social en Chile, “todo iba a cambiar sin necesidad de desglosarlo por temas. Yo tenía la ilusión del hombre nuevo, del cambio social, de la justicia social, todas esas cosas”, afirmó Paulina. Golpe de Estado Para el golpe de estado, Weber Ubilla trabajaba en el Ministerio del Interior a cargo del Departamento de Extranjería, viendo casos y tramitando residencias, entre otras cosas. Un tema bien candente en la época, como ella contó, ya que en ese momento -periodo de Allende- estaban llegando muchos extranjeros que buscaban asilo de la opresión de sus países; desde Perú, Brasil, Bolivia, Nicaragua, entre otros. “A mí me tocó en eso, con un tema en que se metió dentro del todo el «Plan Z» y todas estas especies de mitos conspirativos que hubo”, explicó la entrevistada. Weber iba directo a La Moneda el día del golpe, pero a la altura de Vicuña Mackenna no pudo pasar, ya que no había movilización y no tenía cómo atravesar la concurrida avenida. Recordó que había una gran movilización obrera que se desplazaba hacia el centro. Si ella hubiera llegado un poco antes, o un poco después, podría haber sido de las personas a las que les tocó vivir el golpe al interior del palacio de gobierno.

Luego del golpe de estado, Paulina se fue a vivir a una población porque su casa había sido allanada. Allí estuvo un tiempo y luego se fue a la embajada de Ecuador a pesar de que en ese país  había un gobierno de derecha. Para ella era mejor opción que ser detenida por los militares. Contó que literalmente la tiraron por la muralla, porque no era muy ágil. El asilo en la embajada de Ecuador -relató con una pequeña risa-, fue bien dramático, ya que por un lado estaban los militares tocando la puerta del lugar para sacarlos, y por el otro, los asilados haciendo ruido para protegerla. Fue una aventura de película, contó.

Llegó disfrazada de anciana vestida de negro, con lentes, el pelo cortado y una peluca. Un look que la hacía ver como una señora distinguida e inofensiva, detalló Weber Ubilla.

Llegó a Ecuador donde le aplicaron arraigo y pidieron su extradición. En ese país estaba la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM), una de las principales comisiones encargadas de la creación de políticas que resguardaban los derechos de las mujeres en el continente americano y que protegían a los refugiados de las Naciones Unidas, junto a la Cruz Roja. Luego la llevaron a Alemania por ser el primer país en contestar para recibirla. “Tuve que salir al exilio, sin otra alternativa”, afirmó Paulina. Ella cree que, de lo contrario, lo habría pasado muy mal si la hubieran detenido en Chile.

 Proceso de feminización

Paulina Weber Ubilla vivió exiliada en Alemania desde el año 73 al 85. Allí le tocó trabajar en la Federación Democrática Internacional de Mujeres. “Ahí me encontré con el tema de las mujeres en particular”, relató. Ella estaba a cargo de todos los países que tenían problemas de gobiernos militares en América Latina. Hacía informes, mantenía comunicación con las organizaciones sociales que existían, “y ahí yo me fui como ‘femin ‘feminizando’, comprometiendo mucho más”, explicó, ya que anterior a eso estaba muy comprometida con la lucha social, pero luego su compromiso pasó también sobre las mujeres. “Lo primero que me pasó fue que empecé a sentir un orgullo tremendo de ser mujer y una solidaridad tremenda para mis congéneres”, afirmó Weber.

En el organismo internacional donde trabajaba vio a sus compañeras dañadas por las dictaduras. Ella debió entrevistar a mujeres quienes habían pasado por la violación de sus derechos humanos y que habían sido encarceladas por participar en organizaciones de alguna manera “subversivas”, como especificó Paulina, a las cuales habían desvestido, tocado y abusado sexualmente. Relató que era impresionante lo que habían hecho con ellas y que por esto les costaba mucho contar lo que les había pasado. “Hay mujeres que salieron tremendamente dañadas”, afirmó la entrevistada. En la organización conoció a compañeras de diferentes lugares que peleaban contra sistemas opresivos. “A mí me tocó conocer a verdaderas heroínas en el exilio, gente que venía de mundos árabes, que se había cortado el pelo, que se había sacado el velo, que estaba desafiando toda una estructura mucho más amenazante”, relató, y también recordó a las mujeres africanas a las cuales cercenaron el clítoris para que no sintieran placer sexual.

