Las Alemanias tras la caída del Muro de Berlín, a 30 años de distancia

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Esta indagación periodística no habría sido posible sin el apoyo de la Fundación Friedrich Ebert y la cooperación decisiva de Isabel Basterra, Elizabeth Klose, Mariane Braig y Peter Sthorandt por sus orientaciones y traducción de charlas, entrevistas y sondeos en ambas Alemanias.

I. Vienen tiempos de efervescencia, dicen observadores

RDA: la inseguridad social antecede a la reunificación

Junto con los problemas económicos y políticos resurge el temor al pasado

Sara Lovera, enviada /I, Berlín, 26 de abril 1990.- Un millón de desocupados, mujeres principalmente; la pérdida del 50 por ciento del salario para 8 millones de trabajadores; inflación, inestabilidad política y desmantelamiento de la protección social para niños y ancianos, son las primeras consecuencias para 16 millones de habitantes de la República Democrática Alemana a propósito de su acelerada anexión al oeste germano. 

Klaus Voy, economista occidental, prevé antes de diciembre de este año, a escasos 12 meses de la caída del Muro, “una catástrofe social” de consecuencias imprevisibles. 

Dieter Hocke, jefe de política estructural de la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB), fue más drástico, cuando en su despacho de la ciudad de Düsseldorf afirmó: “tenemos temor fundado de efervescencia social” porque “no sabemos quién pagará una decisión política equivocada y prepotente sobre la que nadie nos preguntó”, y cuyo costo será superior a los 20 mil millones de marcos.

Y, advirtiendo que tal vez suene a cinismo, agregó: “no habrá hambre ni frío para nadie, pero pronto tendremos gente viviendo debajo de los puentes, y una fuerte competencia en pos de un puesto de trabajo”.

La seguridad social antecede a la reunificación

La unidad monetaria y las bases para la anexión fijadas en el artículo 23 de la Constitución de la República Federal de Alemania se formalizará en julio próximo, aunque en toda la zona fronteriza, principalmente la de esta ciudad, ya se vive, y las diferencias visuales de Este y Oeste empiezan a borrarse. Sólo la moda hacía esa diferencia.

En las calles de las ciudades más importantes de la RFA, 300 mil alemanes de la RDA buscan una vida nueva desde la caída del Muro; han llegado por Austria al sur de Alemania, a Bonn, a Frankfurt y Hamburgo, con esperanza; los emigrados –se calculan en 2 millones- viven en casas de asistencia en Baviera; en barcos en desuso en Düseldorff; en casas sociales en Hamburgo o en los barrios de Berlín durante el día, y en casas abandonadas del Este por la noche; en las aceras de la estación Zoológico del subterráneo de Berlín se cambian marcos orientales a 5 por uno occidental, a plena luz, para compras masivas en el Este de libros y cámaras fotográficas, incluso de alimentos, entradas al teatro y consumo de cerveza y en las zonas del barrio de Krenzberg –el de los extranjeros de Berlín Occidental- la prostitución alemana compite sin mucho éxito con la que ofrecen a mitad de precio las ciudadanas polacas.

Para Mariane Braig, del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín, subyace el miedo, no sólo por la ruptura de la paz económica construida lentamente durante cuatro decenios, sino por el renacimiento de la cuestión alemana: el poder y la gloria como divisa del horror europeo y mundial empieza a florecer, afirma, y agrega que de ello ningún político habla aquí.

Lo cierto es que en las calles de Berlín Oriental ya pasean, sin ocultarse, jóvenes neonazis de pelo rapado y chamarra negra, igual que lo hacen las milicias de Estados Unidos. El temor es fundado.

Al otro lado de esta vieja capital del Reich, Peter Vollman, del Partido del Socialismo Democrático, recién nacido –el antes gobernante Partido Socialista Unificado de Alemania (PSUA)-, reconoció que ha empezado el cierre de empresas, la eliminación de puestos de trabajo de mujeres, y durante las primeras dos semanas de abril se llevaron a cabo en Dresde y Leipzig manifestaciones hasta de un millón de personas en defensa de los derechos sociales. Se ha empezado a desmantelar un espejismo que dio a la alianza cristiana el triunfo de las elecciones de marzo, porque las promesas del canciller Helmut Kohl no se están cumpliendo. Ofreció paridad monetaria y ahora la reduce a la mitad; ofreció el acceso al mismo nivel de vida y eso va a tardar. Vollman aseguró que se quería un cambio hacia adelante, pero eso fracasó, y ahora, dice, “nosotros ya no podemos influir frente a lo que sucede realmente”. El PDS quedó fuera del gobierno.

En el Este berlinés han sido abandonadas 24 mil viviendas, subió 4 veces el precio del café y se abrieron comercios occidentales que ya no aceptan “nuestra moneda”. En la RFA, antes de la caída del Muro, un alemán del Este lograba de inmediato, por ley, pasaporte, ayuda social y vivienda; en muchas ocasiones, trabajo.

Lo cierto es que al sur de la RDA los campos de carbón peligran, y con ellos 600 mil mineros y sus familias, que quedarán sin empleo y sin medios de sobrevivencia; en el centro industrial de la química en Rostock, la más importante del país ex socialista, los capitalistas han empezado a comprar plantas y a imponer sus reglas sin defensa o propuesta sindical: 100 mil trabajadores dependen de esta industria; a 60 kilómetros de la frontera con Austria está ya instalada una planta automotriz de la General Motors que va a competir con la industria automotriz de la RFA en costos de mano de obra, producción, organización del trabajo y prestaciones, y todavía nadie había reflexionado sobre ello; la empresa Zeiss –líder en producción fotográfica y óptica- ya ha entrado en negociaciones para obtener similares empresas en la RDA, sin protección laboral, fiscal o financiera alguna.

