Mujeres sobrevivientes vs los micromachismos

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  • Violeta Carolina Parra Reynada habla de esa violencia sutil, imperceptible
  • La violencia cotidiana no está en las estadísticas, pero produce afectaciones a la salud mental

Sara Lovera
SemMéxico, Cd. de México, 8 de junio, 2020.- ¿Cómo reconocer la violencia? Esa sutil, cotidiana, de la que no se da cuenta el mundo y está ahí. De la que no hay datos escalofriantes, ni estadísticas. La que muestra cómo la educación para las mujeres y su avance intelectual no la frena, la atiza. ¿Cómo vivir con ella? ¿Cómo sobrevivirla?

Me llamo Violeta Parra Reynada, tengo 58 años de edad y 40 años como servidora pública; conozco de cerca todos y cada uno de estos micromachismos. Sus nombres aún están en inglés: Gaslighting, Mansplaining, Manterrupting, Bropaiting y Manspreading.

Violeta Parra en estos días, es una escritora en ciernes y lo que hace y bien, es escribir relatos, cuentos, tal vez una novela o algunos poemas. No tuvo problema para decir en el conversatorio en línea el pasado 5 de junio, entre el funcionariado de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Guerrero, que los testimonios que aportó, recogen en realidad sus experiencias y confiesa: “créanme: me costó tiempo, dinero, esfuerzo y muchas, muchísimas horas de terapia, pero aquí estoy, sobreviví”.

Y el tiempo pasa. Ella, ellas, con una vida mejor. Con estudios y desempeños laborales exitosos, reconocidas, más de lo que una imagina, con frecuencia feministas, son minadas, atropelladas, con violencias cotidiana, psicológicas, que les pueden disminuir talentos ¿Cómo expresarlo?

La conocí circunstancialmente. Como Subsecretaria de Gobierno. Antes cuatro veces se desempeñó como subprocuradora de Justicia en Guerrero, es abogada, se inició como ministerio público. Así como su casa está llena de espacios luminosos y un inmenso jardín, así es su mirada y su conversación. En su vida laboral se encontró un día con los Derechos Humanos y ahondó en la conciencia humana y la injusticia.

Ya fue magistrada. Procuradora de la Defensa de los Derechos de la Mujer en la Secretaría de la Mujer y visitadora. Le gustan los vestidos claros, floreados, como suelen ser sus pláticas y sus gustos. Tiene un hijo y una hija. Ha experimentado un matrimonio imposible. Pero por su brillantez y seriedad laboral se ha visto colocada, más de una vez en circunstancias frente al poder, de hombres y mujeres, de violencia, esa sutil, de la que no se hacen estadísticas, las que indirectamente te hacen sobrevivir o desistir.

Le preocupa que de esa violencia se sabe poco y menos aún contamos con herramientas para reconocer ese otro tipo de violencias, psicológicas, sutiles, que no producen víctimas mortales, pero sí graves afectaciones a la salud emocional de las mujeres. Se conocen como Micromachismos y sus nombres aún están en inglés: Gaslighting, Mansplaining, Manterrupting, Bropaiting y Manspreading.

Qué son, cómo se producen, cómo se viven este tipo de violencias, dijo. Y agregó: “se los explicaré con breves historias.

Alexia: cómo vivió la descalificación

Alexia es Bióloga Marina, con maestría en Uso y Tratamiento de Aguas, así como varias especialidades en aguas residuales y manejo de desechos tóxicos. Su jefe le ordenó preparar una exposición sobre la creación y desarrollo del sistema de captación de aguas de su municipio, que ella maneja al dedillo porque intervino directamente en su diseño y ejecución. Su jefe, en cambio, desconoce por completo el tema porque se encumbró con base en compadrazgos y compromisos políticos.

Alexa despliega gráficos, estadísticas y los fundamentos legales y éticos que se consideraron para realizar el proyecto. No lleva ni tres minutos hablando cuando su jefe la corrige con una observación “chistosa”, que provoca la risa general y rompe la concentración de todos. Alexa recupera el hilo, pero para el minuto 15 las interrupciones “simpáticas y correctivas” de su jefe ya son molestas, sobre todo, porque no tienen fundamento y porque sus comentarios llevan la clara intención de desacreditarla ante sus compañeros, todos varones, quienes ríen todos y cada uno de los chistes de su jefe. Alexa, que estaba muy orgullosa de su presentación, termina sintiéndose tonta y fuera de lugar.

Esto es un tipo de violencia laboral y consiste en que no importando cuan preparada esté, la mujer es interrumpida una y otra vez para corregirla hasta el punto de callarla, porque el varón piensa que él puede explicarlo mejor. Se llama Manterrupting.

Viviana: rompió estereotipos: fue castigada y se hizo insegura

Viviana es de las únicas mujeres en una carrera universitaria tradicionalmente destinada a los hombres. Ella se siente orgullosa de haber roto estereotipos y por eso se prepara a fondo cada vez que le toca exponer un tema, se documenta y elabora unas presentaciones preciosas y bien sustentadas. Pero cuando comienza a exponer, sus compañeros la interrumpen con comentarios como: “lo que Viviana en realidad quiere decir es…” o “lo que Viviana intenta explicar es…”

Los profesores no imponen orden. En el fondo todos se encuentran resentidos porque Viviana rompió un tabú, está invadiendo su territorio y, por tanto, se sienten con el legítimo derecho de hacerla sentir tan mal que decida abandonar la escuela.

