Laura Urdapilleta, conciencia de su propio cuerpo, de su ser mujer, recordada a 15 años de su muerte

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Considerada con luz popia, en el ballet clásico dejó huella, cuando dejó los escenarios, durante 28 años se dedicó a la enseñanza

Fue prima ballerina; se caracterizó por su autenticidad y por ser inspiración y referente de varias generaciones 

Redacción
SemMéxico, Ciudad de México 12 de febrero, 2023.- Evocar la figura de Laura Urdapilleta, a 15 años de su muerte, es poner en primer plano algo que en SemMéxico –mayo 2022- dijo la bailarina, coreógrafa, psicóloga y filosofa Mirta Blostein, porque la expresión corporal, construye la conciencia y reconocimiento de tu propio cuerpo, la conexión entre el movimiento y el pensamiento resulta vital para las mujeres. La danza, el ballet clásico o la danza moderna resultan vitales para derribar represiones, y cautiverios. Laura Urdapilleta, después de ser una figura individual, durante 28 años, tras dejar los escenarios, se dedicó a la enseñanza, con una escuela propia en Chihuahua.
Ahora las autoridades de cultura hacen notar que Urdapilleta es considerada una figura destacada de la danza clásica, bailarina, maestra y coreógrafa mexicana, integrante del Ballet Clásico de México.
Hablar de ella es como decir que la danza y el cuerpo, su práctica y movimiento permiten desarrollar tu pensamiento. Laura Urdapilleta que 1960 recibió la Medalla de Oro Bellas Artes, que dejó escuela.
El homenaje, propiciado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Compañía Nacional de Danza, en una nota de prensa recuerdan que el 11 de febrero la artista murió hace 15 años, el 2 de febrero habría cumplido 91 años.
Dejó para la posteridad sus enseñanzas, esas de desarrollar el lenguaje de tu cuerpo en tu propia danza, permitiendo abrir caminos de pensamientos muy importantes, dijo en aquella entrevista Mirta Bolstein.
Especialistas consideran que el ballet clásico y la danza en genera, contribuye al bienestar de la gente de una manera significativa.

Quién fue Laura Urdapilleta

Originaria de Guadalajara, Jalisco, (1932) desde pequeña mostró interés en el arte dancístico, estudiando con maestros y formadores artísticos, como Gloria Campobello, Estrella Morales, Michel Panaieff y Sergio Francheli.

De acuerdo con la cofundadora de la Compañía Nacional de Danza CND, la maestra Nellie Happee, Urdapilleta compartió clases con la maestra y bailarina de la Ópera de Paris, Nelsy Dambre, en el estudio que ésta tenía en la sala de su casa.

“Laura fue y es una figura con luz propia muy, muy importante. Es un ejemplo de excelencia y desempeño, de entrega a la profesión. Tenía técnica y carisma para el ballet, llenaba los escenarios, sabía llegarle al público”, asegura.

Para Cuauhtémoc Nájera —actual co-director de la CND—, Urdapilleta fue, además de una bailarina destacada, una inspiración para sus sucesores en el ramo. Así lo confirma la maestra ensayadora y ex primera bailarina de la CND, Tihui Gutiérrez: “Para mí fue un referente por ser la primera bailarina mexicana y la máxima representante de una compañía nacional a la que vi bailar… Todos los que la vimos nos maravillamos con su esencia. Hay papeles que jamás he visto que se interpreten como ella los hacía. Creo que una de las contribuciones que hizo a la danza fue poner en el mapa al ballet que se estaba haciendo en el país”.

Laura Urdapilleta viajó por la República mexicana como primera bailarina del Ballet Concierto que dirigieron Sergio Unger y Felipe Segura. Participó con el American Ballet Theatre durante dos temporadas, fue bailarina invitada en la compañía Michel Panaieff, huésped del Ballet de Guatemala y, entre 1963 y 1980, una de las primeras bailarinas del Ballet Clásico de México.

Se diferenció por sus personificaciones en los papeles principales de Giselle, El lago de los cisnes, Coppélia, Combate, Las sílfides, El cascanueces, Pas de quatre, Huapango, La luna y el venado, entre otras piezas dancísticas.