Los efectos del cambio se basan en una realidad no discutible para el frío análisis económico: en la RDA –primer país fuerte en el Este, después de la Unión Soviética, en cuestión económica-, se produce a un ritmo inferior al 50 por ciento respecto de la RFA; los servicios están subdesarrollados; 10 por ciento de los 8 millones de trabajadores son desocupados silenciosos porque no tienen materia de trabajo real. La mayor ineficiencia se encuentra en la distribución de materiales de trabajo; hace años se paralizó la industria de la construcción; la sanidad pública es ineficiente y las enfermedades de los trabajadores producen ausentismo y abulia.

En la RDA existe una potencia militar 4 veces superiora la de la RFA, que ahora resulta excesiva; una parte del ejército ya fundó una asociación para la defensa de su empleo, el 90 por ciento de las mujeres en edad laboral lo hacen en puestos improductivos o innecesarios según la visión occidental “aunque realmente no los conocemos ni podemos confiar en las estadísticas oficiales”, reflexiona Dieter Hocke.

Los inversionistas han lanzado a la calle a miles de mujeres durante los primeros 90 días de este año; la industria de la confección no tiene perspectivas,porque la moda se hace en la RFA, y las grandes empresas se han ubicado en países periféricos donde resulta más barata la mano de obra y, para colmo, el sindicalismo de Estado se encuentra moribundo, sin la confianza de los trabajadores e ignorante de las técnicas y la forma de la negociación colectiva frente a sus nuevos patrones capitalistas.

La unidad monetaria, a la que economistas de todos los signos se opusieron antes de las elecciones del 18 de marzo, significará de manera automática la pérdida de poder adquisitivo en un 50 por ciento, no sólo por un cambio de moneda de uno por dos, sino porque los salarios para los precios de la RFA no alcanzarán para obtener ni lo más elemental: el transporte público en la RDA cuesta 20 centavos, en la RFA 2 marcos 70; el pan cuesta 50 centavos, en la RFA 2 marcos cincuenta; la leche 60 centavos; la renta de una casa 80 marcos mensuales, en la RFA mínimo mil; los libros cuestan el 10 por ciento de lo que valen en la RFA; la carne un marco 25 centavos y en la RFA 11 marcos; ello para no hablar de los precios de la energía o de la gasolina; de los servicios telefónicos o del teatro y la ópera. En el Este de esta ciudad ya empiezan a escasear los alimentos básicos y los comerciantes del Oeste han puesto comercios y cobran en marcos occidentales.

Las pensiones para los ancianos se reducirán automáticamente al 30 por ciento, y los ahorradores también perderán si no se logra un acuerdo equitativo en las próximas semanas.

La unidad monetaria, cuando se dé, hará que la realidad sea mucho peor, porque las dificultades de arreglo y equilibrio atraviesan toda actividad económica y comercial. Aún no hay arreglo.

Los programas de asistencia social han empezado a desaparecer: lo más grave es en cuanto a las guarderías infantiles, donde 500 mil niños perderán su sitio antes de julio y las madres solas, una de cada 3 en la RDA, no tendrán dónde dejarlos. Este es un asunto que ha originado 30 discusiones en programas de televisión en las últimas semanas y las mujeres empezaron a organizar la resistencia a través de una liga de grupos autónomos.

La anexión no era lo que se buscaba, contó en una entrevista Cristina Rasting, integrante de base del Nuevo foro, grupo conformado por intelectuales que se inconformó con la burocracia y el sistema, y que propuso sólo la reforma del Estado y un nuevo socialismo democrático, pero que sólo obtuvo el 1.9 por ciento de las votaciones de marzo.

II• Prevén sindicalistas la peor crisis obrero-patronal

Pagarán trabajadores alemanes los costos de la reunificación• Temen universitarios que Helmut Kohl aumente los impuestos

Sara Lovera, enviada/II, Berlín, 27 de abril, 1990.  La demanda de una jornada semanal de 35 horas, encabezada por el Sindicato (DGB), con sede en Frankfurt-, podría conducir en las próximas semanas a huelgas en cadena y al primer gran enfrentamiento de los trabajadores con el gobierno germano federal y los empresarios, desde que terminó la guerra. 

El gobierno y los empresarios están ahora más ocupados en invertir hasta 20 mil millones de marcos en el proyecto de la anexión de la República Democrática de Alemania; ésta se hace sobre la marcha cuando se necesitarían por lo menos cinco años “para no lesionar a nadie”. Pero políticos y capitalistas parecen no escuchar los reclamos obreros. 

La DGB, según una docena de sus dirigentes, incluido uno de los secretarios adjuntos de la organización, considera que se atropelló a los trabajadores de ambas Alemanias; no existió discusión alguna y el acuerdo de los partidos políticos gobernantes, incluidos la socialdemocracia y el nuevo gobierno de la RDA, ha llevado los acontecimientos tan rápidamente que no ha sido posible reflexionar. Apenas en mayo, la DGB realizará un congreso para definir su posición.

Helmut Schauer, encargado de la política salarial del Sindicato del Metal, y Rudi Welzmuller, del Departamento de Economía de la misma organización, explicaron las dificultades de una unificación que, desde su punto de vista, pagarán los trabajadores de ambas Alemanias. 

Admiten que existen recursos para pagar la inversión que hará de los 16 millones de habitantes de la RDA, ciudadanos federales, con el mismo nivel de vida y prestaciones que hay en la RFA. Pero hay problemas.