Al conocer a estas mujeres que luchaban y entregaban sus vidas por esas causas se dio cuenta del “poder y de la fortaleza de las mujeres”, contó la directora del Memch. Las compañeras con las que Weber tuvo contacto la marcaron y empezó a ver que “toda la lucha por los derechos de las mujeres, salían de las propias mujeres, y yo llegue a la convicción que si ellas no se organizaban y luchaban por sus derechos, nadie iba a hacer menos en esta sociedad patriarcal”, afirmó decidida. La directora del Memch contó que el tema de la mujer la fue librando de las depresiones del socialismo y de las crisis en los movimientos de izquierda. Ella veía que, a pesar de los cambios, seguía habiendo muchas injusticias. “El mundo sigue siendo muy injusto, la distribución económica es tremenda, la distribución de poder sigue estando muy mal establecida”, dijo Paulina.

Esto la desmotivaba. Pero en cambio, veía avances progresivos sobre las temáticas de mujer y sentía una sensación de cambio que la emocionaba y la hacía pensar positivamente. Contó que cuando ella era joven, escuchaba las historias de las amigas de su madre, quienes ya tendrían más de cien años actualmente, y se daba cuenta de la suerte que tenía al haber nacido en una época donde ocurrían menos injusticias sobre los derechos de la mujer. Como ejemplo, expuso el caso del matrimonio, cuando obligaban a las generaciones anteriores a casarse por conveniencia, quitándoles toda posibilidad de realización a cambio de la obligación de formar a una familia.

Lo cual, por suerte, debido a la época en que nació, no le tocó vivir. Otro ejemplo que explicó fue la discriminación que se vivenciaba en la universidad. “Los profesores decían con todo desparpajo [a nivel del profesor], que las mujeres no teníamos cabeza para meternos en política, por ejemplo, porque éramos demasiado emocionales. Ni la carrera de Derecho, es decir, era muy adecuada para las mujeres, porque nosotras nos abanderizábamos, nos dominaban más los sentimientos que la cabeza”, relató Weber. Y agregó que con sus propios compañeros discutían por qué había menos mujeres músicas, artistas y científicas que hombres, brecha que ha ido disminuyendo con los años. Orígenes del Memch El Memch se creó originalmente el año 1935, por Marta Vergara, Elena Caffarena, Graciela Mandujano y Olga Poblete, entre otras mujeres luchadoras de la época. La institución trabajó en su primera etapa durante 18 años, en pos de la lucha de los derechos femeninos.

Es una de las organizaciones de mujeres más antigua que existe en Chile, que aglutinó a un gran grupo de congéneres avanzadas para su época, quienes tuvieron una importante incidencia en grandes logros para la igualdad de derechos de las mujeres alrededor de todo el país, como por ejemplo, la obtención del derecho a voto en 1947. “Lo avanzadas que eran incluso lo puedes desprender del propio nombre que le pusieron a esta organización, que es movimiento pro emancipación de la mujer chilena”, afirmó la directora, y explicó que el concepto de emancipación en ese tiempo era una mala palabra, en una época en que la cultura oficial y dominante decía que el rol de las mujeres era permanecer en sus casas, ser lo más femeninas posibles y dejar todo el espacio público en manos de los hombres, sus protagonistas.

Frente a esto, Weber afirmó que “evidentemente el Memch era revolucionario en su época”. Estas mujeres trabajaron con las precursoras de todo el movimiento político que vendría luego. Una de las características de este grupo, que aún subsiste en el actual Memch, es que esas mujeres funcionaban “de cara a lo que estaba pasando dentro de la sociedad, no era una organización aislada, sino que era una organización que quería transformar de alguna manera las reglas del juego de la sociedad”, explicó Paulina. Las integrantes del Memch lucharon por la participación política de las mujeres y fueron parte, en general, de todos los movimientos sociales de la época. La directora de la institución explicó que era una organización de izquierda y que surgió en el Frente Popular, paralelo a todo el movimiento social que funcionó en Chile a mediados de los años 30. Fue una agrupación con mucha fuerza, que se dio en un contexto de movilización y de efervescencia social.

