Opinión| La inversión china en México: los nuevos rumbos de la globalización

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Con mi solidaridad y reconocimiento para el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano

Saúl Escobar Toledo

SemMéxico, Ciudad de México, 9 de febrero del 2023.- Uno de los fenómenos mundiales de los últimos años más comentados en la prensa y en publicaciones especializadas es el llamado “nearshoring” o “friendshoring”. Se trata de una tendencia, cada vez mayor, que consiste en que las compañías multinacionales de capital estadounidense están moviendo sus fábricas y procesos productivos de China, principalmente, a otros lugares del mundo que se ubican más cerca de Estados Unidos o que no representan un riesgo político para Washington. Este movimiento obedece fundamentalmente a dos causas: los problemas de transporte de mercancías que se observaron durante la pandemia; y las tensiones geopolíticas derivadas de la guerra en Ucrania y la rivalidad entre China y Estados Unidos.

Bajo la nueva tendencia (nearshoring) se supone que México será parte de los países beneficiados por su cercanía con Estados Unidos y porque se le considera un socio comercial y político de la Casa Blanca. Sin embargo, algunas y algunos observadores han señalado que este movimiento de inversiones y plantas industriales no lo están haciendo sólo empresas de capital estadounidense o europeo, sino también aquellas de origen asiático y en especial, un tanto paradójicamente, inversionistas chinas y chinos.

De acuerdo con un reportaje del NYT (03022023), compañías de capital proveniente de esa potencia oriental están invirtiendo miles de millones de dólares en México. Pone el ejemplo de una empresa dedicada a producir muebles para el hogar que invirtió 300 millones para levantar una fábrica en Monterrey. Las y los dueños de la empresa dijeron que esa inversión obedecía a que los precios de embarque marítimo se estaban disparando y a la “guerra comercial” entre su país y Estados Unidos. Para estas y estos empresarios, el mercado estadounidense seguía siendo el más importante. Por ello, dice el reportaje, para competir en mejores condiciones, grandes compañías chinas están invirtiendo agresivamente en México y así tomar ventaja del T-MEC. Hay que añadir que la inversión proveniente de ese país es, en el caso del nuestro, mayoritariamente de empresas privadas (75 %), y no de consorcios públicos, a diferencia de lo que sucede en la región latinoamericana. El reportaje asegura que en 2021, el 30 por ciento de la inversión extranjera que se realizó en Nuevo León, fue de compañías chinas, un poco por debajo de las estadounidenses que representaron el 47 por ciento.

Lo anterior es una muestra, dice el NYT, de que las y los inversionistas chinos consideran que, no obstante las tensiones políticas, las relaciones comerciales entre ambos países son muy fuertes y continuarán siendo así.

No sólo están pensando producir bienes finales: otra empresa china, Lizhong, también está levantando una fábrica de partes automotrices en Nuevo León para abastecer a Ford y General Motors. Las empresas estadounidenses “ven con buenos ojos” estas inversiones ya que pueden eliminar el riesgo de disrupción de las cadenas de valor que surgió durante la pandemia.

Otra gran empresa china, Lenovo, fabricante de computadoras, abrió una fábrica hace tres años en Monterrey para fabricar los armazones de los servidores que guardan datos para las plataformas digitales.

No obstante, las y los inversionistas chinos que están invirtiendo en el norte de México están preocupadas, preocupados por varios asuntos, destacadamente, la contratación de suficientes trabajadoras y  trabajadores y la provisión de insumos. Acerca del primer tema, según el NYT, las y los inversionistas chinos están acostumbrados/as a las condiciones laborales que prevalecen en su país y en Vietnam, donde no hay vida sindical y existe una abundante oferta de mano de obra que viene del campo a la ciudad. En cambio, en la ciudad de Monterrey, la tasa de desempleo es baja, del 3.6 por ciento y las nuevas inversiones están desatando una fuerte competencia por la contratación de trabajadoras y trabajadores. Para atraerlos, han ofrecido prestaciones como transporte y servicio de alimentos en los centros de trabajo. Sin embargo, las estrategias de los directivos en China, afirman sus representantes, consisten en gastar poco en salarios ya que consideran que las y los trabajadores son fácilmente reemplazables. Lo anterior podría causar conflictos laborales o frenar su expansión.