En Alemania Federal hay tres millones de desocupados y unos seis millones de pobres, hay una larga discusión respecto al abastecimiento de la energía que se importa de las plantas nucleares de Francia, el Sindicato del Metal perdió 25 mil afiliados después de la crisis siderúrgica y hay escasez de mano de obra calificada para las empresas de las nuevas cadenas productivas. Adaptar la política económica a la nueva realidad generada por la caída del régimen de partido de Estado en la RDA “no es cosa que pueda ocurrir de la noche a la mañana, pero el gobierno de Kohl no quiere discutirlo”. Además, “les están haciendo un atropello a los orientales”. Lo mejor sería esperar o formar una confederación.

Para Welzmuller, la propuesta acelerada de igualdad monetaria “no funcionará”, porque la unión tendría que ir acompañada por medidas de política económica para compensar las inversiones y garantizar una perspectiva confiable. Hasta ahora “no conocemos un programa de compensación” y, al mismo tiempo, podemos prever una nueva emigración; la habida de agosto a marzo fue de casi 300 mil ciudadanos de la RDA y, desde la apertura “turística” y la época de represión en la RDA –hace dos años-, han llegado al país dos millones de germanorientales, cien mil polacos y miles de húngaros buscando trabajo.

Las cosas son mucho más complicadas, advierte, “porqué, paralelamente, nuestro gobierno trabaja aceleradamente en el proyecto de la unidad económica europea, prevista para 1992” y antes de dar prioridad a una u otra cosa “quiere, como se dice matar dos moscas con la misma raqueta”; ello hace pensar en un peligro político aparentemente no calculado.

Lo peor es que la transición podría enfrentarse con un sindicalismo fuerte en la RFA, “que no existe”; con solidaridad “que no existe” y con claridad y discusión, que “tampoco existen”, porque a lo largo de 40 años se creó una sociedad individualista y “tampoco sobre esto se ha reflexionado”.

Los “ajustes” podrían ser desastrosos, señaló Schauer, porque los conflictos laborales están al día. Sólo en la empresa Nikslotf, una de las productoras de aparatos electrodomésticos más fuerte y tradicional, sin opción tecnológica, cuatro mil 500 puestos están en peligro y la “reestructuración liberal”, como la privatización, continúa sin que la DGB haya podido dar una respuesta suficiente o haya elaborado para sí misma una alternativa viable.

De la presidencia federal de la DGB, el más elocuente es Dieter Hocke, quien reconoce que desde hace ocho años la afiliación sindical está estancada, porque a los obreros tradicionales –cuya fuerza manual fue preponderante- los está sustituyendo una nueva cadena productiva con empleados de servicios computarizados, a quienes no les interesa sindicalizarse por transitar a la individualización en el trabajo; a las mujeres que trabajan tiempos parciales tampoco les interesa y menos a los técnicos matemáticos, que buscan nada más mejorar su “status”. 

Respecto a la RDA, “nuestra confusión es total”, no sólo porque no los conocemos, sino porque se necesitarían diez años para sanear su economía, adaptarla a un sistema de mercado y resolver los problemas que de ahí se derivan; aparentemente nada de ello se ha tomado en cuenta.

El problema es el cómo. “Ahora seremos un país fuerte”, se dice y el gobierno de la RFA fue allá a “subsidiar” la campaña electoral que se basó en promesas “técnicamente posibles, pero prácticamente imposibles”. El economista Kloss Voy dijo en Berlín que una décima de inflación provocará una revuelta. Para qué hablar de aumento en los impuestos.

Ahora “todas las escenas están abiertas”, existen problemas económicos. Experimentos sociales, libros y teorías. Pero “los sindicatos hoy nos preguntamos cómo resolver problemas sociales bajo una óptica política, cuyo móvil es solamente el poder. Nuestra primera tarea sería editar un manual de negociación sindical, pero estamos discutiendo si nuestras formas hoy son viables”.

Las dudas de los representantes sindicales son múltiples: ¿Qué significa el experimento? ¡Quién lo pagará?

H.U. Bunger, de la sección sindicatos de la Fundación Friedrich Ebert, también interroga: ¿Qué pasará en el largo plazo? Cuando ya hay un millón de desempleados adicionales, ¿cómo resolver, y sobre qué bases, la política salarial?

En la agricultura de la RDA trabajan ocho mil personas; tal vez sólo la mitad es productiva. Ha empezado la destrucción de sectores industriales –el del carbón con el argumento de la contaminación-. En la RDA no existe un sindicalismo como el de los países capitalistas, ¿cómo hará la RFA para establecer políticas vinculantes, ¿cómo se equilibrarán los salarios, ¿quién los determinará?

En los puntos a discusión de la DGB están estas cuestiones, inclusive la conveniencia o no de transferir el sistema de convenios laborales porque, ahora, en la RFA se discutía su validez; ¿cómo y cuándo se igualará la calidad de vida, hasta qué punto peligra la relación sindicatos- ¿Estado, frente a un país donde los sindicatos eran estatales?

El debate y la anexión, según los presupuestos de discusión de la DGB, aparecen en un momento de crisis del sindicalismo alemán, “cuando estamos discutiendo la formación de un sindicato para la modernidad, cuando se inició la batalla de la reducción de jornada para abrir nuevos puestos de trabajo, cuando los sindicatos están fuera de lugar y no han discutido nuevas tácticas de afiliación”, dijo Hocke y agregó que “la gran preocupación es la rapidez de los acontecimientos. Para nosotros sólo queda esperar, porque ya no funciona ninguna lógica”.

Para Warner Foltin, representante del sindicato del Servicio Público en Düsseldorf, las cosas son claras: “Me temo que en la RDA los trabajadores han sido atropellados, se han destruido en unos cuantos meses su organización y sus logros sociales y, con el proyecto de la transición, no están en condiciones de defender esos logros”; para los trabajadores de la RFA la cuestión de la anexión produce también un debilitamiento sindical, “lo que nos pone alertas para impedir que se nos ponga entre la espada y la pared”. Los universitarios en el occidente están haciendo preparativos para enfrentar una nueva política fiscal, ya que temen que el gobierno de Kohl pretenda pagar los gastos de la anexión con nuevos impuestos.