En el año 1983, en plena dictadura militar, Elena Caffarena y Olga Poblete -ambas antiguas creadoras de la institución- refundaron el Memch junto a varias mujeres que trabajaron en la agrupación contra la dictadura por largos años.

 Su trabajo en el Memch

Paulina Weber Ubilla trabajó en el Memch desde el extranjero, durante el exilio, gracias al contacto que tenía con Olga Poblete, quien había sido su profesora de Historia. Desde su lugar apoyó a la institución y aportó en el proceso de reflexión de ésta. Weber escribió a Poblete en una de sus cartas: “Usted nos ha enseñado que nosotras estamos fuera de la historia prácticamente, que la historia de las mujeres no está escrita. Bueno empiece a escribirla usted po’, si usted es parte de la historia”.

La actual directora del Memch fue parte de la publicación de la primera antología de esta institución en el extranjero, gracias a colaboradoras de la ex Checoslovaquia. Paulina, junto a otras mujeres, escondieron las antologías en su ropa, viajando a Chile camufladas entre paquetes de solidaridad. Volver a Chile Cuando Weber volvió a Chile en el 85 -luego de doce años de exilio-, llegó con toda la experiencia de lo que había vivido en el extranjero. Había visto de cerca las problemáticas que se estaban desarrollando en América Latina, y cuando llegó se sintió con el legítimo derecho a luchar por lo que era suyo. Para ella la vuelta a Chile siempre tuvo un significado positivo.

Fue acogida por Olga Poblete, quien la esperaba en ese momento. A la semana de haber llegado, Weber ya estaba participando en las reuniones del movimiento, en el que sigue trabajando hasta hoy. Vocación unitaria El Memch funcionaba como “coordinadora de organizaciones de mujeres”, relató la directora. Trabajaban junto a compañeras que participaron y protagonizaron el tejido social que se estaba dando en esa época. Como coordinadora de organizaciones, el Memch siempre aglutinó al movimiento social de mujeres, debido a su vocación unitaria. Se relacionaban con los movimientos feministas, con sindicalistas y con los movimientos de pobladoras. “Nosotras fuimos una especie de eje articulador de todo un movimiento social y contribuimos a que este movimiento articulador fuera más amplio, incluso que donde el Memch llegaba”, explicó Weber.

Esta organización entendía que lo importante era converger en torno a lo que las unía, esa era la consigna, y que las diferencias se podrían discutir cuando terminara la dictadura. “Lo principal en ese momento era la solidaridad”, expresó la entrevistada. “Fuimos las primeras que logramos unir a gente de todas las tendencias”, dijo Paulina y recordó un hecho que fue histórico para la época; en el año 83 en el Teatro Caupolicán se logró juntar por primera vez a las mujeres democratacristianas con las mujeres de izquierda, gracias a la convocatoria que el Movimiento de Mujeres por la Vida y el Memch habían hecho. Asistieron mujeres de todos los colores políticos, unidas bajo la consigna “Por la vida”.

Luego del evento en el Caupolicán, Weber recordó la convocatoria “Somos más”, que se hizo en Carlos Antúnez y también la que se llevó a cabo en el Estadio Víctor Jara -ex Estadio Chile-, donde se juntaron sólo mujeres, rodeadas de tanques y leyeron un discurso con las demandas que las unían a todas. Weber explicó que el papel de las mujeres fue importante ya que se adelantaron, previeron, y empezaron a hacer demandas a la democracia, antes de que esta misma llegara.

Para los 8 de marzo, que eran las grandes oportunidades para articularse, discutían lo mínimo que podían exigir a un sistema democrático, haciendo demandas desde todos los sectores, cubriendo aspectos de salud, derechos sexuales y reproductivos, entre otros. “En todo el proceso de recuperación democrática, las mujeres tuvimos un rol más protagónico del que se reconoce. O sea, fueron las mujeres las primeras en salir a la calle a pelear por los detenidos desaparecidos, por lo presos políticos, por los exiliados”, detalló Paulina, y agregó que todas esas organizaciones de derechos humanos estaban mayoritariamente lideradas y dirigidas por mujeres, o habían nacido bajo la iniciativa de éstas.