En 1957 fue distinguida por la Unión de Cronistas de Teatro y Música; en 1960, con la Medalla de Oro Bellas Artes; en 1965, con la Medalla de Oro del gobierno de Jalisco; en 1970, con el Premio Artista del Pueblo, otorgado por el Departamento del entonces Distrito Federal, entre otros reconocimientos.

Comprometida con su profesión, en 1980, luego de su retiro de los escenarios, estableció su Escuela de Ballet Clásico en Ciudad Juárez, con la firme convicción de transmitir su vocación por la danza a las siguientes generaciones de bailarines.

El ballet de la monarquía a la visión popular

El ballet clásico nació en las cortes monárquicas europeas como un espectáculo privado de la clase virreinal.

La palabra ballet fue utilizada por primera vez por el maestro, coreógrafo y compositor Balthazar de Beaujoyeulx de origen italiano, quien montó los primeros ballets en 1572 para la boda de la hija de Catalina de Medicis y en 1573 para la celebración del nombramiento del Duque d’Anjou como Rey de Polonia, introduciendo las artes italianas a las cortes francesas (Da Silva, 2017).

Beaujoyeulx impuso el inicio de los ballets de cour, espectáculo que marcó la diferencia en el uso de la música, el argumento y la escenografía como un “todo” expresado a través de la danza; contaba con un despliegue de orquestas, bailarines, actores, diseñadores de vestuarios, escenografía e iluminación, lo que dio nacimiento al ballet como espectáculo.

Fue con el ballet romántico donde las mujeres tomaron fuerza en este arte. Las bailarinas se convirtieron en el símbolo que resumía el ideal de belleza femenino de la época: ser una mujer delicada, formal y refinada. El ballet romántico surge a principios del siglo XIX con la época del Romanticismo, y se prolonga aproximadamente treinta años (1815-1845).

La participación de las mujeres en el ballet, de 1840 hasta inicios del siglo XX, produjo inicialmente que la privatización del ballet ópera tuviera como consecuencia la mercantilización del sexo femenino, lo cual provocó que el ballet dejara el espacio del teatro y se ubicara en los lugares de variedades; la danza perjudicaba –decían- el status de las artes en general, por lo que la ignoraron y la negaron. Fue como efecto de la Primera Guerra Mundial y de la fuerza que tuvieron los ballets en Rusia que el ballet produce el cambio en los cánones de la belleza femenina e idealiza el cuerpo en la delgadez, la fuerza, la asepsia y la salud, características propias de las bailarinas de ballet clásico, que volvería a ser considerada un arte en movimiento (Barragán 2014).

Lara (2016) considera al ballet clásico como una tecnología corporal individualizada desde el poder, basado en escrutar el comportamiento y el cuerpo de los individuos con el fin de anatomizarlos, es decir, producir cuerpos dóciles y fragmentados. Lo considera una disciplina que incluye toda la gama de normatividades sociales que se imprimen en los cuerpos, a partir de la vigilancia y el control social. En este sentido, el cuerpo es considerado como un significante del estatus social, donde convergen prácticas, limitaciones, disciplinas, excesos, ausencias, cuerpos que se consumen y se planifican, se miden y se comparan, para convertirse en uno sólo dentro de una escenografía dancística. Como dice el estudio: El ballet clásico desde una mirada de género de Alba Luz Robles Mendoza, difundido en 2016 por el Programa Institucional de Estudios de Género.

Este 2 de febrero habría cumplido 91 años la maestra y coreógrafa mexicana, integrante del Ballet Clásico de México, hoy Compañía Nacional de Danza
Por ello Laura Urdapilleta fue considerada un pilar inigualable en la danza mexicana, con gran personalidad y carisma,
Laura Urdapilleta debutó profesionalmente en diversas puestas en escena de agrupaciones mexicanas, siendo reconocida por su interpretación, en 1947, con la compañía Markova-Dolin, en México.

En su trayectoria fue distinguida por la Unión de Cronistas de Teatro y Música en 1957, recibió la Medalla de Oro del Inbal (1960), Medalla de Oro del gobierno de Jalisco (1965) y el premio Artista del Pueblo otorgado por el entonces Departamento del Distrito Federal (1970), entre otros galardones.

En 1980, luego de su retiro de los escenarios, estableció su Escuela de Ballet Clásico en Ciudad Juárez, Chihuahua, para compartir su vocación por la danza, configurándose como una de las personalidades más auténticas de este arte en México.

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