III• Enfrentan desempleo, marginación y pobreza

En la transición de la RDA perderán más las mujeres

Sara Lovera, enviada/III, Berlín, 28 de abril, 1990.- Con la transición de un país socialista a un país de economía de mercado, en la RDA las que más tienen que perder son las mujeres.

Unabhanginger- Frauen o Liga Autónoma de Mujeres advierte este peligro en carteles distribuidos en todo el país y llama a la resistencia. En aulas universitarias, centros de trabajo, agrupaciones populares, entre los padres de familia y en las iglesias hacen la resistencia.

Peligra el empleo para 4 millones de ellas; el derecho al aborto se está discutiendo, desaparecen las guarderías infantiles, las mujeres no están representadas en la Asamblea Legislativa, la huida de los hombres al occidente ha dejado solas a millares en todo el país y más de 800 mil viudas de la guerra verán reducidas sus pensiones al 30 por ciento, cuando se materialice, finalmente, la unificación monetaria. 

En el cuarto piso de la Casa de la Democracia, abierta hace 4 meses en uno de los edificios del antiguo partido de Estado, Petra Wunderlid, encargada de las relaciones internacionales de la Liga, atiende todos los días a mujeres de la RFA, de Bélgica, Holanda, Francia o Inglaterra; organiza visitas a las fábricas, a los centros infantiles, a los campos y a las escuelas. “Estamos preparando la plataforma de una Asociación Política que nos permita participar en todas las elecciones, en todas las actividades políticas y económicas” afirma mientras un grupo de visitantes quiere conocer todos los detalles.

Martina Krause, del departamento de demografía de la Universidad Humboldt informó que durante la primera semana de abril nació la Organización de Padres y Madres Solos porque han empezado a cerrar guarderías y medio millón de niños quedarán sin servicio antes de julio próximo. Se organizan en los barrios de todas las ciudades del país.

En Erfurt, en el sur de la RDA cerraron una fábrica de focos, por lo que mujeres y niños perdieron empleo y protección, dice Martina al hacer notar que una noticia como ésta –de cierre de empresas- se conoce todos los días.

Las mujeres en la RDA, antes de los cambios tenían muchas garantías, aun cuando no habían logrado superar diversos grados de discriminación. En la estructura productiva representaban el 40 por ciento de los trabajadores; del total de trabajadoras sólo el 37.1 por ciento lo hacía en la industria; el 49.1 por ciento en los servicios y el 8.3 por ciento restantes en la agricultura. Su segregación es muy semejante a la de la estructura mundial. La masa salarial por tanto significaba para las mujeres el 75 por ciento del salario de los hombres. No obstante, el 100 por ciento de los niños asistían a guarderías o escuelas de tiempo ampliado para que las mujeres pudieran desarrollar sus actividades. Eso ya empezó a cambiar.

Petra asegura que los empresarios que iniciaron negociaciones para comprar empresas productivas o de servicios han puesto como condición que se reduzca la participación femenina.

La actitud de los inversionistas –japoneses, alemanes occidentales principalmente- es muy semejante a lo que sucede en la RFA, donde la fuerza productiva femenina es apenas del 15 por ciento, muy inferior a los promedios de países como Estados Unidos, España, Francia o México. En la RFA sólo el 3 por ciento de los niños tiene acceso a una guardería y desde que los socialcristianos dominan la escena política existe una campaña permanente para que las mujeres se regresen a casa. Aparentemente esto es así porque el crecimiento poblacional está estancado.

En la RDA, las mujeres empezaron a organizarse cuando sintieron que debían lograr nuevas reivindicaciones. Se opusieron a la educación sexista y durante algún tiempo consiguieron logros. Una mujer podía estar en casa con un niño recién nacido hasta 3 años sin ´perder su lugar de trabajo. Las cosas se agudizaron cuando empezó a crecer el número de divorcios. Se considera que la ruptura de las parejas en la RDA fue la más cuantiosa de todo el mundo socialista. Actualmente una de cada 3 mujeres está sola con sus hijos y entre los padres el 5 por ciento son solteros.

Tras la movilización de los grupos inconformes nació en septiembre la Liga de Mujeres Autónomas, en crítica permanente a la Liga de Mujeres Democráticas, apéndice del partido de Estado, que no había logrado la lucha por la verdadera emancipación, informó Petra.

El movimiento feminista en la RDA durante una primera etapa, se dedicó mucho tiempo al puro análisis y a establecer contacto con los grupos que en la RFA durante los años 70 lograron captar a millones de militantes. En el este alemán los primeros encuentros fueron reprimidos por la Stasi, se prohibieron sus reuniones que sólo buscaban darle al cuidado de los niños un signo más independiente y menos estatal. Más libre, subraya la dirigente y menos estalinista.

Frente a la represión oficial el único espacio que lograron fue el de la Iglesia protestante, ese “fue nuestro techo” mucho tiempo como lo fue para otros muchos grupos de oposición: para intelectuales, pobladores, jóvenes y trabajadores.

En la Liga se recuerda que mucho tiempo las mujeres no se plantearon una labor política. Pero en el sur, en Eufurt la cosa prendió y ahí se empezaron a desarrollar actividades explícitamente políticas. Cuando surgió la mesa redonda, dice a su vez Tatjana Bohnn, “ya estábamos preparadas”.