Humor como forma de lucha “El humor fue un componente importante en toda la lucha”, dijo la entrevistada, y relató que se reían a carcajadas entre ellas, inventando actividades subversivas. Recordó que en una ocasión tiraron por el Paseo Ahumada a un chancho con la banda presidencial, al cual le habían echado aceite para que no pudieran atraparlo. “La carrera de los pacos para pescar el chancho era impresionante”, contó entre risas. Recordó a Mónica Echeverría, actriz y una de las fundadoras del Centro Cultural Mapocho. Ella inventaba el “teatro invisible” y les enseñaba a sus compañeras de la organización. Este consistía en que las participantes hacían diálogos en las calles y generaban conversaciones públicas, sin que ellas estuvieran involucradas evidentemente.

Por ejemplo, cuando veían a los militares con caras pintadas, comenzaban a hacer preguntas en voz alta sobre sus aspectos, de alguna manera ridiculizando la situación en la que estaban, pero también haciendo una crítica pública. También mencionó a “las gritonas”, señoras que iban a las marchas solamente a gritar para ayudar a los estudiantes a escapar cuando los militares los tomaban presos.

Por último, recordó a una compañera que salía por las calles del centro de Santiago y simulaba que se quedaba en panne con su auto en todas las esquinas, para así cortar el tránsito y evitar que el carro lanza aguas y la represión avanzaran. Weber contó que había poca prensa reporteando estas situaciones. Ella recortó las pocas noticias que salieron en los medios de estas actividades relámpago, que no fueron muy tomadas en cuenta. El viejo y el nuevo Memch “Nos hemos apoderado de alguna manera de esa historia, pero legítimamente, porque este Memch se refundó en la época de la dictadura, en la casa de una de las fundadoras del antiguo Memch”, explicó Weber, y agregó que tomaron toda la reflexión que las antiguas participantes habían hecho sobre cómo se invisibiliza históricamente el papel de las mujeres.

Puso como ejemplo la baja cantidad de protagonistas femeninas del espacio público, que a pesar de haber estado presentes fueron invisibilizadas. En la medida que la historia de las mujeres la escribían los hombres, el protagonismo de éstas se disfrazaba y eran una especie de apéndice del varón. El nuevo Memch, al igual que en sus inicios, siempre estuvo involucrado con lo que pasaba a su alrededor. Relacionaban la situación de las mujeres: la pérdida o la falta de derechos, la falta de oportunidades, la opresión sexual, entre otras cosas, con acontecimientos que pasaban en el país. “No aisló a las mujeres de la lucha social en general, por eso el Memch siempre fue político”, afirmó Weber y agregó que “hay una especie de solución de continuidad entre el antiguo Memch, que peleó por el derecho a participar políticamente y a votar, a decidir en todo”.

Detalló que, incluso en esa época, el movimiento luchó por el control de la natalidad y por el aborto. Increíblemente, hace casi un siglo. Vuelta a la democracia: “Fuimos las grandes ausentes” La vuelta a la democracia fue desilusionante. Las participantes del Memch sabían, por el contexto histórico de otros conflictos mundiales, que después de las guerras las mujeres volvían a sus casas y quedaban fuera del mundo público del cual habían participado. Frente a esto, ellas trabajaron en una dirección distinta para no sufrir lo que otras compañeras históricamente habían vivido. A pesar de esto, su situación no fue diferente. Quedaron fuera de la mesa de negociación, a pesar de que todas sus demandas de alguna manera sirvieron y se integraron dentro del programa, como por ejemplo la creación del Sernam, el cual fue fruto, como explicó Weber, de la lucha previa que habían realizado ellas por la necesidad de un Ministerio de la Mujer.

También como ejemplo está la ley de violencia doméstica, la cual había sido exigida por ellas como ley de violencia contra la mujer. Paulina contó que, con la llegada de la democracia, se creó un espejismo de la vuelta a la normalidad. La mayoría de las mujeres retomaron la vida como la habían dejado antes del golpe, empezaron a ocupar puestos de trabajo dentro del sistema de gobierno, y “nunca las mujeres entendimos bien, cual era nuestro papel dentro de eso”. Agregó que por esto se produjo una guerra entre las mujeres que estaban dentro del gobierno y las más radicales, que estaban fuera. Hubo una confrontación, ya que no se entendió que había que urdir una relación de complicidad, en vez de hacer dos bandos distintos, explicó Paulina. “Los movimientos sociales miraban críticamente a las que estaban en el gobierno. Si estabas en una pega gubernamental pasabas a hacer prácticamente traidora”, sostuvo.