En cuanto al abastecimiento de insumos, uno de los problemas que han detectado es que el T-MEC dispone que las empresas deben utilizar porcentajes determinados de refacciones y materias primas producidas en la región norteamericana para gozar de las ventajas aduaneras.

Según datos oficiales, la inversión china en México ha venido aumentando en los últimos años: de 75 millones de dólares en 2009, a 386 en 2022. Sin embargo, lucen todavía reducidas si tomamos en cuenta que el flujo total de la Inversión Extranjera Directa (IED) en México en el segundo trimestre de 2022 fue de 32 mil millones de dólares (mmd). La gran mayoría provino de EU (12. 5 mmd) y luego le siguieron Canadá, España, y Argentina. Si tomamos en cuenta la inversión acumulada hasta 2022, la proveniente de EU representaba 310 mmd y la de China apenas 2 mmd. También parecen menores si las comparamos con las importaciones de México provenientes de China, que llegaron a más 11 mil millones de dólares en 2022.

Las cifras más recientes de IED, agrega la nota de otro diario, El País (26112022), podrían ser inexactas. Académicos del Centro de Estudios China México (CECHIMEX) de la UNAM, calculan que las inversiones de ese país serían ocho veces superior a lo registrado, debido a que las empresas suelen “utilizar sus subsidiarias instaladas en Estados Unidos para enviar el capital que invertirán en México”. Por ello, para la Secretaría de Economía, ese capital es estadounidense, no chino. Además, las llamadas joint venture con empresarias y empresarios mexicanos también pueden ocultar la verdadera cuantía de esas inversiones.

Según el reportaje de El País, el inventario de naves industriales ha crecido 37 por ciento en 2022 con respecto al año anterior. Lo que estamos observando, dice el diario español, es apenas el comienzo de una gran ola de inversiones. Sin embargo, este proceso no será fácil ni rápido: hace falta infraestructura, fuentes de abastecimiento de materias primas, suficiente disposición de energía eléctrica, y fuerza de trabajo calificada.

En resumen, se está llevando a cabo una nueva configuración del comercio y la producción a nivel mundial motivada por las múltiples crisis que se observan actualmente. México se está beneficiando al recibir inversiones de diversos rincones del mundo, incluyendo China.

No obstante, hay muchos factores que pueden acelerar o retardar este reacomodo. En el caso de las inversiones provenientes del gigante asiático, los conflictos de Estados Unidos con el gobierno de Beijing, así como la guerra en Ucrania, podrían llegar a tal punto que nuestro vecino exigiera a México vetar la instalación de algunas fábricas o empresas de origen chino en nuestro territorio por considerarlas peligrosas para su seguridad. En segundo lugar, sobre todo si nuestro país no define una política industrial, las y los empresarios extranjeros podrían traer a México los procesos productivos más sencillos (con menor valor agregado, como muebles para el hogar) y no los más complejos. Lo anterior confirmaría la tendencia maquiladora de nuestro país, lo cual, como hasta ahora, no ha redundado en un crecimiento sostenido del conjunto de la economía.

Se dice que China pronto será la nueva potencia económica mundial y rebasará a Estados Unidos. También, que los flujos de inversión tienden a recolocarse de acuerdo con criterios políticos. Desde este punto de vista la globalización basada en la libertad de los mercados está desapareciendo para dar lugar a una nueva división del trabajo. Pero también se dice que es aventurado asegurar tales cosas. Los nexos económicos entre China y el mundo, incluido en primer lugar Estados Unidos, se mantendrán todavía por largo tiempo. Lo único que podría cambiar esto, sería una guerra frontal entre ambas potencias, lo cual es poco probable, por fortuna.

En este proceso de transición, que se observa tan confusamente, México debería asegurar su futuro y tratar de cambiar el curso neoliberal en el que todavía navega. La elección no radica en apostar por China o Estados Unidos, sino en buscar un lugar en el mundo basado en un Estado rector del desarrollo; en una fuerza de trabajo más calificada, mejor pagada y protegida; en el aprovechamiento racional y sustentable de nuestros recursos naturales; y en un proyecto industrial de largo plazo basado en la adopción creativa de las nuevas tecnologías.

saulescobar.blogspot.com 

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