Las manifestaciones en contra del régimen estuvieron, en los meses de mayor agitación, protagonizadas por miles y miles de mujeres. Se empezaron a fundar grupos en todo el país; se descubrió que había mujeres maltratadas; que el abandono de los hombres crecía y que había graves problemas por la doble jornada de trabajo que las mujeres desarrollaban.

La organización política se fundó en febrero, hicieron una alianza con el Partido Verde del Este para participar en la lista electoral para la Asamblea y la organización oficial de mujeres quedó marginada. Sin embargo, un error de esa alianza, las obligó a romperla, porque, dijo Petra, “ningún partido está realmente interesado en nuestra problemática”. 

Los rápidos acontecimientos, han mostrado “nuestra fuerza reducida”. Sin embargo, ahora, en todas las ciudades, donde hay reuniones semanales, congresos, asambleas que se multiplican, las mujeres hacen la resistencia. El derecho al aborto tiene 30 años y se quiere limitar como en la RFA, donde la llamada “indicación social” para hacer un aborto limita sus posibilidades.

Sí las mujeres participaron por miles en las marchas por los cambios, ¿por qué ganó la derecha?

Las respuestas, dijo Petra, son esquizofrénicas. La campaña de los socialcristianos incluyó el reparto de plátanos y otras frutas que durante años no se consumieron en la RDA. Las mujeres, los trabajadores, los jóvenes cuando votaron no se dieron cuenta de que sus derechos se iban a limitar en un futuro cercano. Aunque también hay que saber que los partidos de derecha, la alianza que ganó en las elecciones, tuvo 20 millones de marcos como regalo del gobierno de la RFA para sus campañas y “nosotros no teníamos casi nada”

Hoy los carteles se distribuyen; crece la resistencia. Las mujeres se forman en grandes colas para protestar por su despido de fábricas y comercios.

Para las mujeres de la RFA ha sido todo un descubrimiento las ventajas que existían que todavía tienen bases jurídicas-, y ahora quieren lo mismo. Por eso, como no se calculó nunca el tema del trabajo de las mujeres y el de las guarderías se debate en los medios de comunicación cotidianamente. Los dirigentes sindicales de la DGB, en charlas y entrevistas manifestaron su gran preocupación porque nunca habían considerado la especificidad laboral de las mujeres. Los empresarios claman por la desaparición del ejemplo y crece, en la RDA, la campaña por la vuelta al hogar.

IV• Incomprensibles, los votos al socialcristianismo, dice una militante

Foro Nuevo pedía democracia y libertad, no a la reunificación alemana ni el capitalismo

Sara Lovera, enviada/IV, Berlín 29 de abril,1990 . Cristina Rastig es presidenta del Club Schaufenster, con sede en la capital de la República Democrática Alemana (RDA), de 46 años y de gusto jazzista. Militante de base del Nuevo Foro, la mesa redonda que impulsó la caída del viejo régimen, afirma “pensamos que sí se podía hacer algo, demostrar que se podía pasar de las palabras a los hechos y poner en marcha un socialismo democrático. Queríamos elecciones libres, las mismas que ahora nos derrotaron”.

Madre soltera, maestra, reconoce su depresión profunda: “es cierto que la planificación central no funcionaba. Es cierto que nuestro país tenía muchas cuentas con la Unión Soviética. Es cierto que en este país no se respetaban las leyes, es cierto que la disidencia era inadmisible y todos estábamos vigilados por la Stasi. (policía política). Por eso protestamos, y por eso hicimos caer al régimen. Ahora no todo ha terminado. Soy optimista”. 

La entrevista se realiza en el salón de exposiciones del Club, abierto con el apoyo del Ministerio de Cultura; Cristina es muy elocuente, durante los silencios obligados por la traducción entristece. Explica brevemente: “No se trata de cambios repentinos, nuestra trayectoria es larga, desde hace años grupos opositores trataron de defenderse contra muchas cosas que sucedían en este país. Los principales fueron los intelectuales y artistas quienes desde principios de 1980 se opusieron al incumplimiento de las leyes y lucharon por los principios socialistas. Nos manifestamos, nos lo prohibían, teníamos claro que se trataba de hacer efectivos derechos con los que se nos formó desde hace 40 años. Nadie habló nunca de anexarnos a la RFA o de buscar una economía de mercado”.

En los años 70 hubo un aumento a las pensiones, una reducción de jornadas de trabajo, realmente una mejoría. Después las reformas iniciadas fueron decayendo y nos inconformamos. Tras la inconformidad llegó la represión. Por una parte, en las empresas, brigadas de trabajadores que en lo teórico significaban la unificación del trabajo con la vida privada para llegar a un modo socialista de vivir, en la práctica controlan a la gente. Se controlaban los viajes al exterior, se investigaba en el trabajo y en la casa; se molestaba a los vecinos, se acosaba. Nosotros no estuvimos contra el sistema, sino de fallas reparables.

Pero había más. Cristina relata su experiencia, sus temores. Los artistas eran sujetos a realizar obras bajo la idea del dogma oficial: el realismo socialista; en las escuelas los niños sólo conocían parcialmente la realidad, todo bajo la dirección del Estado. Se negaba el conocimiento y el intercambio cultura.

En los años 80 causó mucho estupor el caso de Wolf Biermann, un cantautor a quien le prohibieron cantar frente al público y fue así como empezamos a trabajar en forma clandestina. Biermann, sin embargo, continuaba ejerciendo su profesión. Lo dejaron sin trabajo, sin vivienda. A la calle empezaron a salir los intelectuales con el pretexto de un movimiento de paz que había surgido en los países occidentales de Europa. El tema de la desnuclearización nos importaba… llenamos las calles con mantas, después con demandas de reformas sociales y libertarias. El 9 de noviembre estábamos felices –la madrugada de la apertura del Muro- pero a nadie se le ocurrió hacer un proyecto económico, social y político capaza de darle salida a la revolución que estábamos haciendo.

