Opinión| Cambio de gran calado

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Dulce María Sauri Riancho

SemMéxico, Mérida, Yucatán, 11 de mayo del 2023.- 10 de mayo, Día de la Madre. En millones de hogares de México se celebra este día.

Hace 101 años se realizó por vez primera, a convocatoria de un importante periódico de Ciudad de México, Excélsior.

Yucatán tuvo mucho que ver en la fijación de esta fecha, pues meses antes, al iniciar el gobierno de Felipe Carrillo Puerto se publicó el folleto elaborado por Margaret Sanger, titulado: “La regulación de la natalidad. Medios seguros y científicos para evitar la concepción”. Impreso en Mérida, en la Imprenta Mayab (calle 61 número 475) provocó un gran revuelo en la sociedad. Era entonces una creencia compartida que las parejas debían aceptar “las y los hijos que Dios les dé”, y que cualquier medida para regular, evitar o postergar el embarazo de las mujeres era atentar contra el mandato divino (en los creyentes) o contra la naturaleza (entre ateos y agnósticos).

Eran los tiempos de las muertes maternas -al dar a luz o en el puerperio-; de la muy elevada mortalidad infantil, entre otras razones, por la contaminación del agua y los alimentos, la falta de vacunación, etc.

Las mujeres contraían matrimonio a temprana edad -casi niñas para los criterios de ahora- y a lo largo de 20 años de sus vidas cuidaban a las y los hijos que anualmente “llegaban”, casi la mitad para morir antes de los 2 años. A las mujeres que por razones biológicas no podían tener hijos/hijas, se les aislaba y en algunas sociedades, el hombre estaba autorizado a repudiarlas al no poder cumplir su propósito fundamental. Las mujeres vivían consagradas a las “labores del hogar” y si en el Censo se les preguntaba si trabajaban, contestaban con un rotundo “No” pues el trabajo doméstico: comida, limpieza, cuidado de los integrantes de la familia, se consideraba como una obligación de su género.

La lucha por los derechos de las mujeres ha sido para ser reconocidas como personas, en primerísimo término. La mayoría de las mayores de 18 años hemos tenido -o tendrán- hija o hijo en algún momento de sus vidas. Otras no habrán podido engendrar, pero se vuelven madres mediante la adopción. Otras más, por diversas razones, deciden no ser madres. Sin importar estado civil o condición social las mujeres continúan dando a luz, criando, sosteniendo y creciendo a casi 2 millones de bebés que cada año nacen en México.

Tareas

Madres, tías, hijas o madrinas, además de nuestras abuelas, esta gran generación de mujeres mexicanas continúa realizando las tareas del cuidado en los hogares. Se hacen cargo de la crianza de las y los hijos, de la alimentación, limpieza y vestido de los integrantes del núcleo familiar.

Las mujeres cuidan de madres y padres ancianos y ellas son las que enfrentan la discapacidad de los hijos e hijas, solas cuando el padre agobiado decide retirarse.

Mujeres cuidadoras, algunas como actividad remunerada, pero la inmensa mayoría pertenecen a ese apartado censal que describe sus funciones como “labores del hogar”. Gracias a las mediciones más avanzadas en materia de contabilidad nacional, sabemos que ese trabajo invisible representa más de la cuarta parte del Producto Interno Bruto (bastante más que el Turismo, por ejemplo). Se ha dicho, con razón, que si se pagara el trabajo de las mujeres en los hogares no habría dinero que alcance. También se habla de “compartir las responsabilidades domésticas con la pareja”, pero… ¿y si el padre no está presente? ¿Sabían que casi una cuarta parte de hogares mexicanos tienen sólo la jefatura de la mujer?

Si además consideramos que alrededor de la mitad de las mujeres participan en actividades económicas remuneradas, que salen a las fábricas, a los comercios; que son trabajadoras por cuenta propia, profesionales, etc., entendemos por qué la “doble jornada” se vuelve un gran obstáculo para el pleno desenvolvimiento laboral de las mujeres. Ellas no pueden disponer libremente de los sábados para capacitación, por ejemplo; no pueden hacer horas extra porque tienen que recoger a los hijos/hijas de las estancias; no pueden tomarse un respiro cuando la madre discapacitada las espera en casa para asearse, comer o simplemente, compartir algunos momentos de distracción.

En su frase final, el apasionado poema “Máter Admirábilis”, de Antonio Mediz Bolio, dice: ¡Mater admirábilis! / ¡Santas madres nuestras! / ¡Que nos dieron todo, sin pedirnos nada!”. Pero ahora, las mujeres de la tercera década del siglo XXI pedimos, demandamos a la sociedad y al gobierno de México: la Revolución de los Cuidados. Por las madres, presentes y futuras, por las mujeres, se vuelve cuestión de justicia convocar a esta revolución pacífica e intensa. Es un cambio de gran calado, que pone en el centro a todas las personas, hombres y mujeres, que tenemos derecho a ser cuidadas en todo nuestro ciclo de vida, es decir, desde el nacimiento hasta la muerte.

Idea

Rompamos esa idea sobre la responsabilidad exclusivamente personal o del núcleo familiar, para asumirla como sociedad en su conjunto. Nos importan las y los niños que inician su vida; los escolares que demandan jornadas de tiempo completo; las personas de todas las edades con discapacidad, que necesitan cuidados especiales para su sano desenvolvimiento; las y los adultos mayores, que tienen derecho a la salud, al esparcimiento, al trabajo. La responsabilidad del cuidado no puede seguir recayendo principalmente en las mujeres, en las familias. Tiene que ser compartida, fuera de las paredes de la casa, con la comunidad, con la sociedad.

Políticas públicas

También el Estado tiene que asumir la parte que le corresponde. Y lo hará con el diseño de políticas públicas adecuadas para ejercer el derecho al cuidado por parte de todos, mujeres y hombres. Lo hará con las estancias infantiles para atender a niñas y niños menores de 4 años; con las escuelas de tiempo completo, desde el preescolar hasta el tercero de secundaria. El Estado cumplirá con su responsabilidad de cuidar cuando desarrolle una efectiva red de estancias para adultas y adultos mayores; cuando fortalezca las acciones para la plena participación de las personas con discapacidades. Y lo más indispensable: asignando los presupuestos necesarios para hacer efectivo el derecho al cuidado. Así celebraremos a las madres, a las mujeres, más allá de este día.

Licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Exgobernadora de Yucatán dulcesauri@gmail.com

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