Mujeres en Cuarentena: necesitamos una habitación propia para concentrarnos

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  • Pese a la ayuda familiar y colaboración en las tareas, han sido días difíciles por ratos
  • Estas en casa y estás en todo, ellos pueden sustraerse más fácilmente

Parte III

Soledad Jarquín Edgar

SemMéxico, Oaxaca, 24 de abril, 2020.- Han sido días difíciles a ratos, que he podido pasar gracias a la ayuda de mi mamá y de mi papá que vinieron desde el Estado de México. Sin embargo, es difícil concentrarse para resolver el trabajo de oficina. Nos falta una habitación propia. Así un relato de Mujeres en Cuarentena.

Cuando anunciaron que el cierre de escuelas sería a partir del 20 de marzo, “entré en pánico”, dice Rocío Estrada ejecutiva de una empresa local, quien tiene una hija de 6 años. Con mi pareja acordamos llevar a la niña al trabajo, un día cada quien, y asumimos el riesgo que significaba llevar a la niña a las oficinas, pero luego cambió todo. El confinamiento fue para los tres, sin embargo, mi mamá y mi papá ya estaban aquí para ayudarnos.

Para las mujeres es más complicado que para los hombres, a pesar de que en casa tanto mi pareja como mi papá también hacen tareas domésticas, como lavar los baños o limpiar los pisos de la casa. Nosotras, las mujeres nos hacemos responsables de la cocina, la comida y entre los cuatro cuidamos a Sofía. Pero a la hora de hacer home office a mí me cuesta más trabajo concentrarme que a Mario. “Estas en casa y estás en todo, ellos pueden sustraerse más fácilmente”.

Sé que es una cuestión de salud, que debemos ayudarnos, no nos queda de otra, pero insisto es muy complicado para las mujeres y aún más si tenemos hijos o hijas de la edad que sea.

Militante feminista en una organización, lo tiene claro: “Si hay niñas o niños en casa, si son pequeños hay que ayudarles con la tarea, si tienen que hacer escuela en casa, estar pendientes de ponerles la televisión, la computadora y fijarse que pongan atención, si son mayores, lo mismo.

Sofía tiene clase de 9 a 10 de la mañana por la televisión, luego tiene que hacer la tarea y es tanta que puede estar hasta tres horas. Eso demanda de la ayuda de cualquiera de quienes aquí estamos, pero es a mí a quien viene y me pregunta.

“La ayuda de mi madre ha sido fundamental. Tener la comida hecha, no tiene precio”. Explica que ha “sido raro”, es la primera vez que sus papá y mamá vienen a su casa por una temporada larga, una novedad para la familia.

A pesar de la ayuda, Rocío considera que ha tenido más trabajo. Estar en casa significa que tienes algo que hacer siempre, además del cuidado de la niña, aunque sea compartida y las tareas de la oficina.

Dos conferencias o juntas a larga distancia al día. Hacer oficios, documentos e informes, responder preguntas vía WathsApp, correos electrónicos, lo que se les ocurra. Además de responder a llamadas telefónicas o video llamadas de algún superior, proveedor o cliente. Incluso, pienso, a veces las o los jefes te buscan insistentemente “para no perder el control” o porque piensan que no estás haciendo tú trabajo.

Estoy entre la mesa de comedor habitado por horas como escritorio de Sofi, en otra esquina mi escritorio y en otra habitación mi pareja o yo misma. Andamos entre la mesa y el escritorio todos los días.

El tema fundamental del trabajo en casa es, sin duda, que no encuentran el lugar, “la habitación propia” como dice Virginia Woolf, dice esta feminista en tiempos del COVID 19. Así, agrega, no hay un momento exacto para concentrarte, para ser más productiva o igual que cuando están de lleno en la oficina.

¿Qué ocasiona? Pues algo de estrés.

Rocío Estrada de carácter apacible, dice que por fortuna sabe controlar la tensión.

No estamos todo el tiempo felices, pero tampoco estamos enojados, explica en relación con la convivencia con su pareja y el resto de la familia, alternamos toda esta actividad con algunos espacios para entretenernos, platicar, juegos de mesa y vemos televisión juntos.

La más feliz, por increíble que parezca es Sofi, porque estamos todo el tiempo con ella. Cuando hablamos que su abuela y abuelo tendrán que volver un día a su casa, de inmediato dice que no, que ojalá no se vayan.

Ese es el lado bueno del encierro. Hay más trabajo, pero estamos aquí, nuestro ritmo de vida cotidiano es distinto, es correr todo el tiempo. Ahora es cosa de organizarnos y a las mujeres nos cuesta no hacer caso de lo que sucede en la casa, encerrarnos en una habitación para trabajar, “aunque eso tampoco es garantía…estas a media conferencia y Sofía empieza a tocar la puerta, me pregunta con quién hablo, es parte de una nueva experiencia, no me queda más que reírme…”.

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SEM/sj

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