Con la anexión en puerta, Cristina reflexiona: sólo queríamos hacer efectiva la frase de Rosa Luxemburgo: “La libertad también es la libertad de los que piensan de otra manera” y la frase la reprodujimos en mantas y carteles. Eso no significaba querer anexarnos al mundo capitalista. Muchas veces tomamos las frases de nuestros políticos; queríamos quitarle a la RDA los rasgos estalinistas que todavía estaban vivos. Queríamos reformas económicas y políticas para continuar. Durante las marchas muchos fueron detenidos y encarcelados.

El fin de la fundación del Foro Nuevo y después de la Mesa Redonda era democratizar al Estado.; por eso, admite, la anexión ha causado una depresión colectiva; los votos al socialcristianismo nadie los entiende sino como una reacción desesperada y la creencia de que había que destruirlo todo. Mientras aquí hacíamos el cambio, miles de personas cruzaban la frontera, huían, mostraban su desesperación porque se creía que la línea dura triunfaría y nada podría hacerse. La cuestión no era por qué la gente se quedaba, sino por qué se iba. No creían en una perspectiva, 40 años después de que se impuso, desde fuera, un régimen.

Cristina cuenta que al Nuevo Foro se unieron muchos movimientos, apoyados por la iglesia protestante. El movimiento, que iba lentamente creciendo, de pronto fue mayúsculo. Las cosas empezaron a desgranarse rápidamente; la televisión occidental era captada por la población y ahí la gente estaba al tanto de lo que sucedía en Polonia, en la URSS, en Checoslovaquia. Los discursos crecieron. Es curioso recordar que la frase “abrir el muro” se materializó 15 minutos después de una transmisión televisiva. Puntualiza: “Hay que saber que el movimiento de los intelectuales siempre se enfrentaba a la violencia oficial a través de la no violencia. En Berlín se formaron cadenas humanas frente a la embajada de la URSS; se prendieron veladoras en protesta y cuando se acercaba el 40 aniversario de la fundación de la RDA y a todo estaba hecho: Gorbachov advirtió a Honecker lo que tenía que hacer, dijo en sola frase: Al que llega tarde, la vida lo castiga.

Las marchas más grandes sucedieron en Berlín y Leipzig, finalmente se abrió el muro, a pesar de que la gente nunca se manifestó por la apertura del muro y menos por la reunificación.

Luego, dice desmoralizada, siguieron las promesas. No se podía detener a la gente. Lo importante era que reaccionara el gobierno, que cediera el poder, el gobierno se equivocó y abrió el muro.

El Foro Nuevo fue rebasado por la rapidez de los acontecimientos. Con la apertura del muro llegaron los políticos de la RFA, hablaron de reunificación, se pronunciaron por la economía de mercado, subsidiaron la campaña política, con 20 millones de marcos y carros cargados de plátanos que no consumíamos hace años, prometieron maravillas. Los políticos de Kohol desplazaron su campaña electoral a la RDA; empezaron a llegar los empresarios, empezaron a ver que aquí había empresas que no servían a sus intereses y otras muy prometedoras. El discurso ofrecía: “En cinco años se alcanzará el nivel de vida de Alemania Occidental”. Eso todavía es una promesa en el vacío, porque aquí no hay hambre ni marginación social.

Para explicar el fondo de la reacción de la gente, esa confianza desmedida en los políticos de la RFA, Cristina admite que los más grave es que la gente nunca se pudo identificar con este Estado, producto de la ocupación.

Frente al futuro, Cristina tiene un solo temor de fondo: durante mucho tiempo, afirma, hubo una discusión sobre cómo hacer la reunificación o cómo no hacerla, tratando de evitar cualquier alusión al fascismo. Esto fue un grave error. Ahora, a seis meses de la caída del muro la gente no ha tenido tiempo para reflexionar, para prepararse, hubo elecciones precipitadas, rápidas, la gente votó asustada, sin costumbre por opciones concretas. Pero hay indicios de xenofobia, hay neofascismo y una Alemania fuerte y grande, asusta a cualquiera. La alianza socialcristiana, que ganó con gran ventaja las elecciones, tendrá ahora que responder por esto.

V• Waltraud Falk, ex directora universitaria

Los teólogos elegirán el rumbo de la universidad en la RDA 

Sara Lovera, enviada/VBerlín, 1 de mayo,1990.-En las calles de Berlín oriental la gente mira cómo nace la primavera, la fiebre de refundación de la “nueva patria” empieza a disiparse. Se debilita poco a poco la algarabía que produjo la caída del muro.

Tras cada fachada de una vivienda hay una inquietud indescifrable. Todo se desestructura, cambia. Los estudiantes están de vacaciones mientras la cúpula decide cómo será dentro de algunos meses la vida en la Universidad de Humboldt, nacida hace 175 años. La primera demanda es mantener su autonomía.

En el edificio central, el 9 de abril pasado Waltraud Falk dispone su último día como directora de la Facultad de Ciencias Sociales. Ya tiene el cabello cano y no recuerda en qué momento comenzó a reconocer sus errores, “los de todos, los de los socialistas que nos negamos a reconocer las fallas del sistema, los que no oímos que eran necesarias las reformas económicas en 1980, las políticas en 1985, los que todo justificamos en nombre de un sistema que ahora resultó falso. Fuimos intolerantes”.

Burócrata del partido de Estado, profesora de la Humboldt desde 1956, economista de carrera, doctora en historia “yo sabía, como muchos otros que esto ya no tenía sentido. Ahora sabemos que el 50 por ciento de la población será considerada marginalizada en muy poco tiempo. Mi hija es ingeniera, gana 700 marcos, mi hijo, en el momento del cambio de moneda ganará 600 marcos. Esta gente ya no podrá construir una vida”.