El movimiento de mujeres se empezó a despoblar, muchas recuperaron estudios y reconstruyeron familias, otras comenzaron a participar de partidos políticos que habían estado clandestinos hasta ese momento. En el Memch se quedaron las que creían que aún tenía sentido, aunque fuera en democracia, organizar a las mujeres. Weber explicó que el gobierno de la Concertación en aquella época, al estar lidiando con poderes importantes como los militares, la Iglesia y los sectores conservadores económicamente, prefirió ignorar lo que pasaba con el movimiento social, el cual sabían que iba a estar apurando el paso respecto a la profundización democrática del sistema, amenazando a los sectores reaccionarios que no querían perder lo que habían ganado durante la dictadura.

Y como ocurrió con el movimiento social, el gobierno también ignoró al movimiento de mujeres. “Entonces nosotras quedamos afuera de toda la negociación que se hizo, a los inicios de la apertura democrática. Las mujeres no participamos, no nos tomaron como actoras”, lamentó Paulina, siendo que, durante toda la dictadura, ellas fueron actoras sociales importantes a las que tomaban en cuenta, por ejemplo, para los ocho de marzo cuando ellas mismas lideraban las movilizaciones políticas del país en dictadura. Eran un ejemplo a seguir en este ámbito y les daban coraje a los demás sectores para movilizarse de igual manera. “Fuimos las grandes ausentes”, “desnutrieron el movimiento social” y “se farrearon el tejido social de este país” son algunas de las afirmaciones que hizo Weber, frente a un gobierno que las excluyó de su mesa de conversación.

A pesar de los obstáculos y las exclusiones, el Memch siguió su lucha por la mujer y fue parte de importantes cambios, en conjunto con otros movimientos de mujeres, como el de la ley de divorcio, la creación del término “femicidio” y el logro de la ratificación de la Convención Belem Do Para en Chile. El Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena actual Para Paulina Weber Ubilla, las mujeres no son valoradas como deberían. “Somos un sector social que para nada corresponde al esquema, a la figura, que nos dan como prototipo de ser mujer”, explicó. Agregó que en esta sociedad el valor de la mujer se mide dependiendo de cuán preocupadas de los de más sean. Si más se preocupan, mejores mujeres son. Es decir, se les califica por si son buenas madres, dueñas de casa y personas.

En cambio, a los hombres se les califica por su audacia y por su capacidad de realización, entre otras cosas. “Entonces, como las mujeres estamos condicionadas desde que nacemos, a estar preocupadas de los demás, fácilmente nos auto postergamos, porque de tanto preocupamos de los demás, casi no nos damos cuenta qué es lo que nosotras necesitamos y queremos”, afirmó. Debido a las diferentes injusticias que han pasado a llevar históricamente a la población femenina, el Movimiento Pro Emancipación de la Mujer ha tenido un rol fundamental en la  visualización de los derechos de éstas. “El objetivo nuestro como Memch ha sido empoderar a las mujeres”, afirmó la directora de la organización. Para esto, crearon la Escuela Permanente de Ciudadanía para las Mujeres, con el objetivo de transformar a la mujer en un sujeto de derecho, demostrándole a la masa femenina que hay derechos establecidos y hay posibilidades de exigirlos. Lamentablemente esta escuela no está muy activa por problemas de recursos.

La entrevistada cree que la forma de empoderar a las mujeres es a través de la capacitación, de talleres de reflexión colectiva y de ejemplos que vinculen la teoría con su práctica cotidiana. Además, piensa que para que las mujeres entiendan la necesidad del cambio en la estructura del país, deben darse cuenta de la relación que tienen ellas con eso, es decir, que dejen de creer que no les afecta directamente a ellas. “¿Cómo vinculas el problema tuyo, de que no tienes plata para pagar el colegio de tus hijos, con la reforma educacional? ¿Cómo vinculas tú, el hecho de que no te alcance la plata para llegar a fin de mes, con el tema del endeudamiento en el país, con el tema de la distribución de las riquezas? ¡Ese es el papel nuestro! de vincular y de decir, bueno, si estamos metidas en esta parada, los problemas se van a solucionar a partir de cambios en las reglas del juego de la sociedad, es la única manera”, dijo.

