Lenguaje inclusivo e inclusivo no sexista ¿Es lo mismo?

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¿A qué nos referimos con lenguaje inclusivo? ¿Y no sexista? ¿Quién tiene el poder para decir cómo debemos expresarnos? ¿Quién legitima el uso del lenguaje? ¿Son correctas las modificaciones en áreas educativas y todas las áreas del Estado? Para las respuestas a estas y otras preguntas Diario Digital Femenino consultó a la periodista Norma Loto.

Norma, es periodista, corresponsal de Semlac y SemMéxico, docente universitaria.  En 2012 se recibió de Magister en periodismo y medios de comunicación.  Ha brindado cursos, talleres y conferencias en el país y en el exterior. Es autora Para Contarla Mejor, Aportes para optimizar las narrativas periodísticas de los casos de violencias contra las mujeres.  Hace muchos años que investiga el lenguaje y cuando era estudiante  una de sus primeras investigaciones fue sobre los discursos de la Revolución Francesa y se enojó cuando evidenció que aquel  hecho histórico les había dado migajas a las mujeres y que la palabra “ciudadanas” aún tenía que desarrollarse políticamente.

Por Lenny Cáceres/Diario Digital Femenino

SemMéxico/ Diario Digital Femenino. 06 de junio 2020.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de lenguaje inclusivo y lenguaje Inclusivo no sexista?

El lenguaje inclusivo tiene como objetivo nombrar para dar visibilidad a las diversas existencias que tiene la humanidad; por ejemplo, las personas con discapacidad, pueblos originarios, mujeres y disidencias. Es decir, el lenguaje inclusivo supone un campo semántico bien amplio y abarca muchas realidades, luchas, identidades.

A su vez el lenguaje inclusivo no sexista (LINS) son expresiones comunicativas, contrarias el lenguaje sexista que invisibiliza a las mujeres y diversidades, las subordinan, violentan y estereotipan.  Este también recibe otros nombres como lenguaje no sexista, lenguaje inclusivo en cuanto a género. Incluso hay quienes desean llamarle lenguaje feminista y en esto no estoy de acuerdo porque si bien nació con el impulso del feminismo hace varias décadas, llamarlo así quedaría encasillado. Si le otorgamos la etiqueta del feminismo estaríamos colocándolo en un lugar de uso específico y no masivo. Lo que digo es que existe lenguaje científico, lenguaje jurídico y estos son lo que en retórica se denomina “específicos”, porque poseen circulación en cierto contexto, pero si lo que queremos con el LINS es la inclusión hay que llegar a todos los ámbitos.

El lenguaje inclusivo no sexista es una deformación gramatical como sugieren algunas personas o ¿a qué apunta?

El lenguaje inclusivo no sexista apunta a lo político y no a lo gramatical. Quién desea combatir el LINS desde las reglas de la gramática estaría apelando a herramientas equivocadas para dar la discusión. Las palabras tienen ideología y son un terreno de luchas.  Por eso, insisto que el enfoque está en lo político y el feminismo como movimiento revolucionario trae consigo la interpelación al lenguaje.

Es interesante mirar a la historia y cómo la Revolución Francesa no solo cuestionó los privilegios de la clase dominante, sino que hizo lo mismo con el lenguaje. Esta Revolución trajo como aporte lo que hoy conocemos en política como “izquierda” o “derecha”, y esto se origina a causa del lugar donde se sentaban los representantes más revolucionarios y los conservadores.

Otro ejemplo es la palabra revolución; empieza a tener otro uso, otro significante porque antes de 1789, era un término que aludía a la astrología, a lo biológico y desde entonces esa palabra está vinculado al progreso.

Es verdad que una revolución busca modificar lo establecido pero el feminismo es una revolución que molesta porque viene a modificar la más antigua de las subordinaciones que es la de las mujeres y las disidencias. Entonces no se puede hablar de una corrupción gramatical cuando lo que se intenta es mostrar la importancia de politizar todas las formas de existir.

Esto no significa que de ahora en más incorporemos solo la E para nombrar/nos. No se debe dejar de lado la “A” porque nombrarla fue una ardua tarea y aún no tiene la aprobación total. La A no tiene un completo reconocimiento como para ignorarla, sino remitámonos al énfasis que pone Cristina Fernández cuando pide que la llamen “presidenta, ta, ta”. Esta palabra existe desde 1803 pero no con el sentido político que hoy tiene porque no había mujeres que presidían. Entonces, en la actualidad y con muchas luchas históricas que anteceden, las mujeres llegaron a presidir. Por eso a la A hay que seguir luciéndola. La A y la E o la I pueden convivir, conviven, son sinérgicas.

A la vez el Lenguaje no sexista pretende marcar la presencia político social de las personas y por eso no me parece óptimo incorporar la “E “o cualquier variante del LINS a verbos, objetos, animales.

Su legitimación depende de la RAE, espacios de la lengua, áreas de educación ¿De qué depende?

Nadie consulta un diccionario de la RAE antes de hablar o cuestionar. El Lenguaje no Sexista existe, se arma, se desarma, circula, sin pasar por el filtro de la Real Academia Española. Muchas veces se cree que la legitimización pasa por el diccionario, incluso se enojan algunos/as cuando palabras como “almóndiga” es incorporada. Pero fue incluida como vulgarismo, es decir que aclaran que es de uso no culto. Es decir, la RAE puede incorporar algún día el “todes”, pero ¿dentro de qué casillero? Entonces sigamos así que estamos bien. A la vez, es necesario recordar que esta institución no es la que mantiene viva a nuestra lengua, sino que son las/os hablantes.