La mujer de más de un 1.70 metros de estatura, se dobla ante la realidad: “Se va fundar un solo ministerio: Educación Ciencia, Mujer, Familia y Asuntos Sociales, lo va a dirigir T. Evelyn, el pastor evangelista más reaccionario que se conozca en la RDA y eso nos conducía a lo imprevisible”.

Trata de explicarse: “Hay una posibilidad. El nuevo rector en la Humboltd, J. Fuik, es un teólogo reconocido, no pertenece a ningún partido político y ha sido el primero en desechar la idea de reunificar a las universidades de Humboldt y Libre de Berlín, porque ello llevaría al caos. El hombre, es cierto, tiene valores cristianos, pero no ideológicos, sin embargo, luchará por desarrollar la autonomía y un nuevo perfil para nuestras universidades y sus 12 mil estudiantes”.

En la oficina universitaria todo queda igual, cómo si la señora Falk fuera a regresar al día siguiente. Sonríe nerviosa mientras se hace la traducción de sus reflexiones: “Hasta hoy y desde 1945 la Universidad de Humboldt y todo el sistema educativo respondieron a la planificación central de la economía. Los estudiantes ahora quieren otra cosa, autonomía y nuevos conocimientos relacionados con el establecimiento del sistema capitalista que se empezó a implantar ya. La entrada a esta universidad fue muy restringida, todo dependerá ahora de decisiones políticas”.

Empezaron a desaparecer las becas. Antes cada estudiante era becado y recibía materiales de trabajo, libros y disciplina. Había una relación estrecha maestro-alumno. Ahora los teólogos dirán cómo será la enseñanza. Muchos maestros ya han huido a Occidente, y eso también es un problema a resolver”.

“El atraso en la economía del país –continúa- empezó a mediados de los años 70, tras un repunte muy importante y después del impulso que hubo en 1968 por cambiar algunas cosas. En 1980 se propusieron reformas que no se escucharon, la cúpula del partido consideró que no era el memento; la crisis –sólo la económica- apareció descarnada en 1985; el gobierno abrió las puertas al turismo, pero continuó protegiendo totalmente la economía interna. En la RDA se produce hasta lo más elemental, con el pretexto de no afectar a los países del Tercer Mundo. Muchas industrias no tendrán capacidad de sobrevivencia. Si el acuerdo monetario es de 2 por uno, toda la economía de la RDA se vendrá abajo”.

La cuestión política e ideológica es mucho peor, explica. El sistema socialista en la RDA fue impuesto por las fuerzas de ocupación soviéticas al término de la Segunda Guerra, “mucha gente sintió que el sistema era falso”, desconociendo la lucha histórica de los comunistas alemanes y este sentimiento fue lo que accionó durante las elecciones de marzo pasado y las falsas promesas del oeste.

Lo cierto es que el control político, primero de los nazis y después de nuestro sistema, “impidió a nuestra generación saber algo sobre democracia. A pesar de que muchos, aún todavía, mantenemos firmes nuestras ideas y principios socialistas, por largos años no reflexionamos sobre lo que estaba pasando. Tras la guerra la lucha era por sobrevivir, la gente creyó en algo, construyó algo, creímos en el socialismo. Ahora luchamos por elecciones libres, es triste pensar que no volveremos a votar, si como todo parece, la anexión es irrefrenable”.

Ahora es diferente, dice mirando hacia sus interlocutoras. “Ya no puedo recordar cuando empecé a aceptar mis errores. Entré al partido en 1946, dos años después mi padre, acusado de socialdemócrata, fue apresado por los soviéticos y recluido un año. Yo seguí en el partido. En 1964 mi esposo fue reprimido y sacado de la universidad por haber invitado a Havelman –el ideólogo de oposición en los años 60- y se fue a la Academia de Ciencias. Ambos, sin embargo, continuamos en el partido”.

Del mismo modo ocultamos, borramos de la memoria lo que hicieron con nuestros familiares y amigos que disentían. Olvidamos lo que hicieron con ellos los rusos, en los mismos campos donde antes hicieron lo mismo los fascistas. En mi pueblo conocíamos el campo Sachsenhausen, fascista primero, ruso después. Pero nadie hablaba de él. El campo existe, es de la Stasi (la policía secreta del régimen en extinción) nadie había querido saber o decir nada sobre él. Mucho tiempo fuimos cobardes, no escuchamos a Brecht, no escuchamos a la historia. Esto nos llevó al cambio”.

“Ahora –prosigue- que aprendimos a gritar ya no nos callaremos”, asegura la profesora al reconocer que la anexión y el ingreso acelerado de la RDA al mundo capitalista traerá nuevas derrotas “pero también nuevas luchas. Hemos empezado apenas a darnos cuenta que iniciamos con retraso. Atrás de la RFA, como un país pequeño y pobre frente a ello, como una comarca, otra vez ocupada. Perderemos los logros, a pesar de todo, los logros del socialismo: la seguridad, el empleo, la protección a la niñez, pero ahora lo sabemos”.

Para la señora Falk la responsabilidad la tiene hoy la iglesia protestante, porque bajo su techo se hizo toda la movilización social y política que acabó con el régimen. Sus representantes, dijo, están asustados, ahora ellos están diciendo, frente al caos, que el Estado no debe perder su cara”. Pero, se pregunta ¿quién los detendrá’, refiriéndose a la nueva alianza gubernamental.