Ellas no son investigadoras ni productoras de conocimiento. Más que trabajar en lo teórico, trabajan en la acción. “Estamos tratando de que las mujeres empiecen a pensar por sí mismas, empiecen a empoderarse, empiecen a participar, tengan el derecho a decidir sobre sí mismas y sobre el mundo que las rodea”, explicó Paulina. Para el Memch, el éxito de sus talleres “es cuando las mujeres empiezan a hacer suyo lo que tú les estás diciendo y lo empiezan a incorporar, en su propia familia, en su propia práctica con cotidianidad”, afirmó la directora. Para ella el empoderamiento de las mujeres ha sido importante, pero difícil de trabajar, ya que hay muchos vicios y “existe todo este culto a la forma masculina de ejercer el poder”, afirmó Weber, y agregó que, se cree que para tener poder y cambiar las cosas, se debe ser enérgico, decidido y autoritario, como los hombres.

Sin embargo, las mujeres son diferentes, tienen formas distintas de resolver los problemas. Por ejemplo, explicó que para ellas el trabajo colectivo es muy importante, ya que forma parte del ideario femenino. “Las mujeres somos más democráticas. Lo que se logra a través de la convicción de generar alrededor tuyo una masa crítica que te apoye, es mucho más efectivo”, aseveró.

Pero hacer el cambio de la mujer no es fácil, para eso se necesita un proceso largo, “porque tú tienes que deshacer una convicción adquirida desde que naces, antes, y confrontarlo con lo que a ti te pasa y convencerte que eso que te enseñaron o que tu aprendiste por el modelo materno no es lo correcto”, explicó la entrevistada y agregó que “tienes que desbaratar lo que tienes adquirido y empezar a pensar que hay una alternativa mejor a eso”. Para Paulina, lo que ella está mirando hoy es un mundo mucho más multicolor en el que trabajan con mujeres pobladoras, mujeres intelectualmente muy avanzadas y mujeres de distintos sectores sociales, a las cuales les abren su casa para discutir sobre diversos temas, logrando una conversación muy nutritiva.

Mujeres chilenas en el futuro

Paulina Weber Ubillaha visto el cambio de la mujer, vivenció como internacionalmente comenzó a tomar un rol importante en la sociedad, por ejemplo, cuando en el contexto del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz, desde 1976 a 1985, se comenzó a hablar del tema de la mujer a nivel general, exponiendo que el desarrollo económico de los países no se lograría si no se integraba al 50% de la población mundial al desarrollo, es decir, a las mujeres. Y también vivenció cuando la ONU creó en 1979 la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CETFDCM), un sistema de control sobre los países, en contra de la discriminación de la mujer. “A mí me ha tocado, no sé si para bien o para mal, pero yo pienso para bien, ser testigo un poco de toda la evolución que se ha producido, por eso yo soy muy optimista”, afirmó Weber, y agregó que, aunque a veces pareciera que la lucha no da frutos, sí se ha dado un cambio cultural en Chile. “Yo pienso que el mundo que viene no es peor que el que está, va a ser mejor y que ya, particularmente las mujeres, estamos en un mundo mil veces mejor”, afirmó, y luego explicó que los cambios que hubo en función de la mujer, fueron construcción de las propias mujeres. Un avance que Paulina mencionó, es que hoy se dan cátedras de género en las universidades. “Se puso el tema en la discusión, como no voy a tener esperanza si hay mujeres que están interesadas y comprometidas con el tema y que están empezando diez peldaños más arriba de lo que empecé yo. Ustedes nacieron con la cabeza abierta, entonces por supuesto que están partiendo  de peldaños superiores con más herramientas y por lo tanto con más posibilidades de transformar la sociedad”. Se siente muy contenta y sigue trabajando a sus 79 años, porque eso es lo que la realiza profundamente. “¿Cómo no voy a ser optimista?”, finalizó.

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