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¿Y el feminismo donde quedó?

* Ayer dijeron sí, hoy lo niegan

Yaneth Angélica Tamayo Ávalos

SemMéxico, 19 de marzo 2020.- Recién empezado el mes de marzo, en México se hablaba sobre feminismo, del alto a todas las formas de violencia, del 8 de marzo y sobre todo de la visibilización de las mujeres que se generaría durante el paro nacional femenino.

A este tren del feminismo, empezaron a montarse bajo la máscara de solidaridad, empresas, personas de la función pública, pero sobre todo la clase política que buscaba evidenciar el actuar de un gobierno en turno; y claro, conseguir simpatizantes que olviden su falta de interés social, –en su arrogancia aun creen que tratan con una ciudadanía ingenua-.

Creencia que la clase política mantiene y ejecuta. Tan solo el día de ayer en el Estado de Querétaro y bajo pretexto de contingencia sanitaria por el COVID-19, la LIX Legislatura de Querétaro sesionó a puerta cerrada la iniciativa de ley para la despenalización del aborto; la cual obviamente fue votada en contra por las fuerzas políticas conservadoras.

Fuerzas políticas que, hasta hace pocos días suscribían la agenda feminista y eran enfáticos en manifestar públicamente que se consideraban feministas y que estaban en contra de la discriminación y todas las formas de violencia en contra de las mujeres; claro, estas declaraciones las hacían previo a la conmemoración del 8M y a manera de evidenciar las endebles acciones del Gobierno Federal.

Sin embargo, ayer mágicamente en Querétaro desaparecieron los deseos de incidir a favor de los derechos humanos de mujeres y niñas; situación que, encontró justificación en no querer contribuir a más muertes por motivo de una pandemia mundial; como si los abortos clandestinos y mal practicados no registraran muertes. 

Y refiero tal justificación, porque no existió motivo diferente para sesionar a puerta cerrada; sin haber realizado un análisis previo; sin la presencia de medios de comunicación y sin darle oportunidad a las mujeres interesadas en escuchar los argumentos hipócritas y moralistas de las y los legisladores que votaron en contra.

Es absurdo que, después de la emisión de criterios, estándares y recomendaciones internacionales; en donde ya se tiene por superado el tema del aborto, las y los legisladores sigan fundamentando sus decisiones, no solo en argumentos absurdos, sino bajo creencias propias, sostenidas en dogmas religiosos y criterios desinformados; que solo propician desigualdad e injusticia.

Es preciso que las personas y sobre todo los encargados de administrar el Estado y los que legislan; entiendan que las normas son instrumentos vivos cuya interpretación tiene que adecuarse a la evolución de los tiempos y, en particular, a las condiciones de vida actuales.

Ya no es dable que, una sociedad mantenga patrones y contextos de violaciones de derechos humanos en perjuicio de las mujeres y mucho menos que estas sigan siendo avaladas por el orden social.  

Bien lo dijo la académica Rita Segato, -la prohibición del aborto se equipara a una violación que es ejecutada por el Estado; en donde este a través de las instituciones prefiere el control y la subordinación de la mujer y no la protección de sus derechos-.

La violencia en contra de las mujeres, también se traduce en el control que se hace sobre sus cuerpos y su capacidad de decisión; imponiéndoles la voluntad de unas personas que no toman en cuenta la vida y el libre desarrollo de esas mujeres, por mantener una creencia que ni ellos mismos practican.

Es ilógico que la ciudadanía de un país se considere religiosa, cuando impera la corrupción y la violencia; donde queda el evangelio cuando violan y matan a una mujer, denigran a la comunidad indígena y violentan a la infancia.

La hipocresía esta disfrazada en los creyentes que solo hacen uso de la palabra de Dios cuando necesitan un sacramento y no cuando ven a su prójimo sufriendo. -Religiosas católicas feministas de la Congregación Dominicana-

Solo queda decirles, a las mujeres que mantengan presente en la memoria los nombres de todas y todos aquellos que han hecho un circo político de sus derechos y necesidades; para que, en las próximas elecciones cuando pretendan colgarse de la lucha feminista y concurran a solicitar el voto, se les recuerde las veces que les han negado el derecho a decidir y acceder a la justicia.

Es necesario que los partidos políticos, entiendan que las mujeres no aceptan más el oportunismo ni la burla.

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