VI• Checar Alemania Federal no tolerará inflación, advierte Voy

Decretan las dos Alemanias una revaluación del marco oriental

Peligrará el nivel de XX si no se redistribuye la riqueza

Sara Lovera, enviada/ VI, Berlín, 2 de mayo 1990.- El marco alemán –occidental- se colocó desde hace 20 años como una de las monedas más fuertes del mundo. Esa estabilidad está ahora en peligro, porque se tomó la decisión política de hacer la unificación con la república Democrática Alemana (RDA) y esto es un error. La sociedad alemana no permitirá ni un décimo de inflación y se perderá la confianza de los ahorradores.

Klaus Voy, economista occidental y coautor de un documento que firmaron en febrero economistas de todos los signos y el Banco Central contra la unificación monetaria, explica los peligros de la medida que continúa en discusión.

La unidad monetaria “fue vendida” a la RDA como la mejor manera de vivir excelente, Pero eso “es una ilusión” que sería posible sólo si el gobierno de Kohl fuera capaz de comenzar la redistribución de la riqueza en serio. Lo que está detrás no es, según su opinión, más que la política del poder y en ello ahora están de acuerdo todas las corrientes y partidos políticos.

La situación es tan falsa que es la primera vez, desde que terminó la guerra, que el Banco Central se disciplina frente a una medida política. El peligro es que bajará el nivel de vida para todos. Los primeros afectados serán los habitantes de la RDA, después “nosotros”.

No es difícil comprobar lo que Voy señala. En la República Federal Alemana (RFA) el nivel de vida es muy alto. Los salarios promedio -5 mil marcos mensuales, aproximadamente 3 mil 500 dólares-, garantizan que cada año hasta 5 millones de familias alemanas visiten España y otro millón salga de vacaciones a Grecia, los países del Este o América.

En las calles puede encontrarse sin dificultad continuamente muebles y aparatos electrodomésticos en perfecto estado, considerados por los habitantes como desecho; la moda es la más cara y sofisticada de toda Europa y mientras más crecen los recursos, la población se mantiene estable desde hace 20 años.

La industria de la RFA es muy fuerte y millonarios capitales salen constantemente hacia el exterior a producir a muy bajos costos. Tres millones de desempleados viven del seguro de desempleo o de la ayuda social; sólo en Berlín los 32 mil estudiantes universitarios tienen becas para realizar estudios en el exterior, y la posesión promedio de automóviles es de tres por familia.

Una sociedad acostumbrada a no tener casi nada de inflación en los últimos 15 años, “no soportará ni un décimo” y se opondrá violentamente al aumento de los impuestos –que ya son altos-, comentó el economista.

Antes de diciembre, afirmó, si las cosas continúan “habrá que empezar a buscar culpables”. Lo más grave es que se desestabilizará el mercado y esto también tendrá repercusiones en toda Europa.

Una posibilidad es que el Banco Central decrete la estabilidad de la moneda y no se aumenten los intereses. Los empresarios esperan que la RDA sea un gran mercado, lo que ayudaría al aumento de la producción. Sin embargo, lo que sucederá será una catástrofe en la RDA y ¿quién la pagará?, se pregunta, porque, y agrega, las diferencias son muy grandes. 

Si el cambio del marco con la RDA es de uno a uno, la estabilidad en la RFA no se perderá. Sin embargo, al bajar los salarios allá, provocará la salida continua de trabajadores tras el espejismo y crecerán los desempleados.

Los problemas principales a que se enfrenta el proceso de unificación monetaria y política son: primero un proceso de derechización irrefrenable; la diferenciación social que casi había desaparecido y el desempleo: habrá en diciembre votos para la derecha y lo peor, dice “será para los proletarios”.

Voy señala que junto con esta situación la política neoliberal de desregulación, que en Europa encabezó Inglaterra, para Alemania plantea nuevos problemas. Tras la guerra, la política de protección de la producción y el mercado garantizó no sólo la reconstrucción, sino un crecimiento sostenido, tanto que “somos ricos”, pero la apertura, la reprivatización, la liberalización de aranceles y ahora la compra de la RDA, hacen una combinación insoportable.

“Teníamos paz económica” tercia Mariane Braig, una paz rota desde hace seis meses; la incertidumbre es la que pagará estos cambios.

Los salarios en la RDA y los precios no tienenninguna relación con la RFA; habrá que reestructurar la industria, el comercio y el consumo en muy poco tiempo, no sin antes desequilibrar la vida de los alemanes de ambos países.

Los sectores más débiles de la economía en la RDA son el transporte, la electricidad; la comunicación, cuyo retraso tecnológico requerirá de fuertes inversiones. La restructuración más importante es la energía basada en el carbón, lo cual tendrá que desaparecer porque hay zonas amplias de alta contaminación que están poniendo en peligro la vida de muchas personas. Durante mucho tiempo en la RDA se negaron a depender del petróleo.

La industria química, una de las bases económicas en la RDA, no tiene perspectivas; la estructura de la industria es muy parecida a la de los años 50; existe un atraso en la electrónica y sin embargo tiene amplias perspectivas en la construcción de maquinaria.

Adicionalmente en la RDA existen problemas de calificación de mano de obra, lo que puede ser regulado en poco tiempo, porque existen buenos ingeniero. Pero todo el reajuste necesitará cunado menos 10 años.

Como Voy los especialistas en cuestiones económicas de la Confederación alemana de Sindicatos han puesto en tela de juicio las medidas políticas del gobierno de la RFA.

La apertura del muro para los berlineses del Este ya produjo los primeros desastres: empezó la escasez de algunos alimentos y sus fondos se están devaluando día a día con la especulación del cambio que ya se impone en toda la línea fronteriza: no de uno a dos como propone Kohol, sino de uno a cinco, como puede comprarse el marco de la RDA en cualquier entrada fronteriza.

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