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Atrapado Amlo en su red de mentiras y equívocos

+ Quiere prensa anodina y solapadora, como la que odiaba

Martha Elba Torres Martínez

Atrapado en su propia red de mentiras y equívocos, el presidente López Obrador terminó ayer por agudizar aún más la severa crisis de comunicación que enfrenta desde el 17 de octubre, por el caso Culiacán. Y siempre, quien la lleva, es la prensa por su obligación social de cuestionar. Quiere medios anodinos y solapadores, los mismos que tanto criticó en su relación con otros gobiernos.

El pleito ya no es solo con Reforma, Proceso, Carlos Loret, ahora es con Televisa y La Jornada. Las y los periodistas ya no solo son fifís, déspotas, sabelotodo y hampones, sino también perros malagradecidos que muerden a quien les quita el bozal.

Hay un desprecio encarnado ya en todo lo que represente cuestionamiento a sus decisiones y acciones. Lo vimos con sus desplantes valemadristas sobre el accidente que sobrevino a de parte de su “fuente”, el pasado fin de semana en Sonora. ¿Para qué van? Que cubran con corresponsales. Para que las rechiflas y reclamos que se multiplican en las plazas donde se para, desaparezcan del material audiovisual oficial.

Odia López Obrador, que la prensa no se fije en lo importante del operativo fallido en Culiacán ni crea las distintas siete versiones que se dieron sobre el arresto y liberación de Ovidio Guzmán. ¿Por qué jodidos no entienden que todo fue para salvar vidas?

¡Ah! Chinga! Acaso le importa la cuenta de sangre en lo que va de su gobierno: 26 mil homicidios dolosos, mil de ellos feminicidios. Y a los asesinos les ruega: ¡ya no hay guerra… queremos paz!

¿Medito acaso que forzar al general Crescencio Sandoval, la revelación de la identidad del coronel que dirigió el operativo en la capital sinaloense, es tanto como firmar su sentenciada, e incluso la de su familia? Todo por un chivo expiatorio, para una estrategia de seguridad fallida, vituperada con el piensen en sus mamacitas y el fuchi y wuacala, por el propio presidente/predicador que se siente la reencarnación de Jesús el Cristo.

Pero siempre entre lo malo hay cosas buenas. Ojalá López Obrador entienda que su sobreexposición todas las mañanas con sus “otros datos”, que no son más que una sarta de mentiras, termina marcando la agenda mediática, pero en su contra.

El razonamiento periodístico tiene a la verificación de datos, al cruce de información y cotejos. A eso es a lo que le tiene tirria: que lo que dice, no se asuma como verdad absoluta y única al margen de la realidad.

Otro arista, y diría el más inédito en López Obrador, es que haya aceptado que se equivocaron. Eso sí es realmente novedoso, porque nunca acepta sus errores. Lo vimos con el nuevo aeropuerto de Texcoco, con las estancias infantiles, los medicamentos, Santa Lucía, el Tren Maya y una refinería cucha y la peor decisión: paralizar la inversión en obra pública, porque los recursos en bancos dejan mejores dividendos.

Pero hay que pensar en positivo y esperemos que más que aceptación de equivocaciones, corrija…

                                                                              ***

Porque ¡ah! Como se equivocaron con el operativo. Lo más grotesco, el video presentado en el minuto a minuto de Culiacán, en donde el joven Guzmán López queda como el héroe de la película. ¡Gracias! Por ordenar a sus sicarios, detener el ataque contra las fuerzas armadas.

“Ya paren todo, oiga, ya paren todo, ya me entregué. Ya paren todo, por favor. Ya paren todo, ya tranquilos, ya ni modo. Dígales que se retiren, pero dígales pues, ya, ya no quiero, que, que, que haya desmadres. Ya no quiero que haya desmadre, por favor”.

Pues pinche caso que le hicieron y por eso lo tuvieron qué liberar. El caso, que tema de interés para los medios en la mañanera de ayer, fue precisamente sobre quién recibió la llamada para negociar –si se puede nombrar así-, la entrega de Ovidio.

Pero en esta película, hay dos villanos: Alfonso Durazo, el jefe de Gabinete de Seguridad y el bueno para nada de Jesús Ramírez, que en comunicación de la Presidencia, no da una. Su renuncia es obligada, porque no sirven como funcionarios, no dan resultados y los contribuyentes pagamos sus impuestos. Si López Obrador es congruente con el tema de la corrupción, ya los debe botar y poner en su lugar quienes si devenguen el salario…

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