Cuando Viviana se queja ante los maestros, todos hombres, le explican con tono paternal que la intención de los muchachos no es mala y que debiera aprovechar sus comentarios. Viviana obtiene su título, pero el esfuerzo diario le cobra un precio muy alto en inseguridad personal, tanto, que termina trabajando a la sombra de uno de esos compañeros calienta bancas que tanto se burlaban de ella. Esta forma de violencia consiste en que alguien hable de algo sin tomar en cuenta que la explicada sabe mucho más que el explicador. Se llama Mansplaining.

Laura: el cotidiano en la violencia comunitaria

Laura toma el transporte público para llegar a su sitio de trabajo. A la hora pico viaja apretujada y es una suerte encontrar un asiento. Uno de esos días llega un hombre muy grande, que nomás sentarse a su lado abre las piernas de tal modo, que, aunque Laura se haga chiquita, chiquita, las rodillas del hombre se le incrustan en la pierna.

De forma amable le pide al señor que se acomode de otra manera porque su rodilla ya la está lastimando. El hombre suelta una carcajada y sin decir palabra, se ensancha más aún y Laura se ve catapultada contra la ventanilla, mientras hombres y mujeres ríen y comentan lo sucedido. Laura, urgida de llegar a tiempo al trabajo, se encoge aún más es su asiento y soporta el maltrato del hombre. Este es un tipo de violencia comunitaria y se llama Manspreading.

Sara: una más a quien le roban su idea

Sara es la única mujer con puesto de ejecutiva junior en una gran empresa. Hoy tendrá reunión general y está tomándose un café cuando Mario, su único amigo, entra a su oficina. Al verla pasear por la oficina le pregunta qué le pasa. Sara le confía la idea que se le ocurrió para la nueva campaña y Mario la felicita porque es realmente brillante.

Llega el momento de la reunión y juntos se dirigen a la sala. Cuando se llega el momento de intervenir, Mario arrebata la palabra y presenta como propia la idea de Sara. Ella se indigna y en voz alta reclama que le robó su idea. Todos la miran con lástima, mientras el jefe la reprende por querer apropiarse de las ideas ajenas.

Mientras Sara observa impotente, todos aplauden a Mario y le prometen un bono por productividad. Este tipo de violencia consiste en que un hombre se apropie de la idea de una mujer y la desarrolle como si hubiera sido suya. Se llama Bropaiting y es una forma de violencia laboral.

Rebeca: atropellada a diario por su marido

Por último, tenemos el caso de Rebeca. Rebeca es una mujer inteligente y con una carrera universitaria la cual decidió postergar para dedicarse a la crianza de sus hijos. Ella se sentía contenta con este arreglo, pero desde hace un tiempo sospecha de las intenciones de Pedro, su marido.

Cada vez que hablan, Pedro le hace comentarios hirientes y tajantes: “eso no fue así, no exageres”, “para qué opinas si no sabes del tema” y la cerecita del pastel “te estás volviendo loca, yo jamás dije eso”.

Rebeca sufre porque ella tiene muy claro lo que está bien y lo que no es correcto, pero los constantes comentarios de Pedro la llegan a hacer dudar de su cordura. Con el objeto de preservar su salud mental, Rebeca se obliga a llevar consigo en todo momento una agenda de bolsillo, donde anota con hora y fecha todos los comentarios de Pedro, con lo cual confirma que su cerebro está perfecto y que es Pedro quien quiere volverla loca. Esto es un tipo de violencia psicológica y se llama Gaslighting.

Violeta Carolina Parra Reynada
Las otras violencias, además de las cifras, si existen. Pero aquí están esas, inocultables cifras y hechos.

COMPORTAMIENTO DEL PRESUNTO DELITO DE FEMINICIDIO PERIODO ENERO-ABRIL

Mujeres presuntas víctimas de homicidio doloso, datos nacionales

Fuente: Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública

En abril de 2020 se registraron 267 asesinatos de mujeres, es decir, .409 mujeres por cada 100 mil habitantes. Esta es la tasa más alta registrada en los últimos años

¿Qué significan estos datos?

En México, las víctimas de violencia son mujeres

• En 2019 hubo 116,751 casos de lesiones a causa de violencia familiar; de éstos, 108,101 (92.59 %) ocurrieron dentro del hogar.

• Esto es: por cada caso de violencia familiar ocurrido fuera de la vivienda, hubo 12.5 que ocurrieron dentro.

• De los casos ocurridos dentro de la vivienda, 103,462 fueron pacientes mujeres (95.71 %), 4,629 hombres (4.28 %) y en 10 casos no se especificó el sexo del paciente.

• Esto es: por cada hombre lesionado por violencia familiar en vivienda, 22.35 mujeres recibieron atención médica por la misma causa.

• Del total de mujeres atendidas, 87,678 (84.74 %) identificaron a un hombre como su agresor, mientras que, en el caso de los hombres, en 967 (20.89 %) señalaron a una mujer como su agresora.
• Esto es: Por cada hombre atendido por violencia familiar en una unidad médica por violencia infligida hacia sus personas por una mujer, hubo 91 mujeres que ingresó por lesiones infligidas por hombres de su familia. (Datos de la Dirección General de Información en Salud DGIS)

• Por desgracia, estos números no mienten. Las cifras oficiales de esta otra Pandemia nos demuestran cuán lejos estamos aún de aplanar la curva, cuando hablamos de agresiones en contra de las mujeres.

• La violencia de la que hemos estado hablando es esa que todos reconocemos, la que deja huellas, secuelas físicas, golpes, desapariciones, huérfanas y huérfanos que así lo evidencian.

SEM/sl/sj

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