Letra Clara

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 ¡Muerta no eres! ¡Muerta no estás!

* La sororidad como una revolución

Teresa Valdés Betancourt

SemMéxico, 13 de marzo 2020.- Insospechados ejemplos del triunfo de la sororidad fueron el paro del 9 de marzo y las marchas multitudinarias por el Día Internacional de la Mujer. Momentos extraordinarios de la presencia de las mujeres en la sociedad mexicana para cambiar lo “oficialmente establecido” en aquellas palabras escritas desde siglos pasados, que se reconstruyen cada día como parte de la resistencia patriarcal.

Y se puso en práctica esa sororidad, un sinónimo de solidaridad, que propició enriquecer las capacidades organizativas, crear redes de apoyo entre nosotras para ayudarnos y reivindicar cambios reales. Marcela Lagarde, experta feminista amplía el concepto para hablar de una amistad entre mujeres, que se convierten en cómplices para trabajar juntas, sintiéndonos libres, fuertes, autónomas y juntas.

Fue en 1970 cuando la escritora feminista Kate Millett, Minnesota, USA, 1934-2017, propuso esta palabra con el fin de recoger una idea por la cual luchaba en su día a día, cuando aspiraba a conseguir una unión social entre mujeres, sin que existieran diferencias de clases, religiones o etnias. Y así se ejercitó, el pensamiento de Simone Beauvoir, Paris, 1908-1986: El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente.

Y se logró un pacto social, ético y emocional construido. Unidas en la denuncia a las violencias a las mujeres y a los principios de igualdad de género, de sus derechos, oportunidades y resultados, desde el hogar, en el trabajo laboral, escolar y en la integridad física hasta la muerte, juntas somos más fuertes que por separado, tratándonos como hermanas y no como enemigas y se logra el empoderamiento cuando creamos fuertes alianzas entre nosotras.

La sororidad como una revolución que va de dentro hacia fuera. Primero tomando conciencia de quienes somos lo que merecemos y de lo que hay que conseguir en la sociedad que lamentablemente, sigue siendo marcadamente patriarcal. Esa conciencia, debe demostrarse cada día a día, reparando la feminidad astillada por las violencias simbólica, cultural, estructural, política y género.

La convocatoria de Simone Beauvoir aporta un paso más a esta aspiración de hermandad, y las relaciones femeninas transitarán de lo emocional a lo social, impulsar la preparación y formación de cada una para la transformación social.

Abordar el cambio impone deconstruir tradiciones que nos exigen el agudo ejercicio de crítica y auto-crítica constante. En las tareas dentro de las organizaciones pueden aparecen rezagos de la competencia y las rivalidades que nos enseñan y se presentan conductas para cuestionar ferozmente a otras mujeres. Aparecen palabras que juzgan o aspiran a una perfección imposible de la otra, la presencia de la duda y el celo ante un evento o simplemente, se renuncia a participar ante una contradicción.

Violencia cultural inculcada en los espacios privados siglos de educación para vivir, donde adueñan a la mujer en el seno del hogar, con el título de ama de casa, pero realmente es servidora.

Un detalle, hoy en esta jornada contra las violencias se observa un  peligro que asecha tanto a hombres y mujeres, como confirman los datos víctimas de delito de INEGI:

Violencia intrafamiliar, 76% de las víctimas son mujeres; Abuso sexual, 75% de las víctimas son mujeres; Hostigamiento sexual y Violación sexual, 80% de las víctimas son ellas; Incesto, 91% de las víctimas son mujeres. En el Rapto, 92% de las víctimas son mujeres y 8 % hombres y el Homicidio, 74% de las víctimas son hombre y 26 % son las mujeres.

Ojo, son números fríos con distracción conceptual. Hombre nace del latín homo, por tanto en la información de homicidios se incluyen las muertes de mujeres sin esclarecer. La norma señala para el feminicidio, que se debe esclarecer quien la mató o si tiene vínculos emocionales con la fallecida, entonces no se declara la figura delictiva. Urge una fiscalía que considere de inmediato la muerte de las mujeres como feminicidio sin más dilaciones.

La violencia, concepto de fuerza, se relaciona con el poder estructural y cultural  que se reproduce como acción creciente, cíclica y siempre volitiva,  es decir, quien agrede lo hace en pleno juicio.

En los resultados de investigaciones realizadas con mujeres víctimas de violencia la Dra. Caridad Navarrete, Universidad La Habana, Cuba, refiere como posibles causales la crisis en las familias, el exceso de trabajo y el abandono de los hijos e hijas, el desempleo, la falta de límites, el alcohol, la droga, la pérdida de valores, la crisis política, económica y social; la influencia de la televisión, el nivel económico, el nivel escolar, el cultural, etc., etc., etc…

La violencia no es natural, no se hereda. La violencia como fenómeno puede cambiar, detener el feminicidio exige lucha individual y social, porque:

Muerta no eres ni de derecha ni de izquierda./ Muerta no eres conservadora ni liberal, ni neoliberal, ni antiliberal./Muerta no eres pro-gobierno o anti-gobierno./¡Muerta no eres!/¡Muerta no estás!

@ Letra Clara

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