Opinión| Defender nuestros derechos

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Por qué desvías la mirada / Por qué te dejas arrastrar del rabo.

Tomás Segovia.

Florencio Salazar

SemMéxico, Chilpancingo, Guerrero, 13 de febrero del 2023.- Mario Vargas Llosa ha dicho que América Latina tiene gobiernos democráticos, corruptos y mediocres, pero que es mejor tener gobiernos democráticos, corruptos y mediocres que dictaduras. Desde que Victoriano Huerta asaltó el poder en 1913, para luego asesinar al presidente Francisco I. Madero y al vicepresidente José María Pino Suárez, México no ha conocido la dictadura.

Hubo asomos de intenciones dictatoriales con la relección de Álvaro Obregón. De haber llegado a la presidencia probablemente ahí hubiera permanecido por todos los años de su vida. Se atribuye al Manco de Celaya afirmar que a don Porfirio Díaz no lo derrotó la Revolución, lo derrotó la edad (el viejo soldado republicano y anciano dictador se quedaba dormido en las reuniones de gabinete).

Pareciera que dictadura y autoritarismo son lo mismo. Ambos términos se han tomado como sinónimos en el afán de simplificar, pero hay diferencias significativas. María Moliner, en su Diccionario del uso del español, consigna las siguientes definiciones: “Dictador: Gobernante que asume todo el poder, sin ser él mismo responsable ante nadie. Persona que abusa de su autoridad o es inflexible en su trato con los demás”; y “Autoritario: Aplicado a personas y Gobierno y a su manera de actuar, inclinado a imponer su voluntad. Se aplica al Gobierno o persona que gobierna o dirige sin dejar a otros participar en sus determinaciones”.

En nuestro país hemos tenido los dos regímenes. Victoriano Huerta fue dictador; y Plutarco Elías Calles, autoritario. Con el consejo y apoyo del embajador norteamericano Henry Lane Wilson, el general Huerta arrebata el poder de manera cruenta. Dispone también la muerte de sus opositores: Gustavo A. Madero, Belisario Domínguez, Adolfo Gurrión, Serapio Rendón; encarcela a los diputados. Es derrotado por la revolución constitucionalista de Venustiano Carranza.

Plutarco Elías Calles, después del magnicidio del presidente electo Álvaro Obregón, en su último informe de gobierno en 1928, anuncia el fin del régimen de caudillos, da paso a la formación del Partido Nacional Revolucionario (abuelo del PRI) e instaura el Maximato. De 1928 a 1934 Calles designa –con las elecciones de entonces– a cuatro presidentes de la República: Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez y Lázaro Cárdenas. En 1936 viene el rompimiento Cárdenas-Calles y el sonorense es exiliado. Así cierra el ciclo del Maximato.

De los haberes más significativos del régimen de la Revolución Mexicana son, sin duda, haber mantenido al país dentro de la formalidad constitucional y haber distribuido y redistribuido el poder. Desde 1929 a la fecha, con rigurosa periodicidad, se han celebrado las elecciones para presidente de la República; y desde 1938, año de la revuelta del general Saturnino Cedillo –derrotado por el gobierno del presidente Cárdenas–, México ha sido una isla en el mar de dictaduras que ha habido y hay en América Latina.

Debemos cuidar nuestro patrimonio republicano. Los genes también son colectivos. Nuestras dos raíces son autoritarias. El Encuentro de dos mundos, propuesto por don Miguel León Portilla, logró el equilibrio entre pasiones históricas con motivo de la conmemoración de los 500 años del descubrimiento de América. El descubrimiento de América fue el descubrimiento de civilizaciones desconocidas por los europeos. Fue la conquista del imperio español al imperio azteca. Los aztecas se impusieron dos siglos, tenían dominados a muchos reinos: Azcapotzalco, Tacuba, Texcoco, etc. México no existía. México es consecuencia de la Nueva España, del mestizaje. Somos hijos de dos culturas autoritarias.

La educación y la cultura son las grandes transformadoras del individuo y de la sociedad. No podemos justificar con el pasado el debilitamiento de la vida democrática. Tampoco nos ceguemos. No corregir con oportunidad fallas como el desarrollo desigual, ampliar el número de pobres – incluyendo a la 4T– y la enorme concentración de la riqueza son causas del populismo y el mesianismo político.

En política, más que las palabras, los gestos son indicativos de humores y decisiones. Entregar la más alta condecoración de nuestro país al dictador de Cuba, replicar el discurso de otro dictador, Hugo Chávez, el adoctrinamiento escolar, el protocolo del Ejecutivo aplicado a las cabezas de los poderes Legislativo y Judicial, el proyecto de desaparecer al INE y los órganos electorales de los estados y todas sus posibles consecuencias contra las libertades públicas, colocan en riesgo a nuestra República federal y representativa.

Sabemos que sin oxígeno no se puede vivir, pero como siempre lo teníamos disponible no era algo que nos preocupara. Por desgracia, nos alcanzó el Covid-19. Muchos infectados necesitaron ventiladores. Los precios de los tanques de oxígeno se fueron por las nubes. Perecieron miles de mexicanos por obstrucción en sus sistemas respiratorios. Hoy sabemos lo que significa no poder respirar.

No esperemos a perder el oxígeno de los derechos políticos y la democracia para valorar nuestra libertad. Defenderla es aquí y ahora.

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