Sucede que el LINS molesta más que cualquier otra expresión inclusiva porque interpela lo que se asumía como normal. El LINS  se expresa omitiendo la economía del  lenguaje cuando se hace el desdoblamiento (todos y todas); porque pone en circulación expresiones que poseen encuadre político, por ejemplo la palabra femicidio, porque cambia el sentido de otras palabras y así la jueza deja de ser la mujer del juez, porque modifica palabras para visibilizar que el mundo no es binario, por ejemplo usando la E.

También es válido aclarar que las expresiones se legitiman con el uso a través del tiempo. Así el uso de la E o de la I (que también la utilizan pero tiene poca prensa), transita aún por un periodo de construcción, porque no en todos los ámbitos circula de manera espontánea y tampoco hay un uso masivo ni lleva demasiados años.  Quizás cuando su circulación sea más sostenida en el tiempo y reconocida por más hablantes, se legitime.  De todos modos, soy optimista y creo que romperá el ámbito retórico y será más masivo como ocurrió con otras palabras como pasó con la palabra femicidio/feminicidio.

Mientras tanto seguiremos observando: prodestinatarixs; que son quienes tienen a esta expresión incorporada naturalmente y que se observa en las nuevas generaciones; paradestinatrixs que son quienes adhieren a la expresión, la usan pero deben codificar-programando  su mensaje a cada instante  y esto se ve en generaciones de mayores y contradestinarixs que directamente no comparten y combaten estas expresiones.

¿Existen formas correctas de enseñarlo?

No creo que exista “una forma” correcta de enseñar porque no se trata de un dogma, ni de una teoría pétrea. Si así fuere sería expulsivo. Además, el LINS aún se está construyendo y aún no hay consenso en su interior.  Sin embargo, creo que una manera de trasmitir el conocimiento es poniéndolo en funcionamiento y apelar a la creatividad. En mis clases uso el inclusivo en todas sus formas pero no me es gratis porque no todos mis alumnxs (sub-20) son amigables con temas que interpelan. Generalmente, escucho que se expresan en masculino genérico  y hace un par de semana les di la tarea de escribir una columna de opinión acerca de la necesidad de descomprimir la población carcelaria a causa del Covid 19. Recibí columnas donde se evidenciaba  solo varones presos que volverían a sus domicilios. No hubo nadie que escribiera acerca de las presas, les preses, las niñeces encarceladas. Con eso pude iniciar un recorrido sobre la importancia de nombrar/nos.

Tampoco debe ser impuesto, no debe ser una regla sino una opción. No se puede juzgar a quien no lo quiere hacer como tampoco a quien sí lo hace. Por eso es importante que la creación de sentido que hacemos desde las aulas sea lo más amigable posible. En las aulas muchas veces me encontré con reacciones hostiles de gente muy joven, pero recuerdo una vez que una alumna le dijo a otra: “no uses el inclusivo si no querés, pero ¿qué te cuesta ser un poco empática?”. Con esa respuesta me sentí aliviada y noté que las alarmas vienen sonando.

¿Hubo avances en su aplicación? Sobre todo en el área de educación y en la aplicación de la ESI ¿lo contempla en sus lineamientos?

Sí hubo avances y se evidencia en las resoluciones de muchas universidades que contemplan el uso de LINS. También hay colegios secundarios que lo hacen. En cuanto a la ESI lo contempla  en sus Lineamientos (2008) y que recorre varias asignaturas y así en Lengua remarca que a través del lenguaje el ser humano  configura mentalmente el mundo que lo rodea, los contenidos, las categorías, las relaciones, etc.

Mi hijx tiene 12 años y por eso vivo empañada en las vivencias de su crecimiento. Mi cotidianidad se fortalece al ser observadora de los argumentos descabellados de muchas familias que ven el LINS la reencarnación del mal. En los días de discusión sobre la ESI y el surgimiento de la campaña “Con mi hijo no te metas”, recibí un wasap que decía algo así que incorporar al E en el lenguaje obligaba a niñxs a ser homosexuales.  Leo estas cosas y pienso en lo gratis que es agredir, tirar odio. El lenguaje influye en el pensamiento pero no determina nada. La decodificación de cada mensaje se hace en diferentes momentos de la vida, en diferentes contextos. Y yendo a lo científico, solo decir que hubo dos socio-lingüistas Edward Sapir y su discípulo Benjamin Whorf que tenían la hipótesis de que las palabras anteceden al pensamiento y esto fue desacreditado.

Podría brevemente comentar la importancia de su aplicación en organismos, especialmente del Estado ¿Hay antecedentes al respecto?

En el estado uno de los antecedentes más cercanos que viene a mi mente es un proyecto impulsado en 2008 por María Cristina Perceval  cuando era senadora.

Los años pasaron y el tema está instalado: el inclusivo está se usa y ya. Pero el Estado tiene un rol muy importante ya que debe ser el garante de la igualdad, de la inclusión y poner en palabras las subjetividades puede seguir creando más derechos.

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